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espectáculo de la compañía Momix. Intérpretes: Erin Elliot, Yasmine Lee, Jennifer Clark, Tim Acito y Brian Simerson. Música: Peter Gabriel. Coreografía: Moses Pendleton. Teatro Lola Membrives, 15 (estreno). Otras funciones: jueves a domingo a las 21, hasta el 3 de mayo. Por Cecilia Hopkins
En Passion, los intérpretes de Momix siguen entrelazando sus cuerpos en secuencias de impecable sincronía y precisión. Ellos convierten hasta las rutinas de entrenamiento en refinadas coreografías por el modo en que las combinan y estilizan. La armonía de los movimientos y el juego simétrico que caracterizan las formas concebidas por su director, Moses Pendleton, consiguen crear un clima de hipnosis continua. Los quiebres expresionistas o la agresividad física no aparecen en su discurso coreográfico. Sí abundan los desplazamientos ingeniosos o la interprenetración de los cuerpos que crean la ilusión de transgredir todo límite natural. La combinación de extremidades cimbreantes que parecen surgir de un mismo torso recuerda el porte de las deidades orientales. Esa fue la primera de las abundantes imágenes religiosas que mostró Passion, unificadas por un clima de ensoñación, construido sobre la base rítmica de la música compuesta por Peter Gabriel para La última tentación de Cristo de Martin Scorsese. También el humor se hizo presente cuando dos bailarines asociaron sus anatomías bajo el amplio vestido de una damita de delicado aspecto para dar rienda suelta a un imprevisto juego de movimientos imposibles. Rondas celebratorias y seres primitivos de aspecto surreal evolucionan bajo la tenue iluminación. Las acciones tienen lugar detrás de una pantalla traslúcida sobre la que se proyectan las imágenes de un paisaje fantástico, a veces solamente logrado con la ampliación de la corola de un girasol. Las continuas alusiones a la naturaleza son otra constante en las creaciones de Pendleton, quien ya había adelantado que este espectáculo está destinado a ofrecer "una visión positiva, el sueño paradisíaco de cómo podría ser el mundo". Las imágenes expuestas mantuvieron una total consonancia con la visión idealizadora del artista. Inspirados en el comportamiento animal o en las posibilidades de movimiento que sugieren cintas y tules, paraguas y varas flexibles, los intérpretes compusieron secuencias que alternaron imágenes abstractas con otras más narrativas, en las que el cuerpo desnudo fue casi una constante.
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