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BRUTAL ASESINATO DEL OBISPO JOSE GERARDI

GUATEMALA ES EL SALVADOR

En un hecho que recuerda a El Salvador de los '80, un obispo fue muerto en Guatemala. Las sospechas apuntan al Ejército.

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Derecha: así quedó Gerardi después del ataque.
Izquierda, dos sacerdotes intentan consolarse.


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t.gif (67 bytes)  Parece un hecho de 1980, pero ocurrió en 1998, más precisamente en la noche del domingo pasado: Juan Gerardi, obispo auxiliar de la Diócesis de Guatemala y activo defensor de los derechos humanos, fue asesinado a golpes, y ayer la Iglesia dio al gobierno derechista de Alvaro Arzú 72 horas para esclarecer el crimen, mientras Estados Unidos pedía una investigación "completa" de la tragedia. El hecho recuerda al asesinato en 1980 de Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de El Salvador y también activo militante de los derechos humanos, por escuadrones de la muerte ligados a la ultraderecha, sólo que en este caso el contexto y las circunstancias son radicalmente distintos: El Salvador en 1980 estaba en pleno estallido de la guerra civil; Guatemala hoy viene de los acuerdos de pacificación firmados en diciembre de 1996 entre el gobierno y la izquierdista Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG); El Salvador en 1980 era teatro de operaciones de la Guerra Fría, mientras hoy la Guerra Fría no existe más. Pero también hay similitudes, y son éstas las que hielan la sangre: Romero fue asesinado 24 horas después de que llamara a los soldados a desobedecer las órdenes de disparar contra el pueblo y Gerardi, 48 horas más tarde de que el viernes pasado diera a conocer el informe "Guatemala: Nunca Más", con 6500 testimonios sobre los horrores padecidos por 55.000 víctimas de la guerra. En otras palabras, esto es una "señal" --como dijo la Premio Nobel de la Paz y también guatemalteca Rigoberta Menchú--, y su sentido no podría ser más ominoso: el de que la guerra civil de 36 años, en que hubo 150.000 muertos y 50.000 desaparecidos, aún no ha terminado del todo.

Gerardi fue atacado con un trozo de cemento por un individuo que lo golpeó en el cerebro y posteriormente lo remató en pleno rostro, desfigurándolo. El documento "Guatemala: Nunca Más" establece que el Ejército sería responsable de al menos 296 masacres, mientras la guerrilla habría cometido un mínimo de 12. Esto es un indicio del campo de donde puede haber provenido el atacante del domingo. Desde luego, tanto el Ejército como la UNRG divulgaron "enérgicas condenas" al crimen. Ayer por la tarde, el gobierno de Arzú anunció la creación de una comisión al más alto nivel para investigar el hecho, mientras declaraba tres días de duelo nacional. Tal vez significativamente, el lamento del Ejército fue breve y escueto, mientras la UNRG difundió un extenso comunicado oficial en que afirma entre otras cosas que el crimen es "una grave provocación política, un duro golpe a la sociedad guatemalteca y una acción intimidatoria contra todo nuestro pueblo". Con esto coincidió Rigoberta Menchú, que calificó el asesinato de crimen político intimidatorio y admitió que teme correr la misma suerte. Y señaló un posible motivo puntual: "El último día que lo vi con vida --declaró-- me dijo que el caso Xaman debía incluirse en el informe como un nuevo expediente. Incluso hasta me dijo posibles títulos para el caso". El de Xaman se ha convertido en un caso emblemático en la historia de Guatemala por ser la primera vez que se lleva a juicio a militares acusados de cometer una masacre contra una comunidad campesina. Menchú, que se encuentra en Cobán, departamento de Alta Verapaz --a unos 213 kilómetros de la capital guatemalteca--, como observadora del proceso judicial, aseguró que las víctimas de la guerra deben asumir ahora un compromiso más fuerte con la defensa de los derechos humanos.

Por lo demás, las condenas fueron unánimes y se multiplicaron durante el curso del día en todo el mundo, para culminar en la demanda norteamericana de esclarecimiento. El diario del Vaticano, L'Osservatore Romano, publicó un artículo de primera plana titulado "La sangre de los testigos del Evangelio riega el camino de la Iglesia hacia el Gran Jubileo" en que definió a Gerardi como "uno de los más valientes defensores de los derechos humanos". El impacto de la noticia llegó hasta las Naciones Unidas, donde el secretario general, Kofi Annan, repudió "enérgicamente" el asesinato y manifestó su "esperanza de que se esclarezcan las circunstancias y motivos de este brutal acto". Por su parte, el francés Jean Arnauld, director de la Misión de la ONU para Guatemala (MINUGUA), dijo estar "consternado" y destacó que el informe del obispo es un llamado "muy fuerte a la reconciliación nacional". Y desde Buenos Aires, el Premio Nobel de la Paz 1980 Adolfo Pérez Esquivel condenó el crimen y lo calificó de "asesinato político". Mientras tanto, en Guatemala, la Catedral Metropolitana estaba abarrotada de fieles.

 



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