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CANADA MARCO SUS DIFERENCIAS CON WASHINGTON

DALE TU MANO A FIDEL CASTRO

Jean Chrétien, primer ministro de Canadá, fue claro: Cuba debe cambiar. También debe liberar a cuatro conocidos disidentes. Pero Chrétien también hizo claro su apoyo a las inversiones canadienses en la isla y marcó diferencias con Washington, al postular un "diálogo constructivo".

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Chrétien y Fidel están encantados por las lucrativas perspectivas de inversiones.

Parece que, además, en la cena que compartieron, Fidel preguntó un montón de cosas.


t.gif (67 bytes) El primer ministro de Canadá, Jean Chrétien, concluyó ayer su primera visita oficial a La Habana reiterando que Cuba debe "cambiar" y hacer esfuerzos para adaptarse al mundo e integrarse a la gran "familia americana". Chrétien, un firme defensor de la política de "diálogo constructivo" hacia Cuba, frente a la política de presión que propugna EE.UU., se entrevistó el lunes con Fidel Castro en dos ocasiones, y antes de partir aseguró: "Le dije al presidente cubano que en el mundo se están operando grandes transformaciones, y que todos debemos adaptarnos a las nuevas circunstancias". También pidió la liberación de cuatro disidentes socialdemócratas, una petición irritativa para el régimen. Chrétien calificó la visita de "muy útil", si bien opinó que los cambios políticos en la isla, en caso de que los haya, son aún demasiado tímidos. Castro, por su parte, prometió considerar las peticiones del canadiense, pero sus declaraciones no fueron muy entusiastas: no sólo no prometió cambios sino que dijo que el principal cambio que había habido en Cuba era la Revolución.

La última conversación entre Chrétien y Castro se produjo el lunes por la noche en el Palacio de la Revolución y duró más de cuatro horas. Fue en el transcurso de una cena y, según Chrétien, durante todo el encuentro Castro se mostró interesado por el proceso de globalización económica y política que se está produciendo en todo el mundo. Por las preguntas que le hizo el mandatario cubano, Chrétien llegó a la conclusión de que Castro comprendía la necesidad de cambiar y "abrirse al mundo". "Yo le dije que sí, que tenía que cambiar, y él me hacía preguntas y trataba de evaluar las consecuencias del cambio para la sociedad que él gobierna", dijo el primer ministro canadiense durante una breve conferencia de prensa antes de partir de Cuba. Preguntado sobre si apreció durante su viaje una voluntad de cambio en las autoridades de la isla, Chrétien respondió con ambigüedad calibrada: "Se han dado algunos pasos. El mismo hecho de que yo haya salido hablando en televisión, que me haya reunido con el cardenal de La Habana, con representantes de ONGs (organizaciones no gubernamentales) independientes, y mis asesores con varios disidentes, son una muestra de ello", dijo.

A pesar de reconocer la escasa voluntad de las autoridades de la isla de propiciar cambios políticos de fondo a corto plazo, Chrétien mantuvo en todo momento su conocida posición de que la mejor política hacia Cuba es la del diálogo y no la de la presión. En ese sentido, defendió la "colaboración constructiva" de Canadá hacia Cuba y el apoyo oficial de su gobierno a las inversiones canadienses en la isla. "En Canadá no nos gusta perder dinero", dijo con ironía, para poner de manifiesto que invertir en Cuba no significaba hacer ningún regalo al gobierno de La Habana.

El primer ministro también habló con Castro en términos generales sobre la integración de Cuba al sistema interamericano y a la Organización de Estados Americanos (OEA), un tema, dijo, que al presidente cubano no le agradó demasiado. Tampoco el de los derechos humanos. Aseguró que Castro no ha dado respuesta aún a su solicitud de excarcelar a los cuatro miembros del grupo de Apoyo de la Disidencia Interna --Vladimiro Roca, Félix Bonne, Marta Beatriz Roque y Rene Gómez Manzano--, pero reiteró que el mandatario cubano se comprometió a "considerar" su petición. "El tiene que considerarlo, pues le di la lista y él leyó los nombres...".

Fuentes de la delegación canadiense informaron que en caso de que se produzcan las liberaciones --algo que pocos dudan--, Canadá prefiere que se permita a los disidentes reinsertarse en la sociedad, y no obligarlos al exilio. Aun así, dijeron las fuentes, Canadá estaría dispuesto a aceptarlos en su país, en el caso de que los opositores "eligiesen" emigrar. Chrétien reiteró también su rechazo a la ley Helms-Burton y al embargo norteamericano, y se mostró a favor de una normalización de las relaciones cubano-norteamericanas, algo que, dijo, sin duda beneficiaría al pueblo cubano. En fin, Chrétien demostró durante su viaje a Cuba que sigue siendo un aliado importante de Cuba, pero un aliado crítico.

 


 

EL DOLOR VA DEL VATICANO A LA HABANA

El obispo guatemalteco Juan Gerardi, que fue asesinado el domingo por un desconocido en la capital de ese país, yace en un ataúd con su cara cubierta para disimular las deformaciones provocadas por los golpes recibidos. Quien pasa delante de su cuerpo es el presidente de Guatemala, Alvaro Arzu. El papa Juan Pablo II, a quien Gerardi visitó en el Vaticano (foto), calificó ayer de "crimen execrable" al hecho y describió al prelado como "un verdadero servidor de la paz e incansable trabajador por la armonía entre todos los sectores de la población" cuya vida fuera dedicada "a la defensa de los derechos humanos".

El presidente cubano, Fidel Castro, también se sumó al coro internacional de repudios expresando "nuestra tristeza y nuestra indignación por el asesinato de este digno sacerdote". Castro recordó que "hacía tres días había leído un informe sobre las cosas horribles que ocurrieron en ese país desde la intervención de Estados Unidos en 1954". Se refería así a la causa más probable, hasta el momento, del crimen: el viernes pasado, Gerardi había dado a conocer el informe "Guatemala: Nunca Más", que contiene 6500 testimonios en los cuales el ejército sería el responsable de al menos 296 masacres, contra 12 cometidas por la guerrilla. La comparación con el asesinato del obispo salvadoreño Oscar Romero, acribillado luego de que llamara a los soldados a desobedecer las órdenes de disparar contra el pueblo, se hace inevitable, pero el contexto es diferente. Si en El Salvador había en 1980 una guerra civil, los guatemaltecos firmaron hace un año y medio los acuerdos de paz para terminar con un enfrentamiento de 36 años. Pero muchos coincidieron en afirmar que el crimen puede debilitar estos acuerdos. El canciller español Abel Matutes, por ejemplo, consideró que se trata de "una muy mala noticia para el proceso de paz", mientras pedía a los guatemaltecos "no dejarse llevar por los nervios". Juan Pablo también exhortó a que el hecho "no perturbe mínimamente la aplicación de los Acuerdos de Paz". Los restos de Gerardi serán velados hasta mañana en la catedral metropolitana, y luego será enterrado en la cripta del edificio.


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