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EL GERONTE REBELDE
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POR FABIÁN LEBENGLIK
A fines de los 50 Kemble integró el Movimiento informalista, que se alineaba con la pasión por el caos, sostenía el deleite por el juego con la materia, el espesor de la pintura, el uso del collage, los grafismos y la espontaneidad de la expresión gestual. En la práctica informalista es posible ver el vértigo del arte por fijar su propio presente con la improvisación como dato clave. De modo que lo efímero también dejaba su marca, como un modo de perpetuar la fugacidad. El pintor experimentó también con lo extrapictórico y el arte destructivo. "El inglés" solía reivindicarse como pionero mundial del arte destructivo. A lo largo de su historia artística Kemble hizo de la pintura una práctica consciente de la teoría que le da sentido, y de los procesos creativos que la generan. Después de su período informalista reacciona contra esta concepción y se vuelca hacia una pintura de superficie, de yuxtaposiciones de colores y formas. En su obra, cada etapa sucesiva o simultánea va dando cuenta, pictóricamente, de las anteriores. El Kemble de los 60, en sincronía con la época, piensa la pintura como derivación creativa de la física y la percepción visual, junto con una economía de las formas sumada a la nitidez de las superficies, la plenitud del colorido, la separación y diferenciación de los colores. Introduce, en cada cuadro, una ruptura del código, un componente aleatorio, la propia negación. En casi todas las obras el artista deja un sector de la tela librado al juego del gesto, la tensión de la materia, el cambio de la secuencia, una especie de patchwork que contradice al resto del cuadro. En 1968, él presentó en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires una serie de cuadros que había pintado en la ciudad norteamericana de Boston. "Materiales, nuevas técnicas, nueva expresión" le puso como título a la muestra y colgó los cuadros por una punta, de modo que lucieran como rombos. Entre sus posiciones teóricas Kemble revelaba su admiración por el pensamiento y la obra del germano-norteamericano Joseph Albers, en especial por la búsqueda del equilibrio entre los medios y los resultados. Era un apasionado de las investigaciones del color y sus aplicaciones, que combinaba con grandes dosis de espontaneidad y azar. Entre sus últimas exposiciones se destacan la que presentó en el ICI en 1994 --una muestra museológica que rescataba su obra de hace treinta años--, una excelente retrospectiva de 1995 en el Palais de Glace y su participación activa en la muestra itinerante que homenajeó a su amigo Miguel Briante, "El ojo en la palabra" . El año pasado organizó "La rebelión de los gerontes", donde movilizó a 27 grandes artistas argentinos mayores de 65, para mostrar la vitalidad de sus obras, en un pie de igualdad con las de los que recién salen al ruedo. Estas dos últimas exhibiciones fueron montadas en el Centro Cultural Recoleta con el auspicio de Página/12. Durante 1998 tenía el calendario completo: ya había presentado una exposición en la galería Nexus hace un mes y medio y la nueva edición de Arte BA '98, que se inaugura en pocos días en el Centro Municipal de Exposiciones, había proyectado dedicarle un lugar fundamental a través de una muestra que, ahora, se trasformará en el primer homenaje póstumo al maestro.
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