ISRAEL A LOS 50, UTOPÍA REALIZADA
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POR ALEX PRUMMER En el piso 24 de una torre de oficinas, por encima del bullicioso suburbio Ramat Gan de Tel Aviv, está sentado un hombre musculoso vestido de verde botella, con camisa abotonada hasta abajo. Este hombre es el último símbolo de la nueva Israel. En los cinco años desde que el difunto Yitzhak Rabin y Yasser Arafat dieron los primeros pasos tentativos hacia la paz en Medio Oriente en Oslo, Marius Nacht, ahora de 35 años, transformó una vaga idea para mejorar la seguridad de Internet --discutida durante largas noches en la unidad de su ejército-- en una entidad comercial, Check Point, valuada en 1,5 mil millón en los mercados financieros de Nueva York. Las empresas como Check Point, que representan al mundo globalizado virtual de los negocios de fines del siglo XX, están tan alejadas de la imagen y la realidad del nuevo Estado judío como es posible viajar en los 50 años desde la independencia. Los primeros sionistas pioneros se lanzaron a crear una utopía socialista para los judíos en todos lados, para refugiarse de los autócratas europeos, Hitler y los zares que habían creado los pogroms, las indignidades e inhumanidades a los judíos de la Diáspora. El Israel que capturaron de los árabes mientras bajaba la bandera de la unión del mandato británico nunca más devolvería barcos con refugiados a Chipre desde el puerto principal en Haifa, ni tampoco jamás volverían los judíos a campos de concentración en Europa simplemente porque eran una vergüenza diplomática. El núcleo del nuevo Estado debían ser los asentamientos agriculturales, los habitantes de los kibutz con su estilo de vida socialista, y los moshavim, las granjas cooperativistas desparramadas por todo el país. Los pioneros europeos podrían ser granjeros, haciendo florecer su patria bíblica con sus manos y al mismo tiempo ser defensores de las vidas judías. Cada israelí sería un luchador de la libertad, atacando a las fuerzas británicas de ocupación en el período que llevó hasta 1948 y, luego de su retirada, a las legiones árabes. Habría mucho derramamiento de sangre, especialmente en el pueblo de Deir Yassin donde los soldados israelíes se vengaron de los partisanos árabes, mientras surgía la naturaleza militar de un nuevo Estado con vestigios de democracia. Con la ayuda del mundo judío, especialmente la rica comunidad de Estados Unidos, se compraron tractores, arados, semillas, equipos de irrigación y armas. De los valles de Galilea en el norte al desierto de Negey en el sur, el paisaje rocoso y árido fue obligado a florecer con naranjos y viñas, como fue predicho 3500 años antes en las promesas bíblicas a Josué, que escrutaba la tierra para los errantes hijos de Israel. En forma parecida a los socialistas, la estructura de los kibutz productores de citrus fue identificada con el Israel pionero y dominado militarmente de David Ben Gurión, el primer primer ministro del país, la revolución de la alta tecnología se ha convertido en la columna vertebral del Israel moderno.
Mientras que otras actividades económicas, desde el turismo a las inversiones internas y el desarrollo trans-regional, han fracasado como consecuencia del vacilante proceso de paz desde que Benjamin Netanyahu fue nombrado primer ministro, la contribución hecha por las industrias basadas en tecnología y comunicaciones a la riqueza nacional aumentó mucho. En 50 años Israel fue transformada de un Estado agrícola con una débil industria de base, al Valle Silicon de Medio Oriente. "Israel es hoy uno de los principales centros de alta tecnología e investigación y desarrollo", dice el ministro de Finanzas, Jacob Neeman. "Tenemos más de 3000 puestas en marcha de proyectos cada año, que es más que en cualquier lado, salvo Estados Unidos. Esto es para un Estado con una población más chica que la de Nueva Jersey." Israel debe compartir el crédito por este logro con Estados Unidos, que cada año lo abastece con una subvención de 1,8 mil millón de dólares y cuya población judía todavía abastece con más de 500 millones de dólares para fondos privados. La alta tecnología, por primera vez en la historia vacilante de Israel, le ha dado la oportunidad de divorciar su economía del ciclo de la guerra, el terrorismo y el diplomático detenerse-seguir que caracterizó su historia. El año pasado el fuerte crecimiento del período 1990-96, que promedió un 5,9 por ciento, llegó a un abrupto paro cuando las duras políticas fiscales y monetarias infligieron una pérdida, junto con las preocupaciones por la seguridad después de los bombardeos terroristas en Tel Aviv y Jerusalén. A pesar de estos antecedentes poco auspiciosos, las exportaciones del sector de alta tecnología subieron en un 35 por ciento, representando el 64 por ciento del total de las exportaciones. La investigación hecha por el economista del Banco de Israel, Karnit Flug, sugiere que la alta tecnología reclamó una importante parte no sólo de la economía israelí sino también del mercado mundial. Sobre las espaldas de estas industrias florecientes la riqueza nacional de Israel ha catapultado 100 mil millones de dólares al año, dando una renta per cápita de 16,850 dólares, mayor que la de varios miembros de la Unión Europea, incluyendo a Portugal y España. No siempre fue así. La economía del nuevo Estado judío en 1948 era extraordinariamente magra. "Israel fue fundada por ideólogos socialistas que creían en un