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FALTÓ EL INVITADO

 

POR LUIS BRUSCHTEIN

t.gif (67 bytes)  Ayer no había nadie en la calle, la 9 de Julio estaba desierta y la ciudad parecía un buen lugar para vivir. A lo que menos se parecía era a un 1º de Mayo. En realidad no se parecía a un 1º de Mayo de los viejos tiempos --del capitalismo industrial y las revoluciones mundiales--

porque fue un 1º de Mayo de la nueva sociedad argentina, globalizada, abierta y tecnificada. Es decir, fue un Día del Trabajador sin trabajadores. Faltó el principal invitado y, como pocas veces, fue un día apacible.

Los obreros de izquierda avanzaban antes encolumnados detrás de sus banderas rojas cantando "¡De pie los esclavos del mundo!" con La Internacional y el puño en alto y terminaban peleándose con la policía. Los obreros peronistas hacían sus actos con la bandera argentina "Unidos por el amor de Dios", como dice la Marcha del Trabajo y, en épocas de dictaduras terminaban peleándose también con la policía. En épocas de democracia a veces terminaban peleándose entre ellos.

Pero era el Día del Trabajador, y tanto la izquierda como los peronistas lo celebraban para plantear sus reivindicaciones y para mostrar el protagonismo que tenían los obreros como sujeto histórico del cambio, como los principales productores de riqueza, los que paraban la producción con sólo bajar sus brazos.

En la Unión Soviética y en China desfilaban miles de cañones último modelo, Fidel pronunciaba discursos de varias horas, en Chicago había enfrentamientos con la policía en recuerdo a los Mártires de Chicago. En todo el mundo las calles se inundaban de obreros con ropas de trabajo, orgullosos de su condición.

Pocas fechas como ésta ilustran tanto sobre los cambios aquí y en el planeta. Porque un Día del Trabajador sin trabajadores es como una Navidad sin Papá Noel. La voz de los trabajadores no se escuchó ni siquiera en su día. Y esta ausencia confirma que la nueva sociedad, la Argentina del futuro, se está construyendo con una sola voz dominante y excluyente.



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