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Los reformadores en el interior, el KGB a las Relaciones Exteriores parece ser una vez más la fórmula del nuevo gabinete presentado ayer por el presidente ruso Boris Yeltsin. El primer ministro Serguei Kiriyenko, aprobado el viernes por el Parlamento en la tercera y última presentación de su candidatura gracias al conveniente voto de los comunistas, formó apresuradamente gobierno. Pero en los apuros no hubo sorpresas. El padrino de Kiriyenko, el liberal Boris Nemtsov, herencia del gobierno anterior, fue designado viceprimer ministro. Y el ex vicedirector del KGB Yevgueny Primakov seguirá con la línea dura al frente de las Relaciones Exteriores. Las restantes designaciones fueron interpretadas como una señal de continuidad y de mantenimiento de la política reformista. El jueves se darán a conocer los nombramientos que faltan. Yeltsin no tuvo que disolver la Duma (Cámara baja del Parlamento) por rechazar a su joven candidato Kiriyenko por tercera vez consecutiva. Y una vez más triunfó el statu quo. Yeltsin demostró ser el único que puede dominar sobre corrientes antagónicas, palaciegas en el Kremlin o partidarias en la Duma. Y la oposición comunista renunció a oponerse con tal de quedarse. El que gana con el nuevo gabinete es el grupo reformista de Nemtsov. Su ahijado político Kiriyenko, de 35 años, ex ministro de Energía, fue impuesto a los comunistas, que no querían ver el maletín atómico en manos tan jóvenes. Y los mismos comunistas, unidos en esto a los nacionalistas, insistían en que lo primero que querían era al liberal Nemtsov fuera del gobierno. Pero acabaron votándolo. El cargo del que dependen las reformas económicas, ocupado anteriormente por el ex vicejefe de Gobierno Anatoli Chubais, no será ocupado. Por lo tanto, en principio Nemtsov podrá tener gran poder en el marco del nuevo gobierno, caracterizado por la limitación a tres del número de viceprimeros ministros. En caso de ausencia del jefe de Gobierno, será Nemtsov quien lo reemplace. Si en la política económica dominan los reformistas apóstoles del libre mercado, en la política exterior se continúa con la línea dura nacionalista y adversa al mundo unipolar del canciller Yevgueny Primakov, quien fue debidamente reconfirmado. La carrera de Primakov en la administración se remonta a los tiempos de Nikita Kruschev. Pero su ascenso al frente de la diplomacia rusa se produjo en enero de 1996, cuando reemplazó a un Andrei Kozyrev juzgado demasiado complaciente con ese Occidente de donde venían las exigencias de liberalismo económico. La falta de figuras nuevas en el gobierno y la permanencia de viejos intrigantes por el monopolio del poder como Nemtsov aumenta la credibilidad de las acusaciones de que Yeltsin cesó al anterior gabinete con el marcado propósito de deshacerse de su jefe, y ex aliado, Viktor Chernomirdin, quien había adquirido un peso político propio que le resultaba inquietante. La Televisión Pública de Rusia ORT comentó que la única figura nueva, el otro viceprimer ministro, Viktor Kristenko, "es un hombre del depuesto Chubais". Yeltsin ha sabido siempre guardar una forma de equilibrio en sus gobiernos entre grupos opuestos. El gobierno de Kiriyenko hereda un país azotado por una crónica crisis económica, agravada por efectos de la caída de los mercados asiáticos y de los precios del gas y petróleo, y por la pulseada entre el Kremlin y el Parlamento, que mantuvo paralizada Rusia por un mes. El argumento fuerte del Kremlin en favor de Kiriyenko fue que este tecnócrata de 35 años, formado en las disciplinas espirituales de una secta, la Cienciología, combatida en Alemania pero exitosa entre las estrellas de Hollywood, está libre de influencias y compromisos con el "capitalismo oligárquico" de la docena de magnates que se reparten el poder y las riquezas en Rusia. Pero la presunta independencia de Kiriyenko supone también su punto más débil, porque su gestión no tendrá apoyos entusiastas, sino sólo el respaldo de Nemtsov y Yeltsin. En Rusia es proverbial que Yeltsin nombra figuras nuevas al comienzo de cada etapa, para después sacrificarlas y culpabilizarlas de errores cuya responsabilidad no quiere asumir.
TENSO ANIVERSARIO EN ISRAEL NETANYAHU EN PROBLEMAS Mientras Israel iniciaba ayer las celebraciones por su 50º aniversario --que se cumple mañana-- dos contratiempos de política exterior señalaron el nudo problemático en que se encuentra el proceso de pacificación con los palestinos y con los países vecinos. El primero: el premier Benjamin Netanyahu se levantó a la mañana para encontrarse en el diario Jerusalem Post con un reportaje a Bill Clinton en que el presidente norteamericano afirma que Israel debe hacer concesiones del mismo modo que las hizo Yasser Arafat. El segundo: Netanyahu se reunió ayer con el presidente egipcio Hosni Mubarak y las cosas debieron ir muy mal porque a las dos horas la reunión se clausuró sin explicaciones y el primer ministro israelí regresó a su país sin decir nada a la prensa. El hilo conector es claro: Mubarak iba a decir a Netanyahu que acepte la última propuesta estadounidense, que implica un retiro israelí del 13 por ciento de Cisjordania. Netanyahu había dicho anticipadamente que no. Entonces, en este juego que se juega con movidas anticipadas, Clinton eligió hacer sus declaraciones al Jerusalem Post. "El presidente Arafat tiene ciertas aspiraciones territoriales y las modificó claramente. Y está claro que ellos (los palestinos) quieren lograr progresos." El mandatario también se congratuló de la acción llevada a cabo por la Autoridad Palestina contra el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) en las últimas semanas, sugiriendo que Arafat había cumplido con las condiciones planteadas por Israel para cumplir su retirada de Cisjordania. "Creo que la forma en que trataron la última cuestión relativa al Hamas debería reforzar la credibilidad de Arafat, que se arriesgó."
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