DEMOCRACIA PARAGUAYA
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Luego de que la Corte Suprema paraguaya dejara fuera de la carrera presidencial a Lino Oviedo --al ratificar una condena de 10 años de un tribunal militar-- el viernes pasado, la Justicia Electoral ratificó la candidatura de Raúl Cubas, el ex compañero de fórmula de Oviedo, en su lugar, y la de Luis María Argaña, el inmediato seguidor de Oviedo en los comicios internos del Partido Colorado, como vicepresidente. Ambos se reunieron ayer durante más de dos horas para evitar enfrentamientos entre sectores del partido y confirmar que las elecciones se harán el 10 de mayo tal como estaba previsto, pero hasta esa fecha tendrán que trabajar duro: el candidato de la opositora Alianza Democrática, Domingo Laíno, le lleva a Cubas una ventaja del 7 por ciento en las encuestas, la misma diferencia que Oviedo tenía justamente sobre Laíno. Este fin de semana podía esperarse cualquier cosa de la situación política en Paraguay: había sido una semana violenta en la cual partidarios del Partido Colorado, alentado por Wasmosy, trataron de invadir el Tribunal Supremo de Justicia Electoral (TSJE) por supuestas maniobras perjudiciales para el partido en los padrones, y en la que una bomba estalló en el subsuelo del edificio del Poder Judicial cuando la Corte Suprema estaba en tren de decidir si ratificaba o no la condena a Oviedo. Como corolario del clima, el anuncio de la confirmación de la sentencia abría múltiples posibilidades. Cubas había dicho que indultaría a Oviedo si era elegido presidente, aunque sabía que Argaña, el gran enemigo del ex general en el partido, sería su compañero de fórmula; los seguidores de Oviedo habían dejado en claro, en oportunidades anteriores, que llamarían a la resistencia civil ante cualquier decisión que excluyera a su líder de la presidencia paraguaya; y Wasmosy seguía barajando la posibilidad de postergar las elecciones, algo que en las especulaciones previas al viernes era la consecuencia inmediata lógica en caso de que la Corte ratificara, como lo hizo, la condena militar. Pero Cubas y Argaña parecieron entender que pertenecían al mismo partido y que no convenía reproducir con otros nombres el enfrentamiento Oviedo-Wasmosy. Ambos se reunieron en presencia de la esposa de Oviedo, Raquel Marín, para acordar el contenido de la campaña electoral y fundamentalmente para confirmar que no hará falta pedir al presidente una postergación de los comicios --tal como prevé la Constitución para estos casos de emergencia--; hasta ayer, Argaña parecía favorable como Wasmosy a esta opción. "Consideramos que el pueblo colorado está unido y es hora de que la dirección se pueda encauzar para la organización interna de los comicios", dijo ayer Cubas. Si bien ambos dirigentes sellaron un pacto que disipa en el corto plazo las posibilidades de violencia, tienen sólo tres semanas para dar vuelta lo que a su vez ya dio vuelta el fallo de la Corte: la distancia de siete puntos que ahora favorece a Laíno. En realidad, desde setiembre pasado, el panorama político paraguayo presenta un alto grado de confusión. En ese mes, luego de haber intentado hace nada más que dos años el derrocamiento de Wasmosy cuando era jefe del Ejército en 1996, Oviedo ganó las internas del mismo partido gobernante sin pertenecer a su aparato tradicional. Con un discurso populista rematado con frases en guaraní, Oviedo parecía imparable tanto para los colorados como para la oposición. De nada sirvieron las acusaciones de fraude ni el arresto de 30 días por agraviar a Wasmosy tildándolo de "corrupto": Oviedo había comenzado el año con todas las de ganar. Sin embargo, el presidente ordenó la formación de este tribunal militar --cuando la Justicia civil ya lo había absuelto del cargo de rebelión por aquel levantamiento-- que dictó prisión preventiva para Oviedo el mismo día en que terminaba su arresto. Desde los dirigentes opositores hasta el mismo Argaña descalificaron la decisión. Con un candidato que había pasado de victimario golpista a víctima encarcelada, sus partidarios llamaban al levantamiento popular y el 17 de octubre paraguayo parecía inminente. Pero la cúpula del sector de Oviedo, la Unión Nacional de Colorados Eticos (UNACE), acató la decisión del máximo tribunal, quizás confiando en revertir los números desfavorables que entregan las encuestas y, llegado el 15 de agosto --fecha de asunción del nuevo presidente--, y esperando devolverle al líder sus honores. La reaparición de Argaña no augura facilidades para esta posibilidad, aunque su currículum deja muchas dudas sobre sus convicciones: fue asesor y presidente de la Corte Suprema durante la dictadura de Stroessner y luego canciller del gobierno de quien había derrocado a Stroessner, el general Andrés Rodríguez, y con Wasmosy supo ser enemigo hasta que se dio cuenta de que apoyándolo podía destronar a Oviedo. Ante esta situación, el oficialismo tiene un panorama complicado: si gana Laíno, se interrumpirán 50 años en el poder. Si gana su candidato, las luchas internas volverán a sucederse, con resultados imprevisibles, ante la posibilidad de otro fantasma con forma de peronismo: Cubas al gobierno, Oviedo al poder.
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