Por Hilda Cabrera "Era un tano tierno y fabulero, con sus inseparables
zapatillas Flecha llevadas hasta el exilio." La definición cariñosa de Andrea
Politti --su hija-- es sólo una de las posibles a la hora de evocar la memoria del actor
Luis Politti, cuya vida y cuya muerte parecen indisolublemente ligadas a los altibajos y
sinsabores de los años de plomo en la Argentina. Nacido el 8 de abril de 1933, Politti
murió en Madrid en 1977, sufriendo los males del exilio, ese estado de desgajamiento que
a veces consume y descubre a quien lo sufre despertando asustado, como si buscara a
tientas la vida. Asistirán al acto organizado por la Casa de Mendoza en el Complejo
Margarita Xirgú de esta capital, el director Sergio Renán, la actriz Marilina Ross, los
actores Pepe Novoa y Juan Manuel Tenuta, y, entre otros, los periodistas Rodolfo Braceli y
Fabián Stolovitzky, autor del libro Luis Politti. Cadencia y otros cielos, que
reúne cincuenta testimonios sobre el artista, recogidos en Buenos Aires, Mendoza y
Madrid. Durante el homenaje se proyectará F.E.N. (Formación del Espíritu Nacional),
un film de Antonio Hernández rodado en España en 1979, que cuestiona los modelos de
educación religiosa. La película, nunca antes exhibida en la Argentina, cuenta con la
actuación de otro exiliado de la época, Héctor Alterio. El acto, auspiciado entre otros
por Página/12, apunta a la memoria y a los memoriosos de Politti, actor de fuerte
presencia e importante trayectoria escénica y cinematográfica, que se encontró de
pronto, como muchos otros, en medio de la catástrofe del golpe militar de 1976.
Mendocino, pero instalado en Buenos Aires, fue secuestrado después de participar en la
película Los traidores de 1973, dirigida por Raymundo Gleyzer (realizador de la
polémica México, la revolución congelada, de 1970), a su vez secuestrado y
desaparecido el 27 de mayo de 1976.
Los traidores denuncia la complicidad de los sindicalistas con
los militares y el establishment en detrimento de los trabajadores. Politti compone allí,
en una secuencia brevísima ("poco más de tres minutos"), al general Lanusse,
sucesor de Levingston el 26 de marzo de 1971. Según un testimonio recogido por el autor
del libro Cadencias..., el actor no tenía políticamente una posición frontal.
Era ante todo un artista apasionado por su oficio, y no parecían interesarle demasiado
los laberintos de la política, pero estaba "donde tenía que estar, acompañando los
movimientos progresistas". El secuestro duró dos días, y durante ese lapso fue
sometido a simulacros de fusilamiento.
Una vez liberado, marchó al exilio, primero a México y después a
España, donde, también según un testimonio recogido por Stolovitzky en su libro, su
existencia no era precisamente alegre, "como si la doble herida de esos años
difíciles, la individual y la histórica, constituyera el papel más comprometedor e
insoportable que nunca hubiera interpretado". Actor múltiple y magnético, dejó
huellas en el teatro, la radio, la televisión y el cine. Se inició en las radionovelas,
en su provincia natal, donde actuó también en el circo y estudió técnicas teatrales
con la célebre actriz y maestra rusa Galina Tolmacheva (1895-1987), quien abandonó su
país a causa de la revolución bolchevique, llegó a Buenos Aires en 1925 y se instaló
en Mendoza en 1949, contratada por la Universidad Nacional de Cuyo.
En la trayectoria de Politti no hay papeles menores. Tenía el don de convertir la
secuencia más breve en un pasaje memorable. En cine, fue el Remigio Calamaco de Los
gauchos judíos, el inolvidable diariero Juan de La Raulito, el periodista
jubilado de La guerra del cerdo y el Adoquín Vignale de La tregua. Estos,
entre muchos otros personajes que compuso en la Argentina y España, donde participó,
entre otra, en Las truchas, La escopeta nacional, El corazón del bosque
y El nido. Sobre Politti se decía en España que lo consumió el exilio, y tal vez
fuera cierto, aunque se sabe que murió de un mal hepático. "Era un hombre robusto,
un tanque; parecía que iba a durar cien años, pero daba la sensación de que estaba en
España de prestado", cuenta el mismo realizador de F.E.N. en Cadencias...
Este era Politti para algunos, actor descomunal y frágil, de quien otro director, Juan
Carlos Desanzo, ha dicho que tenía el universo detrás de los ojos.
"Tus cartas me suenan a
campanitas felices"
Madrid, mayo 2 de 1979.
Dulce Andrea
Andrea Dulce
Tus cartas me suenan a campanitas felices; cada día más hermosas,
más frescas y espontáneas (...) Muchas veces me has dicho del desagrado que te provoca
el "cole" y no voy a negar que cuando leí todo esto he sentido miedo, miedo de
no poder darte fuerzas en el momento para que no abandones. Pero este miedo no ha sido
más que una proyección personal de mis propios y viejos miedos (...) El estudio
(trabajo) es lo único que le permite al hombre alcanzar la libertad, una libertad interna
que crea posibilidades. Estas posibilidades son variadas y ricas. En cuanto a aquellas
dificultades que nos molestan cotidianamente y que aparentemente no podemos resolver, lo
mejor, el único remedio, es seguir trabajando, estudiando. ¡Qué discurso te estoy
dando! ¿Sabés qué pasa? Que tengo tantas ganas de conversar con vos que la ansiedad me
pone charlatán (...) Te pido que me sigas escribiendo esas cartas bellas, hermosas, que
tanto me gustan. Que sigas escribiendo poemas y leyendo los de otros poetas para que
enriquezcas tus propias imágenes (...) Tengo muchas ganas de ir para fin de año a Buenos
Aires. No es más que eso por el momento. Depende básicamente del dinero. Sería hermoso
volver a caminar con vos y Sergio por esas calles que hace tanto no veo. Dejemos que pase
este año, o lo que falte para que termine. Ya te contaré...
(Hay una flor dibujada) No me olvides. Luigi |
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