"SE ACTUÓ CON DESIDIA"
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Por Mariana Carbajal "Los efectos de las inundaciones podrían haberse morigerado. El Gobierno actuó con imprevisión, descuido y bastante desidia", disparó ayer el ex número dos de la secretaria María Julia Alsogaray, Héctor Dalmau, quien acusó a su ex jefa de ser "la funcionaria de los negocios, no de la ecología". En declaraciones a Página/12, Dalmau criticó el accionar de las autoridades nacionales frente al desastre que afecta al Litoral y advirtió que las pérdidas serían menores "si hubieran hecho hace seis años lo que se debió hacer": impulsar planes de forestación en la Alta Cuenca del Plata para aumentar la capacidad de absorción del área y negociar con Brasil para evitar que "nos mande tanta agua" al abrir las 35 represas que hay en su territorio. El ex subsecretario del área de Recursos Naturales, ahora dedicado a la investigación de temas ambientales, pintó un panorama bastante negro para los porteños: "Si esta inundación supera la del '83 como se presume, es probable que entre mayo y junio el agua anegue las zonas bajas de la ciudad como La Boca, Puerto Madero y Costanera Norte", alertó Dalmau. Dalmau acompañó la gestión de María Julia como subsecretario de Ambiente Humano entre 1992 y 1993. Renunció cuando la ingeniera le rechazó un proyecto con tecnología alemana para limpiar el Riachuelo por 250 millones de dólares, y en cambio optó por una propuesta que demandaría más de 1000 millones. La sospecha de que las aguas no eran el único asunto turbio del proyecto alejó a este misionero del Gobierno y paulatinamente, a partir de ese momento, del peronismo. Después de 40 años de afiliación, en 1994 renunció al justicialismo. Hoy se dedica a dar charlas sobre temas ambientales y se siente más cercano al Frepaso. --¿Podría ser menos dramático el cuadro en el Litoral? --Si se hubiera hecho hace seis años lo que se debió hacer, se podrían haber morigerado los efectos de las inundaciones. La principal causa del desastre no es el fenómeno de El Niño sino lo deforestación de la Alta Cuenca del Plata. Desde el Mato Grosso hacia el sur, en los últimos 40 años el bosque, que es un verdadero paraguas para la tierra, ha perdido casi el 50 por ciento de su extensión. En su lugar, se multiplicó la explotación agropecuaria. Sin el bosque que absorbía más del 80 por ciento del agua de lluvia, ahora toda el agua que cae va a engrosar el sistema hídrico y siempre baja. Y abajo estamos nosotros. Esta es la causa principal del aumento de los caudales de todos los ríos, que se conjuga con la apertura de las compuertas de la represas que hay en Brasil (en total, 35), que retienen cientos de miles de millones de metros cúbicos de agua a más de 300 metros sobre el nivel de Buenos Aires. --¿Desde cuándo se sabía que podía ocurrir este desastre en esta época del año? --Al menos yo tuve las primeras noticias a fin de marzo del año pasado. --¿Hubo imprevisión en el Gobierno? --Hubo imprevisión, descuido y bastante desidia. No obtuvieron información profunda porque no se dedicaron al tema. La Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca podría haber desaconsejado la plantación de productos que tengan que cosecharse más allá de febrero como tabaco, algodón y arroz. Cuando se sabe que va a venir un fenómeno de esta naturaleza, hasta se les subsidia a los agricultores para que no planten en esa época. --¿Las autoridades disponían de suficiente información como para advertir a los chacareros? --Sí. Los funcionarios del INTA están diciendo que ellos