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POR JOSÉ P. FEINMANN Tal vez fue el inconsciente del ministro del Interior Carlos Corach. Tal vez fue su más dura conciencia, su tenaz determinación de hacer, siempre, política. No importa. Lo que importa es que realizó una simetría que arroja una luz reveladora sobe la instrumentación político-electoralista de la tragedia del Litoral. Dijo, Corach, que las inundaciones son tan devastadoras como un terremoto, que tienen su mismo nivel de tragedia y desolación. Terremotizar las inundaciones es incluirlas dentro de la historia exitosa de la caridad peronista. Hagamos, muy brevemente, algo de historia: el 27 de octubre de 1943, el ascendente, vertiginoso coronel obrerista Juan Perón se hace cargo del Departamento Nacional del Trabajo y, sólo un mes más tarde, esta dependencia se transforma en la Secretaría de Trabajo y Previsión, que fue la restallante disparadora de Perón hacia la consagración popular. Hubo un trágico acontecimiento que lo ayudó: "El 15 de enero de 1944, un violento terremoto sacudió la provincia de San Juan sembrando el pánico y dejando un saldo de miles de muertos y heridos" (Marysa Navarro, Evita). Apenas siete días después se organiza en el Luna Park un festival artístico para ayudar a las víctimas del terremoto. Y aquí, en este festival, Perón conoce a Eva Duarte, que era una mala actriz de pelo moreno, grandes ambiciones y encanto irresistible. Nace, entonces, una relación amoroso-política que habría de posibilitar las más poderosas tramas de poder de los largos años por venir. Hoy, en medio de los estragos del Litoral, el peronismo pone al frente de la ayuda a un
ex cantante popular, un hombre que viene de abajo, cuyo cargo suena muy parecido al que
tuviera Perón en los lejanos días de 1943: Palito Ortega --de él se trata-- es
secretario de Desarrollo Social. ¿Será esta Secretaría su Secretaría de Trabajo y
Previsión? No. Perón actuaba desde un Estado fuerte, que podía entregarse con eficacia
a una tarea social-salvacionista. Ortega --cuya insuficiencia ronda ya con el patetismo--
pertenece a un Estado deshecho por las brumosas privatizaciones menemistas. No será un
nuevo Perón. No encontrará a una fulgurante compañera ni actualizará a la que tiene.
Este Estado no puede ser social-salvacionista porque desmanteló su poder por medio de la
voracidad privatizadora. Sin duda, las inundaciones del Litoral tienen la gravedad de un
terremoto. Pero --para Ortega y su partido-- este terremoto no será el de San Juan. |