LOS PASAJEROS DE UNA PESADILLA
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Por Carlos Rodríguez Desde Goya "Yo soy muy creyente, soy evangélico, y me voy a quedar acá mientras tenga víveres". Mojado, descalzo, sentado bajo una improvisada carpa de plástico que no lo cubre ni del viento ni del agua, con sus notorios 63 años de vida a cuestas, es innecesaria la declaración de principios de don Nicolás Valenzuela. Es obvio que cree en Dios y en su tierra. En la patriada no está solo, lo acompañan Luciano, uno de sus cinco hijos, sus tres perros y Pepo, un loro que parece ser el único que quiere irse. El grupo levantó su refugio sobre uno de los puentes de la ruta 23, en la localidad de Perugorría, a unos 40 kilómetros de Goya. Están sobre una de las márgenes del poco caudaloso río Corrientes, ahora convertido en mar. No los amilana ni el hecho de saber que horas antes, muy cerca de allí, tres personas murieron ahogadas --ya son siete las víctimas fatales de la inundación-- cuando personal de Defensa Civil trataba de rescatarlas porque habían quedado rodeadas de agua, sin casa ni comida. Los Valenzuela y sus mascotas --"sólo las gallinas se quedaron en las casas, colgadas de un árbol como si fueran frutos", se ríe don Nicolás a pesar de todo-- ponen el pecho como "buenos correntinos" que son, aunque los que perdieron sus casas sumen ya 10.000 sólo en la provincia.Y son centenares las historias de agua. "A un chico de 14 años lo volteó el caballo en medio de la creciente. Nadó hasta un eucalipto y se quedó aferrado al árbol durante ocho horas". Carlos Manuel Rima asegura que cuando lo rescataron "no lo podían separar del eucalipto porque estaba agarrotado por el frío". Cuando el oyente cree que ya está cubierta la cuota de drama, el relator aclara: "Y eso no es nada, lo peor es que lo estaban comiendo las hormigas y hasta le habían arrancado pedacitos de la cara, de oreja". Rima, uno de los tantos voluntarios que andan a lancha y coraje por ahí, participó en el salvataje del muchacho, que ahora está bien y fuera de peligro. "Gente de 80 años que siempre ha vivido en la zona no recuerda ninguna inundación que pueda compararse con ésta". El que habla ahora es Bruno Lovinson hijo, supervisor de Defensa Civil de la provincia. Su padre, que tiene el mismo nombre, es el director del ente. Todavía no hay una explicación terminante sobre las razones del desastre. En pocas horas, entre la noche del domingo pasado y la madrugada del lunes, cayeron más de 600 milímetros y comenzó el caos. Según la información que maneja la gente del lugar y especialistas que forman parte del Foro Multisectorial por la Justicia de Goya --integrado entre otros por la monja Martha Pelloni--, a la lluvia se le sumó el hecho de que cedió una represa levantada en una planta algodonera de la firma Pérez Companc. Las radios locales hablan de "la catástrofe del siglo en Corrientes". Las primeras víctimas vivían en la periferia de Goya, la segunda ciudad en importancia después de la capital provincial. "Yo me desperté el lunes a la mañana y, cuando bajé de la cama, no hice más que pisar agua. La sequé con un trapito y a la media hora otra vez se mojó todo. Me asomé por la ventana y vi que eso era un río. Apenas tuvimos tiempo de irnos con mi mujer, que está embarazada, y mis cinco hijos". Roque Cuevas, descalzo como casi todos, narra su película de terror en el patio de la escuela Santa Teresa, donde están viviendo 150 personas, en su mayoría niños que ayer por la tarde se entretenían mirando por TV color a "Los Simpson". Ironía del destino, a Bart Simpson le moja la cara un chorro de agua y uno de los pequeños espectadores grita: "Igual que a nosotros", pero nadie se ríe. Llegar en avión a Corrientes es comprobar que el marrón del río le gana por goleada al verde de los campos. Por la ruta 12 que lleva a Goya, a través de 230 kilómetros, hay dos ríos nuevos que flanquean el asfalto y que a cada metro se hacen más anchos y turbulentos. En la parroquia San José Obrero de Goya hay 120 evacuados. Eladia y Marta Alegre, Rita Isabel y Norma Beatriz Ortiz tienen varias cosas en común: son parientes entre sí, fueron madres solteras, parieron varios hijos y perdieron la única casa que compartían. Ahora piden que por lo menos les regalen "los colchones y las frazadas" que sólo le han sido dados, por ahora, en calidad de préstamo. Rita Ortiz reniega: "No tenemos nada". A Eloina Ramírez no le ha ido mucho mejor. Tiene seis hijos sanos, un marido trabajador y tenía, hasta hace muy poco, una casa "modesta pero linda" cerca de la rotonda donde se juntan las rutas 12 y 23. Ayer estaba parada en ese cruce, a cinco cuadras de su domicilio de siempre, ahora alojada con sus hijos en una casilla rodante "fría como la muerte" que le han prestado. "No nos quedó nada en pie. Los muebles están destruidos, la humedad de las paredes no la vamos a sacar más y mi marido se quedó sin trabajo porque se perdió la cosecha de algodón". Eloina, para darse ánimo, piensa en voz alta: "Hay otros que están todavía peor que yo, que todavía no perdí la ilusión de poder volver de alguna manera a mi casita". Uno de esos otros es Roque Cuevas, quien está seguro de que su morada, ubicada en la periferia de Goya, "ya debe haberse derrumbado porque es de barro y caña. Y es muy viejita, sabe", cuenta como si se tratara de su madre.
