Daniel Baremboim nació hace 55 años en Buenos Aires y a los siete debutó como pianista. Ahora dirige la Sinfónica de Chicago y la Opera de Berlín. Ama fumar puros y sueña con que Fidel le regale unos cuantos en su próxima visita a La Habana, pero su verdadera preocupación es la enseñanza musical, que otros chicos puedan acceder al privilegio que lo convirtió en un niño prodigio: "Invertir en educación es una decisión política --aseguró el pasado fin de semana en Madrid--. Yo entiendo que un gobernante no se interese personalmente en la música, pero es su deber reconocer la importancia de la cultura para la formación de los pueblos y apoyarla con todas sus fuerzas. Todos tienen el mismo derecho que la élite de disfrutar la música". |