POLIGAMIA
Por Manuel Vicent *
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Un sexo feliz, placentero, sin culpa, lleno de flores y collares de nueces a
la manera tahitiana es incompatible con un sentido belicista de la vida. La fobia del sexo
que se deriva de la cultura judeocristiana es propia de Estados guerreros nacidos en la
sed del desierto. La pesadilla sexual que rodea a Clinton se establece sobre esta
contradicción: si el presidente de Estados Unidos puede aplastar a cualquier país con la
máxima fuerza que se ha dado en la historia, debe ser coherente con esta agresividad
congénita de las armas y no comportarse como si la Casa Blanca fuera una derivación de
los Mares del Sur. El sexo está asociado a la muerte. Hay una explicación: el macho pasa
por un estado de imbecilidad transitoria cuando copula; en ese momento es sumamente
vulnerable, entre otras razones, porque actúa de espaldas con ojos ciegos de placer, cosa
que le impide ver el peligro que llega por detrás. Durante millones de años los primates
de la tribu vecina han aprovechado ese flanco débil para darle a su enemigo un garrotazo
en el cogote. Por eso en una civilización bélica y machista como la nuestra las parejas
todavía se esconden a la hora de celebrar el coito. Seguramente Clinton, en su
contradictorio papel de presidente de EE.UU. y ciudadano proclive a practicar el sexo
polinesio, debatirá en su inconsciente esta cuestión: cómo es posible que a un ser con
capacidad y poder para arrojar la bomba atómica sobre media humanidad le esté prohibido
pellizcarle el culo a una becaria en el Despacho Oval, donde se rigen los destinos del
planeta. La respuesta es sencilla. Simplemente porque en esta cultura belicista nacida de
un desierto aún se sigue creyendo que el sexo ablanda el carácter, hace al macho
vacilón y lo pone no sólo a merced de la hembra, sino también de los hipotéticos
enemigos emboscados tras el lecho. Si la Casa Blanca fuera una cala con cocoteros de la
Polinesia, con toda seguridad Clinton no tendría problema alguno; claro, que en este caso
tampoco habría interés en bombardear a nadie.
* Periodista. Escritor. Columnista del diario El País, de
Madrid.
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