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Por Martín Pérez Cuando el productor estadounidense Phil Ramone habla de Fito Páez dice "Fitou", con familiaridad. Con la misma confianza con la que habla de Frank Sinatra, Paul Simon o Billy Joel. Una leyenda entre los productores musicales, Ramone es también muy conocido como una personalidad bien inmersa en la industria discográfica. Después de todo, él es el responsable de haber exprimido la naranja Sinatra por última vez, con los CD Duets I y II, que La Voz grabó vía telefónica con artistas de todo el mundo. "No es algo que yo recomiende, y entiendo las críticas", concede Ramone cuando se le menciona el tema. "Pero era la única forma de hacer un disco como ese. Y la verdad es que la forma en que se maneja la industria actualmente lleva a que por lo general los músicos no se junten a grabar en un estudio. Y no es mejor ni peor, es el signo de los tiempos", explica este hombre bonachón y simpático, capaz de apurar educadamente el final de la entrevista para poder así hablar por teléfono con una amiga, llamada Madonna. Además, en treinta años de carrera produjo, entre otros, a Paul McCartney, Luciano Pavarotti, B.B. King, Natalie Cole y Sinead O'Connor.Durante su semana en Buenos Aires, Ramone se instaló en el Hyatt, pasó todo un día en el estudio de Páez en Villa Urquiza, fue a ver a los Rolling Stones a River y a Andrés Calamaro al Luna Park. Los protagonistas de la cumbre del rock internacional que se vivió en Núñez el fin de semana pasado lo conocen: los Stones pasaron a saludarlo por su habitación del Hyatt, y a Dylan lo recuerda como un señor con el que le fue muy fácil trabajar. Ramone fue el productor de Blood on the Tracks, uno de los principales discos de la carrera del legendario Bob, cumbre de su época de oro y --según sus apólogos-- sólo igualado por el reciente Time out of mind. Gran conversador, y coqueto al punto de detener la charla para cambiar sus anteojos por unos que no reflejen el flash del fotógrafo, Ramone abrió él mismo la puerta de su cuarto cuando recibió a Página/12, para hablar del "Fitou" que está comenzando a conocer. --¿Qué fue lo primero que le llamó la atención de Fito Páez? --Lo que más me llamó la atención cuando lo escuché por primera vez, dejando de lado el idioma, fue su voz. Sale de sus entrañas, desde el interior de un hombre que no tiene miedo en exponerse, que no se preocupa por ser perfecto. Muchos músicos se preocupan por la perfección, que sus notas siempre sean exactas, mientras que Fito está más atento a la aventura. Creo que es un gran intérprete, un poeta de su tiempo, muy poderoso filosóficamente. Su voz es pasión y aventura, y a mí me gustan los artistas así. Tiene una extraña combinación entre Bob Dylan y Billy Joel, algo muy pero muy atractivo. Es un artista del que escuchás su música en el auto y ahí mismo cobra vida. Y eso, te aseguro, no es algo que se escuche muy a menudo.
--Como productor, ¿qué piensa que puede hacer por él? --Primero quiero aclarar que para mí va a ser un gran desafío hacer un buen disco en español. Pero es imposible hacer un gran álbum a menos que sea creíble, y para eso tenemos que creer los dos en el mismo camino. Así que mi objetivo es que, a través del respeto que tenemos el uno por el otro, alcancemos un lugar en que su expansión como artista sea diferente. Es decir: nunca busco hacer algo que sólo me satisfaga a mí. Mi trabajo es hacer que el artista vea su pintura completa. Y hacerle ver que tal vez tenga que repintar el cuadro una o dos veces, hasta que cobre vida. Hay veces que en la música de Fito hay un lío increíble: toca mucho el piano, tiene esa voz, quiere que el bajo esté tan ocupado como él, y que la guitarra haga algo. El escucha esa orquesta. Y yo escucho la canción.
--Usted suele trabajar sus discos desde el mismísimo comienzo, desde la composición. ¿Cómo va a funcionar eso con Fito? --De esa misma manera. Ayer, por ejemplo, me hizo escuchar dos canciones. Una la tenía escrita de hace un tiempo, un homenaje a La Habana, y otra era una canción nueva, un rock. Estuvimos apenas doce horas juntos, pero alcanzamos a hacer algunos cambios. El tenía un arreglo para los caños para La Habana, y lo que hicimos fue probar algunas cosas muy rápido. Cambios sutiles: le dije que tocase el piano después, que el bajo probase con alguna otra cosa. Para cuando terminamos, cuando estábamos cenando, tomando un vaso de vino, me dijo: "Entonces los arreglos de caños no van a funcionar...". "No", le respondí. "Algo pasa cuando los cambiamos". Esas son cosas importantes para mí. Yo trabajo muy rápido, y siento que Fito también lo hace, es algo que compartimos. En doce horas hicimos dos canciones, y hoy las hubiéramos terminado en un 90 por ciento si nos lo hubiésemos propuesto. Ya me siento muy cercano a Fito, y eso que apenas nos conocemos.