enfoque colectivista", dice David Levhari, profesor de Economía de la Universidad Hebrea en Jerusalén. La vida comunal económica en el kibutz es todavía gran parte del moderno Israel, pero está luchando contra las fuerzas del consumismo y la urbanización. El kibutz Gezer, que se construyó en el borde de la frontera anterior a 1948 entre la Palestina del mandato británico y sus vecinos árabes al este, es testimonio de las luchas. A raíz de su posición de frontera del comienzo (después de la guerra de 1948 está más seguro dentro de las fronteras de Israel), era tanto un campo armado como un kibutz: 20 de sus miembros fueron muertos y 30 tomados prisioneros durante la Guerra de Independencia. Después de esta experiencia luchó en el nuevo Estado, antes de ser desbandado en 1960. En 1974 un grupo de comprometidos sionistas, traído a Israel de Estados Unidos y América del Sur por la Agencia Judía, decidió reconstruir el Gezer en base a las tradicionales líneas del kibutz. Este grupo altamente educado de kibutniks, algunos todavía usando los tradicionales bigotes estilo mexicano del movimiento hippie, se dedicó a la agricultura, estableciendo un exitosa granja lechera, una producción de pollos y cultivos para arar, aunque esta fórmula no es lo bastante lucrativa como para mantener el kibutz. Gradualmente los edificios de la granja se fueron convirtiendo en una fábrica de pegamento; las dependencias en casas de huéspedes para los estudiantes extranjeros de visita; una huerta en un pequeño parque para los niños visitantes; las tierras arables en el mejor campo de baseball de Israel; ahora el gallinero empezó un negocio de Internet. Mientras los kibutz alimentaron a la gente y crearon la imagen pionera del primer Israel como una democracia sana y al aire libre, el capital que creó el Israel moderno llegó de Alemania en la forma de reparaciones. El dinero alemán construyó mucho de la infraestructura básica, incluyendo los primeros ferrocarriles, un segundo puerto en Ashdod, el aeropuerto Ben Gurión y el sistema vial. A comienzos de la década de 1960 la economía de Israel creció en un 7-10 por ciento por año hasta 1965, cuando se hundió en la recesión antes de la Guerra de los Seis Días en 1967. El conflicto fue un momento seminal en el desarrollo de Israel. Le dio al Estado una enorme confianza, simbolizado mayormente por la captura de Jerusalén y los lugares sagrados judíos. Pero igualmente importante, el embargo de armas francés que siguió forzó a Israel a desarrollar su propia industria aeronáutica, de defensa y química. Ahora Israel podría ponerse a crear una economía de "artillería", proporcionando la tecnología que sería la materia prima para su revolución de alta tecnología 20 años más tarde. La transformación no ocurrió sin traumas. La acumulación progresiva de gasto militar hasta el punto que representaba una sexta parte de la riqueza nacional, en el período inmediato posterior a la Guerra del Yom Kippur en 1973, sembró las semillas de un insostenible déficit presupuestario que culminó en hiperinflación bajo la administración del primer ministro Menajem Begin. La inflación llegó al 374 por ciento antes que el paquete de estabilización, manejado en gran parte por Shimon Peres en el Ministerio de Finanzas, bajara la tasa. Un número de factores combinados con el know-how militar para producir el cambio que plantó a la tecnología al frente de la economía, según Gil Keiler, un experto en negocios de Medio Oriente. Entre el más importante estaba el desmantelamiento del poder del Histadrut, la poderosa organización sindical, que se estafó a sí misma a través de la propiedad industrial, comenzando la primera ronda de privatizaciones de Israel. El Ministerio de Finanzas reconoce que todavía hay mucho por hacer en la cuestión de privatizaciones con mercados de capital y el cerrado sistema bancario. Hay planes para liberar a Israel de los controles de cambio de moneda extranjera en este año de Jubileo. El impacto del proceso de paz ha sido menor sobre las mejores relaciones de Israel con sus vecinos --sólo la relación con Jordania resultó significativa y durable-- y mayor sobre cómo le dio a Israel respetabilidad internacional. Un flujo de inversiones de Estados Unidos, Europa, Japón, y Corea del Sur alcanzó un record de 3,67 mil millones de dólares en 1997 a pesar de la aparente intransigencia de la administración Netanyahu. Israel siempre se enorgulleció de desarrollar una economía basada en la ciencia, usando conocimientos provenientes de sus dos centros de ciencia y tecnología, el Instituto Weizmann en Kehovot, y el técnico Haifa. Aún así, el surgimiento de la alta tecnología no se hubiera sostenido sin la llegada, durante la década de 1990, de 750.000 inmigrantes de la ex Unión Soviética. Hubo una tendencia a menospreciar su contribución con imágenes de doctores barrenderos de calles y jefes mafiosos comprando automóviles Jaguar con valijas de dinero en efectivo. La realidad es que muchos de los soviéticos llegados, con su conocimiento de la ciencia pura y de ingeniería, suministraron a las industrias de alta tecnología una excepcional y talentosa fuerza de trabajo, que de otro modo hubiera necesitado una generación para entrenar. La central de energía que se creó en Medio Oriente desde comienzos socialistas muy poco auspiciosos, brinda un notable testimonio de los beneficios de la fuerte inversión en experiencia y recursos humanos. Traducción: Celita Doyhambéhère. |