han comunicado a sus respectivas autoridades que este fenómeno iba a ser de esta magnitud. --¿Cuál es la responsabilidad de la Secretaría de Recursos Naturales en este desastre? --Este es un problema ecológico fundamentalmente. El responsable del INA (Instituto Nacional del Agua) que depende de la Secretaría de Recursos Naturales dijo que ellos sabían del peligro y también lo habían advertido. --¿Qué podría haber hecho el Gobierno? --Primero, negociar con Brasil para que no nos mande tanta agua cuando los otros colectores como el Paraguay, el Corrientes o el Salado tienen necesidad de desaguar. Al estar alto el Paraná, ningún afluente puede descargar su caudal. El río Iguazú no tiene un tratado binacional para su regulación y largan el agua que se les antoja. Itaipú tiene un acuerdo firmado en el '79 que le permite a la represa hacer crecer o decrecer el agua dos metros por día sin límite de tiempo, según las circunstancias, es decir, 10, 20, 30 o 40 días. Si usted va sumando dos metros cada día, puede hacer crecer el Paraná a niveles impresionantes. En segundo lugar, en el marco del Mercosur tiene que haber un acuerdo para reforestar a fin de darle a la tierra el paraguas que le quitaron. Se debería forestar, por lo menos, un 30 por ciento de la superficie de toda la Cuenca del Plata. --¿La inundación puede llegar a Buenos Aires? --Si se mantienen los valores que en estos momentos se están registrando sobre todo en la cuenca del río Paraguay, al pie de Itaipú, es muy probable que para mayo o junio tengamos novedades desagradables en estas regiones y se inunden las partes bajas de la ciudad: La Boca, Puerto Madero, Costanera Norte y en la provincia, Olivos.
COMO ORGANIZAN GOYA Y RESISTENCIA UNA MASIVA EVACUACION PREPARANDO LA HUIDA
Por Cristian Alarcón Desde Goya En el borde del Paraná los hombres no paran de elevar el murallón de bolsas de arena que intentará atajar el agua. A media cuadra, en la boca de un callejón, en una de las zonas más altas de la ciudad, un grupo de doce mujeres implora a una cruz de bronce. "Jesús --murmuran-- ten piedad de mi pueblo". En otras esquinas a esta hora en que el cielo es rojo en el horizonte y plomo sobre las casas, Goya intenta la salvación ante un desastre posible: ya todos saben que uno de los peligros es que si cede una parte de las defensas, o el río sobrepasa los ocho metros de altura, todo quedará bajo el agua. Por eso el Litoral tiende a imaginar la catástrofe y los gobiernos ya han dado instrucciones para una eventual evacuación masiva. Ayer el gobernador chaqueño, Angel Rozas, dijo a la población que si el cordón de protección del Gran Resistencia es superado por una crecida de las altas cuencas, contarán con cinco días para que 250 mil personas escapen a tierras más altas. En Goya ayer el río midió 6,88 en crecida y el viento sudeste agitaba las aguas. Los ritos eran para espantar las lluvias, que podrían, río arriba, alimentar al fenómeno que acecha. Anoche en Goya se preparaba la gran reunión con la comunidad que hoy presidirá Defensa Civil y el intendente. Allí, para prevenir una salida caótica y violenta de la ciudad se planificaban vías y medios de escape, por un lado. Y sistemas de registro de los muchos que no querrán irse de sus casas, por otro. Si es necesaria la diáspora, los que resistan deberán poner una tela blanca en la parte más alta de sus propiedades para identificar los lugares donde haya quienes desafíen la furia del Paraná sobre los techos, o en palafitos improvisados. "Para evitar los saqueos y para rescatarlos si los vence el agua", explicó