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LOS CONSERVADORES IRANÍES HUELEN SANGRE Y DESAFÍAN AL PRESIDENTE

La Justicia en Irán es injusta y a un detenido no se le permite hablar con su abogado, incluso --o, quizá, justamente-- si el detenido es el alcalde de Teherán, aliado del más o menos moderado presidente Jatami. Y esto es para ni empezar a imaginar el trato que debe estar recibiendo el alcalde...

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Primero fue Jomeini (der.) y ahora es Jamenei (izq.) el encargado de mantener la llama sagrada.
Jatami intersecta con la línea dura, y el poder religioso le tira por elevación.

t.gif (67 bytes)  La lucha entre moderados y ultrafundamentalistas escaló una nueva posición en Irán a partir de la negación de la Corte de Apelaciones a excarcelar al alcalde moderado de Teherán. Gholamhossein Karbaschi había sido arrestado el 4 de abril, acusado de malversación de fondos municipales. La demanda presentada por el alcalde fue rechazada después de que varios matutinos hubieran informado que la liberación era inminente. El enfrentamiento político entre el Poder Judicial, bastión conservador, y el Ejecutivo "moderado" provocó una crisis sin precedentes. El presidente Mohammad Jatami fue apoyado efusivamente en su campaña electoral por el alcalde encerrado ahora en la prisión de Evinen, al norte de Teherán. El gobierno de Jatami trata de calmar los ánimos y llamó a los partidarios del alcalde a no organizar manifestaciones. La voluntad de evitar una agravación de las tensiones viene después de que organizaciones estudiantiles llamaron a marchar hoy frente a la Universidad de Teherán, para lo que obtuvieron una autorización del Ministerio del Interior. Estas manifestaciones serían las primeras contra los islámicos más conservadores desde el triunfo de la revolución de 1979.

El juez de la Corte Suprema rechazó la demanda de levantamiento de la prisión preventiva presentada por el alcalde y su abogado, según precisaron los diarios Keyhan y Ressalat, conservadores y por ende habitualmente bien informados sobre cuestiones judiciales. Las autoridades judiciales han negado a varios representantes del gobierno y de organizaciones privadas la autorización para visitar a Karbaschi, con el argumento de que las normas penitenciarias prohíben las visitas a los detenidos de personas que no sean familiares inmediatos. También han impedido a Bahman Keshavarz, abogado del alcalde, ponerse en contacto con su defendido en los nueve días que lleva encarcelado. Varias personalidades allegadas a Karbaschi acusaron directamente a la Justicia de llevar a cabo una "campaña política" disfrazada de lucha contra la corrupción y dirigida contra el jefe de Estado y sus partidarios.

El arresto del alcalde, el primero en la lista negra de los conservadores desde las elecciones presidenciales de mayo de 1997, fue el clímax de un escándalo de corrupción municipal por cientos de millones de dólares. El caso se convirtió en la primera plana de los diarios en la era "moderada" de Jatami, cuando varios funcionarios municipales detenidos declararon en el curso del último mes que sufrieron "tratos inhumanos y torturas" durante su arresto. El Poder Judicial, en manos de los ultras, como el Parlamento, fue sometido a presiones que no había conocido hasta entonces para que respondiera a las acusaciones de la prensa. Y por primera vez las presiones provenían tanto de la oposición "moderada" como de la opinión pública en general. El escándalo es el arma con la cual el ayatola Alí Jamenei, del ala dominante y ultrafundamentalista del régimen, intenta dejar fuera del juego a Jatami y a los reformistas moderados. El Parlamento se reunía hoy a puertas cerradas para analizar el problema. El ministro del Interior Abdola Nuri, uno de los defensores más activos de Karbaschi, podría ser llamado a explicarse ante los diputados.

La Unión Islámica de estudiantes universitarios ha obtenido la autorización para realizar hoy una manifestación, contra las advertencias del Ejecutivo, quien sin embargo admitió que el pueblo tiene derecho de "manifestarse". El lema de la marcha de los estudiantes es "La unidad del pueblo significa poder para Jatami", en evidente desafío a los sectores opuestos a la moderación y al aperturismo interno e internacional del actual presidente. El gobierno mismo de Jatami conserva una posición ambigua: por un lado sabe que la movilización es una prueba de su poder, pero por otro teme las consecuencias de una represión de la mayoría fundamentalista, que se justificaría entonces ante una opinión pública nada amiga de los disturbios.

El Poder Judicial y los principales miembros de la mayoría parlamentaria conservadora replicaron también con asombro a las provocaciones del Ejecutivo. Cuentan con el esperable respaldo legalista: se trata de una acción judicial (y policial) que "no tiene nada que ver con la política". El hoyatoleslam Mohsseni Ejei, presidente del tribunal encargado de juzgar a los funcionarios, declaró con una naturalidad que sólo persuade a sus partidarios que "la Justicia se pronunciará con toda imparcialidad y sin consideraciones políticas sobre los delitos atribuidos a Karbaschi". Pero el arresto y el posterior rechazo a la excarcelación han sido considerados por todos los sectores como hechos de una innegable significación política. La batalla que se librará en los tribunales sacrales no se gana sólo blandiendo los mejores argumentos jurídicos.

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