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EN CALIFORNIA ANALIZAN CASOS DE DESAPARECIDOS NORTEAMERICANOS

¿UN JUEZ GARZÓN EN ESTADOS UNIDOS?


El mismo abogado que le ganó un juicio civil por 21 millones de dólares a Suárez Mason impulsa que la justicia de EE. UU. tome los casos de desaparecidos de ese país en Argentina.

POR MIGUEL BONASSO

t.gif (67 bytes)  ¿Podría surgir un juez Garzón en los Estados Unidos? La pregunta, que entraña una inquietante posibilidad para quienes propician "las relaciones carnales", dista de ser una ociosa adivinanza y podría tener una respuesta en los próximos días si fructifican los esfuerzos del abogado mendocino Horacio Martínez Baca, que integra el Comité de Derechos Humanos de San Francisco y el Colegio de Abogados de California. Y, además, tiene buena estrella, porque en 1987 le ganó el ax general Carlos Guillermo Suárez Mason un juicio civil por 21 millones de dólares.

Ahora, Martínez Baca está trabajando activamente para que un magistrado de California recoja al menos uno de los tres casos de norteamericanos desaparecidos en la Argentina del terrorismo de Estado: el de Billy Lee Hunt, que nació en Lebanon, Tennessee, EE:UU., el 6 de mayo de 1948 y fue llevado por su madre a la Argentina cuando tenía seis años, junto con su hermana mayor Evie. Una de esas historias de cruces y extrañamientos que hacen a la esencia de la Argentina contemporánea. Y arranca, como en las películas, en la Italia de la posguerra, cuando el padre de Billy y Evie, un "farmer" devenido soldado, conoció a Gioseppina Leo y se la llevó a Lebanon. Seis años más tarde Gioseppina se divorció de Willie Clarence Hunt, obtuvo la patria potestad sobre sus dos hijos y marchó a la Argentina de 1954 donde declinaba la primera etapa del peronismo. Allí se volvió a casar, tuvo otra hija, Nancy Raganato, y fue alcanzada, en 1977, por la tragedia.

Un 8 de abril

"Flaca, si no me ven más hacé cualquier cosa: llamá a la Embajada", le dijo Billy Lee Hunt a su hermana mayor Evie cuando ésta le avisó que se cuidara "porque estaba fichado". Horas después de esa conversación, el 8 de abril de 1977, el muchacho, que hacía nacido 28 años antes en Estados Unidos pero ya era tan criollo como para militar en la Juventud Peronista de Mendoza y presidir el Centro de Estudiantes de Periodismo, ingresaba al mundo espectral de los desaparecidos. Secuestrado, presumiblemente, por hombres de la Octava Brigada de Infantería de Montaña, dependientes del temible Tercer Cuerpo de Ejército, comandado por el no menos temible general Luciano Benjamín Menéndez. Entonces Evie, desesperada, cumplió su promesa y llamó a la embajada norteamericana, cuyo cónsul le prometió ocuparse del conciudadano en peligro. Veintiún años más tarde Evie piensa: "La verdad es que no se molestaron demasiado. El cónsul lo único que hizo fue llamar por teléfono a la Octava Brigada para preguntar si allí estaba detenido el ciudadano norteamericano Billy Lee Hunt". Y hay una pausa en el diálogo telefónico con Página/12 donde no cuesta adivinar la ironía por lo ridículo del procedimiento e imaginar el calvario de la hermana mayor, de su madre Gioseppina Leo y de su media hermana Nancy, recorriendo comisarías, cuarteles y juzgados, recibiendo negativas, mentiras o curiosas torpezas de la burocracia del terror, como esa respuesta a un habeas corpus donde la policía de Mendoza, en la misma hoja, desconoce si "el causante" es requerido por autoridades policiales o militares y reconoce que "registra un pedido de captura" de la Octava Brigada de Infantería de Montaña.

Búsqueda individual que las llevó, como a tantos otros, a reconocerse en los que habían sufrido la misma mutilación y a cofundar la Comisión de Familiares de Mendoza. Para seguir añorando hoy, al muchacho "alto y rubión", "siempre alegre", "que cantaba en 'Los Caravello', un grupo de rock que en esos años tuvo mucho éxito aquí en Mendoza". Que este 6 de mayo hubiera cumplido 50 años si en aquel viernes Santo del '77 no se hubiera encontrado con su propio Gólgota en una calle de Mendoza. Durante estos años, también, "la Embajada" trató de mejorar, al menos, las formas.

"Cuando volvió la democracia --recuerda Evie-- el cónsul norteamericano vino a Mendoza a visitarnos. Pero luego hubo otro largo paréntesis de silencio hasta que en noviembre pasado, en respuesta a la oficina mendocina del Movimiento de Derechos Humanos (MEDH), el cónsul Bryant J. Salter explicó que la Embajada "no está autorizada a intervenir judicialmente como parte en el extranjero" pero que si la "hermana del causante" iniciara una presentación judicial "entonces esta embajada podría comunicarse con el juzgado interviniente a fin de expresar su interés por el esclarecimiento del caso".

Ahora, con una presentación en el propio territorio norteamericano, Evie Hunt (que curiosamente ha olvidado el inglés que aprendió en sus primeros ocho años de vida) puede aumentar sustancialmente la apuesta en favor de la verdad.

Aunque lo que ella siguió anhelando igual que su madre, que ya ha cumplido los 78 años, es la justicia, que va más allá de la verdad.

"Lo que siempre esperamos --dice, grave, clausurando el diálogo con Página/12-- el castigo de los que se lo llevaron con vida".

Verdad: Ahora, con una presentación en el propio territorio norteamericano, Evie Hunt puede aumentar sustancialmente la apuesta en favor de la verdad.



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