EL OTRO YO DEL DOCTOR ALDACO
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Por Andrea Rodríguez Bajó la cabeza, se puso colorado, y dijo: "No". Fue cuando le preguntaron si era inocente en el affaire de las coimas IBM-Banco Nación. La confesión de Alfredo Aldaco --ex director de la entidad bancaria y titular de dos de las cuentas suizas adonde se depositó el dinero sucio-- ocurrió en las escalinatas del edificio de Tribunales de Retiro, cuando se enfrentó a la prensa, y no en el despacho del juez Adolfo Bagnasco, donde un rato antes se había negado a declarar. Sin embargo, ante el magistrado, Aldaco presentó un escrito en el que también admitió, tácitamente, su responsabilidad en el caso: puso a disposición de la causa el dinero de su cuenta y apenas aclaró que esa actitud no implicaba "reconocimiento ni asunción de autoría y/o responsabilidad penal alguna" en el delito de defraudación al Estado, uno de los dos aspectos del escándalo que investiga la Justicia. No incluyó, en cambio, el otro cargo que se le achaca, cohecho, o sea el cobro del soborno. A confesión de parte, relevo de pruebas, dice el refrán tribunalicio. El caso del contrato entre IBM y el Nación, por 250 millones de dólares, con un sobreprecio estimado de 130 millones y el pago de coimas por una suma que --según la Justicia-- habría alcanzado los 37 millones, constituye el mayor de los escándalos de corrupción de la administración menemista. Y ésta es la primera vez que uno de los procesados reconoce tan abiertamente su participación en, al menos, una de las fases del delito. La confesión de Aldaco y el modo en que escapó de su boca se explica por su personalidad y trayectoria, dicen quienes lo conocen desde hace años. Son los mismos que lo vieron devenir de un joven brillante y, sobre todo, prolijo, en un encausado. Hace ya tiempo que este ex diplomático de carrera está "quebrado" y que da señales sobre el estado de ánimo que atraviesa (ver recuadro). Allegados a la investigación judicial esperaban que ese estado de ánimo se tradujera en el aporte de información y detalles para la causa, cosa que no ocurrió ayer, pero que nada hace descartar que ocurra en el futuro. Precisamente, una de las señales de Aldaco en ese sentido fue la conformidad que prestó para que el dinero de la coima depositado a su nombre en Suiza quede a disposición de la causa. Aldaco es titular de dos cuentas en el Banco Bruxelles Lambert de Ginebra. En una de ellas, la que lleva el número 976.210, hay actualmente depositados 2.882.612 dólares. Es una cuenta "familiar", compartida con su esposa Susana Benedicta de Deseo y sus tres hijos menores de edad. La otra cuenta, número 976.214, fue abierta por Aldaco junto con otro de los destinatarios del soborno, el "tapado" Jorge Alladio, un ex funcionario de Economía cuyo nombre ni siquiera estaba sospechado en la causa, y que apareció recién cuando la Justicia de Suiza terminó con el trámite de levantamiento del secreto bancario y entregó la información sobre los titulares de las cuentas al juez Bagnasco, durante su viaje a ese país a mediados de marzo último. En esa cuenta no hay dinero depositado. La esposa de Aldaco declarará en la causa el próximo 12 de mayo, y Alladio lo hará, en calidad de imputado, el lunes 6. Esta nueva ronda de indagatorias --que Bagnasco dispuso para enfrentar a los procesados con las pruebas que trajo de Suiza-- incluye también al tercer destinatario ya confirmado de la coima, Genaro Contartese, y a los ex ejecutivos de la cúpula de IBM Argentina. "Vengo a expresar mi consentimiento para que sean transferidos los fondos existentes en las cuentas bancarias del país o del exterior que se me atribuyan, en el carácter que fuese, ya sea como titular, cotitular, o apoderado y/o cualquier otra denominación que determine mi posibilidad de disposición", dijo Aldaco en el escrito presentado ante Bagnasco, con