"YO AMO ESE TEATRO"
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Por Hilda Cabrera El cineasta Sergio Renán vio subir velozmente esta semana sus acciones de administrador cultural. Bastó que el jefe de Gobierno, Fernando de la Rúa, lo nombrase durante la ceremonia de asunción de Darío Lopérfido al cargo de Secretario de Cultura, para que en los correveidiles quedase la sensación de que era inminente su retorno a la función pública en el área porteña. Concretamente, al cargo de responsable del Teatro Colón que ejerció hasta que De la Rúa nombró a Kive Staif, que ahora tiene sus horas contadas. Actual director de Asuntos Culturales de la Cancillería, Renán negó ayer haber recibido propuesta alguna, pero no descartó la posibilidad de estudiarla. Admitió que su presencia en el acto "había generado una mirada colectiva cargada de interés" y aceptó que un pase desde un puesto de la administración justicialista a otra radical "sería poco ortodoxo para los usos y costumbres del canibalismo político que lamentablemente existe en la Argentina". Esta es una síntesis del diálogo que sobre estos temas mantuvo con Página/12 --¿Aceptaría un eventual ofrecimiento? --Eso no lo sé. En cambio sí sé que en un momento muy malo para mí, recibí un gran estímulo del canciller. Fue cuando me ofreció la Dirección de Asuntos Culturales, actividad que vengo desarrollando desde hace dos años, y para la cual tengo un proyecto que quiero cumplir: la apertura de diez casas argentinas de la cultura en distintos lugares del mundo. --Un proyecto que debería abandonar... --Todavía no me ofrecieron nada, pero sé que cualquier posibilidad relativa al Colón sólo puede ser analizada por mí desde el amor que le tengo al Teatro, desde lo sustancial que ha sido y es en mi vida, y desde la llaga que significó mi alejamiento. Esto puede ser una forma de recuperación, de compensación tal vez. --Es decir que la dirección del Colón lo tienta... --En parte sí. Digamos que todo lo que hace a situaciones que pasen por lo administrativo y lo social nunca me gustaron, pero durante mi tránsito por el Colón las tuve que manejar. Creo tener un sentido más o menos abarcativo, totalizador de lo que es la producción cultural. Además está mi relación con la música, que es entrañable. --¿Tiene claro que en este momento la situación es muy conflictiva? --Lo sé, pero poca gente recuerda que cuando asumí la dirección del Colón el teatro estaba cerrado, y no solamente en mal estado. Debimos partir de un espacio destruido; apuntalar la moral del personal, hecha pedazos, y superar el desprecio y la desconfianza del público. Me costó mucho modificar esa situación --¿No le teme al stress? --Sé que no es apropiado para alguien que, como yo, se está recuperando, pero de todas maneras la hipótesis de tener algún vínculo con el teatro me interesa. También hay un dato que no se puede ignorar, que en seis u ocho meses voy a estar mucho mejor. Sería una hipocresía de mi parte decir que no quiero volver. Sólo que --en el caso de que se me ofrezca la dirección-- el Colón tendrá que convivir con mi trabajo en la Cancillería. Mi tarea ahí requiere una culminación. --¿Qué es lo primordial de una gestión?
--Una gestión "en serio" debería entender la cultura como un bien inherente al hombre, apuntar a un proyecto que combata los mensajes deleznables que se vierten a través de la televisión, por ejemplo, ampliar el espectro de espectadores... Medidas que requieren un trabajo organizativo para no caer en conductas fascistas ni discriminatorias. --¿Se refiere a presiones? --Obviamente, un funcionario tiene que conocer las herramientas que maneja, el espacio que ocupa, el presupuesto de que dispone y los acuerdos políticos que hagan posible su gestión. Pero ante todo tiene que cuidar que esa cultura que llega a todos sea respetable en lo ético. En este aspecto, reivindico el derecho, tanto de las mayorías como de las minorías, a tener hechos artísticos que los representen.
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