UNA MUERTE MACABRA EN LA SIDE
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Por Raúl Kollmann "Te vamos a matar a vos y a los gatos", gritó el año pasado Ricardo Dáttoli, el hombre a cargo de la seguridad en la Escuela Nacional de Inteligencia de la SIDE. Lo que a Dáttoli le molestaba era que Sofía Fijman, una señora de 76 años, de clase media, les diera de comer a los gatos que hay en el jardín de la inmensa mansión en la que funciona el organismo de la SIDE. El desenlace se produjo el 26 de febrero pasado. Cuando la señora Fijman estaba acariciando un gato a través de la reja del frente, Dáttoli accionó el gigantesco portón de la casona sin que en ese momento entrara ni saliera vehículo o persona alguna. La mole de metal aprisionó la mano de la señora y después terminó aplastándole la cabeza. Dáttoli es conocido como un pesado dentro de la SIDE y según parece sigue trabajando en el organismo de inteligencia. Está allí desde la época de la dictadura militar, ya que ingresó en 1974, y los contribuyentes le pagan un sueldo de 1700 pesos por apenas seis días de trabajo mensual. Hace guardia 36 horas y después descansa cinco días seguidos. La noche de la muerte de Sofía, un altísimo funcionario de la SIDE llegó hasta el velatorio para darle el pésame a la familia Fijman: "Ese es un asesino", comentó entonces. La causa judicial fue inicialmente caratulada como homicidio simple y Dáttoli estuvo preso durante unos 30 días. Después quedó en libertad porque el juez Vicente Cisneros aceptó sus argumentos y recaratuló el expediente, considerando el hecho como un accidente. La realidad es que Dáttoli había amenazado a la señora Fijman anteriormente, tal como declaran en la causa judicial su empleada --que la acompañaba todas las noches a dar de comer a gatos y mendigos-- y su hijo Marcelo, a quien la señora le contó aquello de "te vamos a matar a vos y a los gatos". Cuando al "matón" (así describen a Dáttoli alguno de sus vecinos, consultados por Página/12) se presentó a declarar ampliando la indagatoria, sostuvo el siguiente diálogo con el fiscal Pablo Lanusse: --¿Por qué abrió el portón si no entraba ni salía nadie? --preguntó el fiscal --Bueno, yo no quise amenazar a la señora. Lo que sucedió es que me caí --fue la respuesta. El hombre quedó evidenciado por sus palabras: como se ve, en su cabeza estaba la idea de utilizar el portón contra la señora. Pero los hechos de la misma noche son asombrosos. Dáttoli accionaba la mole metálica desde una habitación en la que había 16 monitores y según muestran claramente las tomas que quedaron grabadas, el guardia veía perfectamente, segundo a segundo, lo que estaba pasando en el portón. El argumento de Dáttoli es que se tropezó con los cordones de sus zapatos, pero simplemente viendo las fotografías del lugar queda claro que es casi imposible que haya sucedido en la forma en la que dice. Los tres botones que accionan la puerta están en dirección oblicua al lugar donde estaba sentado el custodio y, además, hay un estante exactamente encima de los botones, de manera que en una caída se hubiera apoyado en el estante y no en el botón. Cuando se pidió la reconstrucción del hecho, el juez lo denegó. A esto hay que sumarle otro hecho: cuando Dáttoli abre el portón y aprisiona la mano de la señora Fijman justo pasa un matrimonio de turistas australianos. El hombre trata de frenar el portón que ya había agarrado la mano, pero aún no la cabeza de la señora. El australiano hace fuerza y grita durante tres minutos --así lo declara en la causa judicial--, pero finalmente el portón lo vence y mata a la señora. En ese tiempo, Dáttoli no accionó el portón para que retrocediera a pesar de que una de los botones de mando está para ese fin. "Es un caso de gatillo fácil --sostiene Marcelo Socolinsky, el hijo de Sofía--. Esta vez fue un matón que trabaja en la SIDE desde el Proceso y que como acto de prepotencia le tiró encima el portón a mi mamá. Y la mató, sólo porque ella era un ser extraordinario que les daba de comer a gatos y mendigos." El fiscal Pablo Lanusse apeló la decisión del juez de considerar el hecho como un homicidio culposo --accidente-- y ahora la sala sexta de la Cámara Federal deberá decidir.
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