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OBLIGAN A DESALOJAR LA VILLA UBICADA TRAS CIUDAD UNIVERSITARIA

LA ALDEA GAY TIENE FECHA DE SALIDA

La aldea fundada por un grupo gay en terrenos de la UBA será desalojada: un juez les dio un plazo de diez días. La CHA denunció que hay discriminación en la ayuda que se dará a unos y otros, pero el gobierno porteño asegura que se tratará por igual a parejas homo o heterosexuales.

Pedro y Mara, dos habitantes de la Aldea Gay, no saben dónde irán a parar.

Por un convenio entre la UBA y el gobierno porteño, la zona se convertirá en un parque.

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t.gif (67 bytes) El bidón de Pedro está lleno. Cierra la canilla y remonta el camino hacia la Aldea. Desde el vertedor deberá recorrer cerca de un kilómetro hasta su rancho, escondido desde hace cinco años en la Aldea Gay. Pedro es homosexual y fue el primer habitante del poblado que creció detrás de Ciudad Universitaria. En 10 días sus 60 moradores deberán abandonarlo. La sentencia del juez Adolfo Bagnasco desarmó la quietud precaria en la que sobrevivían los aldeanos. Los terrenos pertenecen a la UBA y la denuncia para promover el destierro fue hecha en el `96. El lugar estará destinado a un parque abierto y el proyecto es empujado por el gobierno porteño y las autoridades universitarias. La orden de desalojo desató ayer el debate sobre el destino de la gente y los posibles beneficiarios. Mientras la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) denunció que existen discriminaciones hacia los 25 gays que viven en la Aldea, la Secretaría de Promoción Social porteña aseguró a Página/12 que se ofrecerán las mismas alternativas tanto a parejas homosexuales como a las ortodoxas.

"Los están condenando a la marginalidad." Norberto Damico es integrante de la CHA y su diagnóstico parece apocalíptico. Desde hace una semana los aldeanos están metidos en una pulseada con distintos contrincantes. La villa está asentada sobre terrenos que fueron cedidos a la UBA durante la gestión de Jorge Domínguez y durante ese período se impulsó el desalojo. "No quisieron meter las topadoras porque era una medida violenta en tiempos electorales", confió un secretario del juzgado a la abogada de la CHA, Angela Bani. En ese contexto los aldeanos se beneficiaron. Durante algún tiempo continuaron camuflados entre las totoras y pastizales del monte. El único conflicto serio fue con la Policía Federal que --en épocas de edictos-- desembarcaban en los ranchos con razzias y arrestos. El jueves pasado recibieron la visita de asistentes sociales que les informaron sobre el inminente desalojo. Aquella denuncia del intendente de la UBA asentada en el '96 concluyó así con el fallo de Bagnasco y la orden de marcharse antes del 4 de mayo.

En el medio, la UBA y la administración de Fernando de la Rúa cerraron un convenio para dar mejor destino a los tierras. De acuerdo a la información del secretario general de la Universidad, general Víctor Vocero, se llamará a un concurso de ideas, en el marco del programa Buenos Aires y el Río. Por esta iniciativa la franja ocupada por los aldeanos será convertida en un parque abierto. "Si van a sacar gente, porque quieren poner pastito limpio, tienen que darles sí o sí un lugar", fue la respuesta de Cesar Ciglutti, coordinador de la CHA sobre el proyecto.

Las especulaciones sobre el futuro de los aldeanos todavía son inciertas. En lo que se denunció como medida discriminatoria, las primeras versiones aseguraban que de los 60 aldeanos sólo conseguirían chapas y material para construir una vivienda las familias denominadas tradicionales, que no llegan a ocho. "Para el resto, los caños", dijo a este diario un funcionario de prensa de la Subsecretaría de Derechos Humanos que el 28 se reunirá con la gente de la Aldea. Sin embargo, el titular de la Secretaría de Promoción Social del la Ciudad, Rafael Kohanoff, aseguró que su postura "es absolutamente antidiscriminatoria". Dos serán las medidas que se pondrán en marcha. Para la primera, el funcionario apeló a un decreto firmado por De la Rúa y aseguró a Página/12 que "no se ejecutará el desalojo sin que se tenga el tiempo necesario de ofrecer salida a la gente". Según adelantó, se les darán materiales como chapas y lo necesario para la construcción a todos los que lo requieran, "sean parejas ortodoxas como no".

Pero en este punto Kohanoff no consintió la posibilidad de que el gobierno les otorgue tierras a los aldeanos. "Nosotros les damos los medios, ellos deberán buscar sus destinos", dijo. Pero para los aldeanos que permanezcan en la Capital ese destino deberán dibujarlo en tres meses. Durante ese período algunos podrán obtener un subsidio para pagar un hotel, después obligatoriamente tendrán que emigrar. En la Aldea lograban subsistir por el chatarrerío y los circuitos de provisiones que conseguían de manos de instituciones benéficas. Entre los pobladores existen algunos con sida que hasta ahora se asistían en hospitales de la zona. El destierro a territorios del conurbano o alejados de la Capital Federal dificultaría también sus tratamientos. Para Damico "con esto los quieren convertir en homeless".

 


 

CÓMO NACIÓ EL LUGAR

t.gif (67 bytes) Un árbol de Paraíso fue el destino escogido por el primer habitante del monte ubicado detrás de Ciudad Universitaria. Hace cinco años, expulsado de la calle que le servía de refugio, Pedro escarbó algunas malezas y plantó su rancho. Enseguida su casa cobijó a otro Pedro, su pareja y con el tiempo el lugar funcionó como zona franca para un puñado de gays que conseguían así vivir sin tapujos ni discriminaciones. Fue justamente el anfitrión quien ofreció espacio alguna vez a una mujer y su bebé. "Al menos para que pase la noche, hacía frío". Pedro contó a Página/12 que no sólo fue esa noche sino también las que siguieron y la mujer abrió espacio para otros lúmpenes en busca de refugio en la Aldea Gay.

Los habitantes de la Aldea sobrevivieron durante estos años por el cirujeo. La mayoría recoge latas de gaseosas en tachos de la zona y los venden en Gran Bourg por 75 centavos el kilo. Para sobrevivir consiguen sobras en carritos de la costanera y en verdulerías de Libertador. "A mí me molesta que me digan croto, pero si me llaman ciruja no me da vergüenza". Para Pedro cirujear es el trabajo del buscavida. "Armé toda mi casa con el cirujeo". Entre los aldeanos están los que limpian casas de familia para ganarse al vida, los que hacen de conserjes y quienes cuidan los chicos de los que trabajan afuera. Si bien las ranchos fueron hechos con chapas ganadas en obras, el monte y el río, los exime del hacinamiento característico de las villas urbanas.


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