a este diario Agustina Moreira, una de las coordinadoras de Defensa Civil. No es fácil imaginar a setenta mil personas dejando una ciudad en busca de alturas. "Por la radio han dicho que tengamos lo imprescindible listo. Los documentos en una bolsa de plástico por ejemplo", explica don Manuel Ballini, ochenta años. "Pero qué me importan los papeles si no sé dónde meto a mi mujercita", se queja, porque la quiere a ella a salvo. A él jura que no lo moverán. Por eso colgó tablones del techo con alambres de acero, un repentino segundo piso de la casucha. Cada tanto, en medio de una normalidad aparente, con comercios abiertos, escolares por la calle, se ve una camioneta llena de muebles que abandona el lugar. "Si hay que vaciar, será como en los barcos, niños y mujeres primero", explica el pastor del Ejército de Salvación, mayor Carlos Bemby, de Buenos Aires, en misión junto a un grupo de su iglesia. María Teresa López de Martínez tiene el patio hecho una laguna desde las lluvias de la semana pasada. Y desde el borde de las dos piezas puede ver el oleaje de viento sur que trae el río, el repiqueteo sobre el paredón de arena. "Yo no sé qué castigo estaremos pagando en Goya", dice para buscar explicación. Y dice también que no sabe más que lo de los papeles de sus ocho críos y su marido en una bolsa, y una ración de comida para dos días, como primeras advertencias oficiales. En general, ellos nunca tienen comida para una planificación semejante, se ríe ella. No sabe, para dónde podrá escapar, ni quién o en qué podrían rescatarla, dice con los chicos haciéndole remolinos en la falda. Claudio, uno de los mayores, escuchó que todos tendrán que marchar a Colonia Carolina, un paraje a catorce kilómetros. Allí la municipalidad prepara el galpón donde todos los años hacen la Fiesta del Agricultor para 2500 personas. En las pampas del lugar piensan instalar cientos de carpas para evacuados. Ya hay una empresa que ofreció parte del campamento y se encargaron baños químicos. Claro que cada uno aquí procede de acuerdo a la información a la que accede y los recursos que posee, donde son vitales los parientes en zonas fuera del área de desastre. Goya está en una especie de palangana. Los bordes de la ciudad hacia el río son altos, pero desde ahí hacia el centro desciende el nivel. O sea que el Paraná está 70 centímetros por sobre la ciudad. Si un sector de las defensas se rompe, el agua entraría como un torrente. En los últimos tres días los conserjes del hotel Cervantes, uno de los pocos edificios de cuatro pisos, se cansaron de contestar llamados locales de quienes tendrían el dinero para pagar una de las 44 habitaciones por sobre la inundación. Los segundos pisos de las casas están abarrotándose de muebles, ensayando un aislamiento. Las lanchas de los más ricos están en las puertas con combustible. "Conozco a muchos que ya mandaron a la familia a lugares más seguros. Nosotros por ejemplo ya tenemos a la abuela en Buenos Aires --cuenta el abogado Edgardo Zenón, a cien metros del agua--. Imagínese, un chico de última tiende a agarrarse a cualquier cosa, pero un anciano, es imposible cargar con él". En el Batallón de Ingenieros 12, el teniente coronel Hugo González, a cargo de las tareas del ejército en el área, reconoce que no cuentan con los camiones para evacuar a toda la ciudad. "Tampoco podemos pensar en sacarlos a todos sentados confortablemente. Hay que pensar en una autoevacuación, sea a pie, moto, bicicleta. Para González todo se trata de un particular concepto de orden. "El caos se va a producir y puede ser organizado".