el que suplió su negativa a responder cualquier otra pregunta del juez, amparándose en su derecho a no declarar. "Para mayor recaudo manifiesto expresamente mi consentimiento y voluntad", reafirmó en el párrafo siguiente. El juez Bagnasco pretende que el dinero de la coima regrese a Buenos Aires para que quede a disposición de la causa hasta que el tribunal oral que ventile finalmente el caso y dicte sentencia y disponga qué se hace con la plata. Una de las posibilidades es su devolución al perjudicado, o sea el Estado (ver recuadro). En ese sentido, y en el marco del estado de ánimo que parece haber ganado a Aldaco, su consentimiento fue interpretado como una señal de su voluntad de devolver la plata. En apenas una carilla y media, Aldaco aclaró después que su consentimiento para la transferencia de su dinero desde Suiza a Buenos Aires "no conlleva reconocimiento ni asunción de autoría y/o responsabilidad penal alguna en el hecho por el cual se ordenara mi procesamiento, fraude a la administración pública por administración fraudulenta. (...) Por el contrario, mantengo firme mi expresa negativa de haber participado con el alcance atribuido en actos de acción y/u omisión que se consideren hubieren tenido por fin la comisión del ilícito señalado". Aldaco fue procesado por defraudación al Estado, pero también por cohecho. Sobre esto último, nada dijo en su escrito, lo suficientemente elíptico como para ser interpretado, también, como una confesión: la que después se le escapó a la salida de Tribunales, acorralado por la sucesión de preguntas de los periodistas. --La admisión que Aldaco hizo a la salida de Tribunales, ¿sirve para la causa? --preguntó Página/12 a Bagnasco. --No, para ser válida tiene que ser dada ante el juez. Eso puede servir para la opinión pública, no para la causa. Pero yo podría pedir los videos de televisión y las grabaciones de las radios y citarlo a declarar nuevamente para preguntarle si lo confirma. Voy a pensarlo. --Y lo que dijo en el escrito que le presentó, ¿no es también un reconocimiento de su participación en el delito? --El no niega ni la cuenta ni los fondos. No puedo decir más nada porque sería prejuzgamiento.
EL SUBE Y BAJA DE UN DIPLOMÁTICO Por A.R. Alfredo Aldaco fue el único que aceptó ir preso cuando el juez Adolfo Bagnasco dictó la prisión preventiva bajo el cargo de cohecho (es decir, pago y cobro de coimas) contra los cinco peces gordos del escándalo IBM-Nación: además de él, Juan Carlos Cattáneo, Aldo Dadone, Ricardo Martorana y Gustavo Soriani. Mientras los demás prefirieron convertirse en prófugos, su razonamiento ante los abogados que le recomendaban la misma vía de escape fue otro, algo así como "yo me hago cargo". Fue su punto de inflexión, el momento de su "quiebre". Diplomático de carrera, joven brillante en los albores de la democracia, Aldaco terminó como un preso más en Devoto, hasta que la Cámara Federal porteña resolvió anular la decisión de Bagnasco, y recuperó la libertad. La cárcel lo sorprendió a los 44. Tenía en cambio 31 y apenas estrenaba licenciatura cuando obtuvo uno de los destinos más preciados en el Palacio San Martín: Brasil. Y se convirtió ahí en uno de los más hábiles negociadores de la integración bilateral. Después volvió a Buenos Aires. El desembarco de Domingo Cavallo en la Cancillería lo encontró muy bien posicionado, por sus conocimientos sobre las relaciones con Brasil y su gran capacidad de trabajo. Fue el ex secretario de Industria Juan Schiaretti su padrino de ingreso al entorno cavallista. Y cuando hubo que trasladarse a Economía, allí fue Aldaco, seducido por la personalidad del ex ministro, por esa afición suya al trabajo, casi obsesiva. Y así fue como logró otro destino preciado aunque hoy parezca tan remoto como aquella embajada en Brasilia: un sillón en el directorio del Nación.
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