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POR EDUARDO FEBBRO Desde París Los 15 países miembros de la Unión Europea viven una semana decisiva ante la perspectiva de la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la Unión que se celebra este sábado 2 de mayo en Bruselas, donde se dibujará la recta final que conduce a la moneda única, el euro. La reunión excede en mucho la mera cumbre de dirigentes. Hoy, los 15 eurodirigentes lanzarán oficialmente el euro y designarán a los 11 primeros países que participarán en la moneda única. Al cabo de una larga y polémica década que convergió en la adopción del Tratado de Maastricht de Unión Europea --1992--, en el cual se fijaron las modalidades y los requisitos para integrar el club de países cuyas monedas serían absorbidas por la moneda única, la cita de la capital belga es el "inicio final" del proceso que conducirá, el 31 de diciembre de 1999, a la puesta en circulación del euro. Al mismo tiempo que el lanzamiento oficial de la moneda, los 15 dirigentes de la Unión designarán al presidente del Banco Central Europeo y determinarán las paridades monetarias de cada una de las 11 monedas elegidas para entrar en el euro. Entre la etapa de esta sábado y el 2 de julio del año 2002 quedan aún cinco capítulos por completar: durante el verano de este año se creará e instalará el Banco Central Europeo con sede en Francfort y en el curso del segundo semestre de 1998 comenzará a fabricarse la moneda. El 31 de diciembre de 1998 los europeos estipularán el valor del euro en relación con las monedas que lo componen. El 1º de enero del '99 el euro se convertirá en una realidad que, sin embargo, no reemplaza por completo a las monedas nacionales ya que éstas seguirán aún en circulación. El 1º de enero del año 2002 las piezas y los billetes euro serán puestos en el mercado mientras que seis meses más tarde, en julio del mismo año, la moneda única reemplazará a todas las divisas de los países de la Unión. Estas cinco etapas dependen plenamente de la coherencia de las decisiones que se adopten este fin de semana en la capital belga. Más allá de las controversias nacionales sobre quiénes serán los primeros elegidos, la cumbre consagrará la instauración del Banco Central Europeo nombrando a su presidente y a los miembros de su directorio: así, por primera vez desde que apareció en el vocabulario la palabra euro, la moneda única tendrá un "rostro visible", es decir, los nombres y las caras de quienes detentarán, en el seno del Banco Central Europeo, el poder decisivo de fijar las tasas de interés en Europa y de definir la política monetaria de la Unión. La cuestión del nombre no es accesoria por cuanto aún hoy reina un neto antagonismo entre franceses y holandeses, a propósito de quién será el elegido. París defiende el nombre del francés Jean Claude Trichet y los holandeses el de Win Duisenberg. El nombre vale su lugar en la historia ya que el director del BCE será el patrón de la primera institución federal del Viejo Continente. Fronteras, identidad, instituciones, larga es la lista de conceptos en
apariencia inamovibles que la construcción europea fue reemplazando y modificando. La
unión monetaria que se realiza a través del Euro y el BCE es la heredera de un sueño
que comenzó en 1960 cuando se empezó a soñar con una unión monetaria cuya primera
piedra fue el SME, el Sistema Monetario Europeo creado en 1979, y la penúltima la
invención del euro a principios de los años '90. De los 12 países candidatos a fundirse
en la moneda única sólo uno, Grecia, no llegó a reunir los requisitos básicos fijados
en el Tratado de Maastricht. Se trata de los famosos "criterios de
convergencia", cuyo respeto, o mejor dicho, el posible costo de su cumplimiento,
llevaron al presidente francés Jacques Chirac a adelantar las fechas de las elecciones
legislativas con el resultado que ya se conoce: la derecha perdió en las urnas y los
socialistas, con el mismo presupuesto que la derecha, cumplieron con las exigencias
mínimas: limitación del déficit público al 3 por ciento del PIB, del endeudamiento al
60 por ciento del PIB, control de la inflación y estabilidad monetaria. Los primeros
contornos de Eurolandia surgen, pues, este sábado, con los nombres de los once
"precalificados": Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia,
Irlanda, Italia, Luxemburgo, Holanda y Portugal. El hecho posee características que
sobrepasan la mera estructura monetaria. En la historia económica contemporánea nunca
hasta ahora 11 países distintos, tanto por su idioma, su cultura, sus tradiciones y sus
dimensiones, habían abandonado esa porción de la soberanía nacional que es la moneda
para adoptar, juntos, una moneda común. |