UN MUERTO Y 1170 EVACUADOS EN BUENOS AIRES COMO SI ALGO FALTARA, HUBO UN TORNADO Mientras los municipios del norte bonaerense siguen en alerta ante el avance del río Paraná, el sudeste de la provincia fue azotado por un tornado, con vientos huracanados que soplaron a más de 100 kilómetros por hora y provocaron graves daños materiales entre Mar del Plata y Villa Gesell y la muerte de un hombre en Balcarce. Hubo que evacuar en esa zona a más de 400 personas, habitantes de barrios precarios de la costa, que se sumaron a otras 770 que ya habían abandonado sus casas, tras las lluvias del lunes, en distintos puntos de la provincia. Según informó la Dirección Provincial de Defensa Civil, el tornado se produjo alrededor de las 9.45 y se prolongó durante media hora. En ese lapso, produjo voladuras de techos y el corte total de energía eléctrica en la localidad de Coronel Vidal. También se produjeron serios daños en Pinamar, donde cayeron árboles, se inundaron casas, se volaron techos y numerosos pobladores tuvieron que autoevacuarse. El fenómeno también afectó a las ciudades de Maipú y General Madariaga. "Hay viviendas y comercios cuyos techos han volado, arrancados de cuajo, árboles y carteles publicitarios caídos, y cortes de electricidad debido a la caída de postes", describió el intendente de Mar Chiquita, Norberto Hegoburu. El jefe comunal recibió el informe vía telefónica porque en ese momento estaba en La Plata, en la reunión que el gobernador Eduardo Duhalde había convocado, justamente, para tomar medidas preventivas ante las inundaciones. "Sabemos que al agua no la podemos detener, pero lo que sí podemos hacer es prevenir. Sería un acto de irresponsabilidad nuestra no hacerlo", dijo al comienzo de la reunión la diputada Hilda "Chiche" González, la esposa del gobernador. Duhalde, a su turno, dijo que la provincia no espera sufrir "catástrofes generalizadas", pero se prepara para recibir la gran masa de agua que proviene desde el Litoral. En Mar del Plata había hoy 120 evacuados, la mayoría debido a la voladura de los techos de sus viviendas. En Villa Gessel, en cambio, la lluvia causó el anegamiento de barrios periféricos, y hubo que evacuar a un centenar de personas. Las lluvias ya habían obligado el lunes a evacuar a 770 personas. El distrito más afectado fue Lomas de Zamora, donde el desborde de los arroyos del Rey y Unamuno obligaron a 440 personas a dejar sus casas. Otros distritos afectados fueron Ramallo, San Pedro y San Nicolás, en la ribera del río Paraná.
COMITE DE EMERGENCIA POR SI SE INUNDA LA CAPITAL LA PESADILLA SERÍA SUDESTADA MÁS LLUVIA "La gente está histérica." El padecimiento de los porteños fue diagnosticado ayer por el director de Defensa Civil, Víctor Capilouto. Y para la cura no hay mejor que las terapias psicológicas. En la sede de gobierno, el jefe metropolitano Fernando de la Rúa anunció la puesta en marcha de un Comité de Emergencia cuya tarea será la coordinación logística de recursos en caso de que Buenos Aires se inunde.Tres son las situaciones que pueden potenciar la posibilidad de inundación en la Capital y deben darse en forma simultánea: la potencia del agua que afluye del Paraná, las lluvias y una sudestada. Y es que ante una eventual crecida del río no podrían cerrarse las compuertas que tiene la ciudad. El motivo: el agua de lluvia crearía el efecto palangana. "Todavía no funcionan los siete motores de desagote que permitirán escurrir el agua", explicó el secretario de Obras y Servicios Públicos porteño, Nicolás Gallo. El funcionario explicó que el agua invadiría en primer término la zona de Barracas y La Boca. Los dos motores que completan los diques que fueron construidos allí funcionarán recién a partir de agosto. Si bien los expertos descreen que estos tres factores efectivamente confluyan, optaron por alistar un equipo que actuaría apenas se anuncie el estado de alerta. "Nos enteramos de seis a doce horas de anticipación si habrá crecida en la Capital", explicó Capilouto para quien ese lapso resultaría suficiente para socorrer a unas 800 personas. El Comité de Emergencia está preparado para atender a 6000 evacuados cuando la cifra histórica de damnificados, en casos semejantes, de la Capital fue 800. Además de botes y transportes de emergencia, el gobierno porteño comprometió la asistencia sanitaria del SAME y alimentos que serán provistos por la Dirección General de Emergencia. La lista de alternativas incluyó una red de polideportivos donde podrán guarecerse quienes queden sin techo pero no podrán acceder si las inundaciones se apresuran: "debemos determinar aún el estado de infraestructura que tiene", dijo Capilouto. |