EN GOYA SOSTIENEN QUE LA AYUDA PROMETIDA POR PALITO NO APARECE "ACÁ NO HAY PARA COMER, NO LLEGÓ NADA" "Si lo que se ve por televisión es patético, lo que se ve desde el aire es para llorar". En estos términos el titular del Segundo Cuerpo del Ejército, Eduardo Cabanillas, graficó la situación que se vive en las provincias del Litoral, donde las persistentes lluvias castigan toda la región. En Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, Chaco y Formosa, los evacuados que debieron abandonar sus hogares sumaban casi 40 mil y otras 100 mil personas están afectadas por el anegamiento de campos y caminos; las pérdidas económicas se calculaban en cerca de 1000 millones; 30 rutas nacionales estaban interrumpidas o cortadas y seguían cayendo puentes bajo la fuerte presión de las aguas. Las cifras señalan un saldo de siete muertos en la que fue calificada como la peor inundación de la década. Mientras aumentan los daños provocados por las lluvias, un chaparrón de acusaciones cruzadas se desploma sobre el arco político. "No hay inundados peronistas e inundados radicales. Acá hay inundados que han perdido todo lo que forjaron trabajando durante toda su vida", le retrucó el secretario de Desarrollo Social, Ramón "Palito" Ortega, a las críticas que desde la localidad correntina de Goya le formuló el jefe comunal: "Vino aquí con 120 frazadas para la gente, cuando en realidad había 3000 evacuados. Me hablan de miles de millones de pesos, pero acá no hay para comer, no llegó absolutamente nada y las cuentas están en rojo", se quejó Víctor Balestra. Desde la oposición, Ortega también fue blanco de críticas por hacer "demagogia" mostrándose con los damnificados. Sin embargo él prefirió minimizarlas: "Son sólo interpretaciones", respondió antes de partir hacia la ciudad santafesina de Reconquista, en donde instalará un centro estratégico de operaciones para coordinar los operativos. El ministro del Interior, Carlos Corach, eligió las comparaciones: cotejó la crisis generada por las inundaciones con los efectos que produce un terremoto. Y negó estar discriminando políticamente el destino de la ayuda financiera, tal como acusó el senador radical José María García Arecha. Entretanto, la situación sigue empeorando. Corrientes es la provincia más afectada con más de 10 mil personas evacuadas. El intendente de Goya, una de las zonas que están anegadas y aisladas, advirtió que "la gente está pasando hambre". Las plantaciones de tabaco, algodón y arroz están totalmente destruidas y los daños superan los 300 millones de pesos. En Entre Ríos suman 10 mil los evacuados. "Nunca se vio nada igual", se lamentó el gobernador Jorge Busti al tiempo que estimó que la situación empeorará cuando baje el pico de la creciente que hay en Corrientes. Casi 8500 pobladores abandonaron sus casas en la provincia de Santa Fe. De los 12 millones de hectáreas de tierras aprovechables para la actividad agrícolo-ganadera, cerca de la mitad está cubierta por el agua. En tanto, en todo el territorio formoseño se contabilizan 6000 evacuados y las autoridades admitieron que no se vislumbra una mejoría en el clima. Los ríos Paraguay, Pilcomayo y Bermejo siguen creciendo.
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