--Este momento de su relación con Páez, ¿le recuerda el que tuvo con algún otro artista que haya conocido? --Me recuerda a Billy Joel. Por su pasión, su excitación, su humor. Es un hombre agradable. Muchos artistas con los que uno trabaja están tan preocupados por sí mismos que no entregan nada. Y él da mucho, tanto a la persona que le acerca un vaso de agua como a un tipo que encuentra en la puerta. Eso es muy importante.
--Se dice que usted le cambió la carrera a Billy Joel... ¿Piensa que puede hacer lo mismo con Páez? --No creo que le haya cambiado la carrera a Billy Joel. Simplemente es como el director de una película: uno ve algo en un artista, y él cree en vos y se entrega para que explote la mejor de sus cualidades, y así lleve adelante su carrera. Y es lo que quiero para Fito. Siento que él está en una edad, después de haber sido exitoso por tanto tiempo, en la que necesita alcanzar nuevas alturas. El secreto siempre está en reinventarse a sí mismo, y creo que Fito está en el momento justo para hacer un álbum que sea como una declaración de principios, que abra la puerta para sus próximos diez años de carrera.
--En una nota dedicada al rock latino publicada en la revista Spin, cuando llega el momento de hablar de Fito Páez el cronista lamenta el hecho de que su mundo sea prácticamente intraducible para quien no hable castellano. ¿Usted cree que es así? --No me parece que sea así. Es verdad que su mente es complicada. Es por eso que a veces habla cinco lenguajes musicales diferentes, y todos juntos. El efecto es el mismo que el que puede tenerse con una película de Robert Altman, en el que ocho personas hablan al mismo tiempo. Al comienzo uno cree que le va a ser imposible entender nada. Pero después de un rato la audiencia crece con ella, y la acepta. Así que el trabajo de un buen productor es enfocar de tal manera el arreglo para que el oído y la emoción vayan juntas. La forma en que eso se haga es fundamental, porque Fito explota en su música y todo se instala ahí. Para hacer un disco suyo habría que encontrar una forma de interpretar todo eso sin minimizar la fuerza y la emoción que tiene. Ese es mi trabajo.
--¿En qué momento está su carrera de productor, después de haber trabajado con Sinatra y Dylan, entre otros? --Creo que estoy en un lugar en el que siento que mi relación con muchas de las grandes estrellas con las que he trabajado es muy fuerte. Pero también siento que es mi obligación expandir mi mundo, en términos de nuevos artistas. Eso es lo que he venido haciendo en el último año y medio, salvo alguna tarde con un par de viejos amigos, he trabajado solamente con artistas jóvenes. Por eso me siento capacitado para decir que Fito será uno de los grandes del futuro. Estoy hablando de donde yo vivo, y no de Argentina, donde ya alcanzó ese lugar. Siento que su arte debe ser compartido por mucha más gente. Es el más completo de los artistas que me han sido presentados en este tiempo. Creo que no hay puertas para él. Y pienso que su música está en condiciones de cruzar la barrera del idioma en los Estados Unidos. Como sucede con otros artistas, como en su momento lo hizo Gloria Estefan, como lo hizo Jon Secada. Estados Unidos está en un momento muy especial, estamos frente a una buena y saludable explosión. Hay más gente que habla español en Norteamérica que en toda la Argentina, y también hay una nueva generación de jóvenes y artistas que amarían alcanzar una nueva relación entre ambos idiomas y ambas culturas. Estoy convencido de que la barrera del idioma va a caer en los Estados Unidos, y va a hacer tanto ruido como cuando cayó el muro de Berlín. Es decir, en Alemania el Oeste estaba ahí y no había forma que dejase de estar. Y lo mismo pasa con los latinos en Norteamérica. No van a desaparecer. La barrera que separa las dos culturas va a caer, y la música es el camino a seguir. El ritmo es la llave.
--Una última pregunta: ¿tiene en mente hacer que Páez cante una canción en inglés en el disco que va a producir? --Eso sería genial. Me gustaría que, de las diez o doce canciones que hagamos, haya una o dos en inglés. Pero es algo que no tiene que suceder de una manera forzada. Mi idea es grabar el álbum en el estudio de Fito, y después llevarlo una semana a Nueva York, a mi casa. Uno de sus desafíos como artista será conocer a algunos de los grandes músicos de los Estados Unidos. Y ahí veremos qué pasa.
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