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Enésimo esfuerzo "de último momento" para salvar el agonizante proceso de paz en Medio Oriente: el 4 de mayo, bajo la tutela de Gran Bretaña --presidente de turno de la Unión Europea--, Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, y Yasser Arafat, presidente de la Autoridad Palestina, se reunirán separadamente con la secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright. Este es el resultado de una propuesta del primer ministro británico Tony Blair en Israel, que está vista como un ejemplo de la creciente asociación entre británicos y norteamericanos en cuestiones de política exterior, como se vio en el caso reciente del acuerdo de paz en Irlanda del Norte. Los esfuerzos norteamericanos por avanzar hacia la paz siguen estrellándose contra el rechazo de Netanyahu de ordenar una gran retirada del ejército israelí de Cisjordania. Los acuerdos sobre la autonomía palestina prevén ese retiro, pero no fijan su amplitud. Estados Unidos incita desde hace meses a Israel a aceptar una retirada del orden del 13 por ciento de Cisjordania, pero el gobierno conservador de Israel, que depende del apoyo de partidos minoritarios de extrema derecha para sobrevivir, siempre se ha negado a ir más allá del 9 por ciento. Arafat, por su parte, reclama un 30 por ciento del territorio. Además, el primer ministro israelí supedita la retirada a otra serie de condiciones, entre ellas la de que los palestinos incrementen sus esfuerzos en materia de seguridad. Recientemente, Arafat ha subido el nivel de su apuesta en ese sentido, al arrestar a cinco líderes de primera línea de la organización fundamentalista Hamas, lo que puede tener que ver con su intención de reactivar el proceso de paz. Blair, quien realiza una gira por Medio Oriente para promover ideas de la Unión Europea sobre el proceso de paz, fue recibido personalmente por Arafat ayer en el puesto fronterizo de Erez, que separa Gaza --gobernada por los palestinos-- de Israel. Sus caravanas de vehículos viajaron a través de las calles polvorientas adornadas con banderas británicas hasta el despacho de Arafat en Gaza. Los dos líderes tenían previsto sostener dos sesiones de conversaciones. Blair también tiene programado visitar una escuela para chicas palestinas y uno de los ocho campamentos para refugiados que existen en el empobrecido enclave, así como pasar una noche en territorio palestino, lo que lo convertirá en el primer jefe de Estado o de gobierno en hacerlo, y tiene la intención de subrayar simbólicamente su respaldo a la idea de un Estado palestino independiente. Esta misión de Blair se inserta en un contexto de mayor complejidad. Dennis Ross, emisario especial de Estados Unidos para Medio Oriente, es esperado en la región el viernes, para intentar que tanto Arafat como Netanyahu acepten el principio de retirada del 13 por ciento. Netanyahu informó el lunes a su gabinete sobre la propuesta británica y los ministros reafirmaron su opción a ceder ese porcentaje, según dijo el viceministro de Defensa Silvan Shalom. El primer ministro debió dar seguridades a sus ministros del ala más extrema de la derecha en cuanto a que las conversaciones de Londres no serían una nueva "conferencia internacional de paz", en que Europa y Estados Unidos no actuarían ya como mediadores sino como participantes plenos, diluyendo por lo tanto el poder de decisión --y de obstrucción-- israelí. Como el gobierno de Netanyahu se sostiene por una mayoría de solamente un voto en el Parlamento unicameral de 120 bancas, la extrema derecha ha pasado a adquirir una importancia más allá de toda proporción con su caudal electoral real. En los últimos meses, Arafat se ha negado a entrevistarse con Netanyahu, argumentando que "antes" de ello el jefe del gobierno israelí debía cumplir con los acuerdos firmados por Israel. Entre esos acuerdos se halla el que el gobierno suscribió en enero del año pasado para un repliegue y la transferencia a la Autoridad Palestina de zonas rurales ocupadas de Cisjordania, lo que iba a tener lugar en tres etapas y debía ocurrir a mediados de este año. Hasta la fecha no se ha llevado a la práctica ninguna de esas evacuaciones por divergencias en torno de los porcentajes de territorio que ha de ceder Israel, que conquistó la zona en la guerra de 1967. Otro punto de litigio que separa a ambos lados es el nuevo aeropuerto internacional de Gaza, que ya fue terminado de construir pero no se puede usar porque Israel insiste en retener el control de los aspectos de seguridad.
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