"LA REFORMA ESTÁ BLOQUEADA"
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Por Raúl Kollmann Supervisar el caso Cabezas o la investigación de la muerte del estudiante Miguel Bru; revisar lo actuado por el ex jefe de la Bonaerense, Pedro Klodczyk; enterarse de qué se ocupa la división Inteligencia de la fuerza, aparentemente dominada por ex carapintadas, averiguar por qué se construyeron baños de superlujo en la jefatura de La Plata mientras se alega que hay falta de fondos para las cuestiones elementales. Estas eran algunas de las tareas que debía acometer el ex juez Juan Ramos Padilla, un hombre de extracción radical, que fue despedido del cargo de subsecretario de Investigaciones cuando aún no había cumplido cinco días en funciones y apenas dos horas después de que el ministro de Justicia bonaerense, León Arslanian, hubiera elogiado su labor en esas primeras jornadas. En La Plata dan argumentos de lo más variados: que Ramos Padilla tiene mal carácter, produjo roces, que odia a la policía e incluso algunos sugieren que nombró gente non-sancta en el área de Narcotráfico. "Hablemos en serio --dice Ramos Padilla--, hubo un solo problema: el objetivo de Duhalde es sólo lavarle un poco la cara a la Bonaerense y no tolera a nadie que quiera investigar de verdad. Arslanian tiene buenas intenciones, pero Duhalde es otra cosa." --Lo del mal carácter me da risa --señala el ex juez--. Eso no era un liceo de señoritas. Le doy un ejemplo: un día después de asumir viajé a Mar del Plata. Allí vi que funcionaba una división de inteligencia pero que nunca producía ningún informe, de manera que me pregunté y les pregunté a ellos para quién trabajan. Después me llevaron a una especie de salón inmenso en el que funciona una delegación de la escuela de policía. Ahí había 36 copas de champagne y un ambiente de lujo, mientras que los agentes usan municiones del año '81. Yo creo que, ante mis críticas, enseguida empezaron a llamar al gobernador. --Bueno, pero usted sabía en qué se metía y quién lo designó también. --Mire, lo que sucede es que conviven dos vertientes distintas. Arslanian es un hombre de primera, al que hay que defender porque quiere hacer una reforma profunda, pero fíjese que designan como secretaria de Investigaciones a la doctora Falbo, que compartía el gabinete con Alberto Piotti o con Pedro Klodczyk y nunca denunció nada. El día que yo asumí fui al juramento solo. No llevé ni a mi familia. Me encontré con un salón lleno de gente y estaba, por ejemplo, Aldo Rico. O sea que Rico fue a la asunción de Falbo, obviamente, no a la mía, y con esas inclinaciones no se puede hacer una reforma ni construir un aparato de seguridad como se debe. --¿Usted piensa que por eso lo desplazaron? --No, la clave fue que yo me empecé a preguntar y meterme en cosas. Pregunté, por ejemplo, para quién trabaja inteligencia de la Bonaerense, quién compró los inservibles chalecos antibalas, quién ordenó la construcción de los baños de superlujo de la jefatura. Es sabido que el interventor Luis Lugones encontró un inmenso listado de oficiales y suboficiales que cobraban pero nadie sabía dónde estaban. Yo empecé a trabajar ese tema. Después vinieron las amenazas al periodista de Página/12, Andrés Klipphan. Yo quería aplicar el sistema Excalibur para ver de dónde se hacían las llamadas. Usted sabe que todas las sospechas es que las amenazas venían de ex policías o de efectivos en actividad. Es decir, me tomé las cosas en serio y creo que sonaron todos los teléfonos en la oficina del gobernador. --¿Qué pasó con el caso Cabezas? --Yo viajé con Arslanian a Dolores un día antes de que me pidieran la renuncia, es decir que se ve que me tenían confianza, por lo menos hasta ese momento. Allí hubo un diálogo con el juez Macchi que no me corresponde revelar porque son cosas de Estado, pero evidentemente esa investigación iba a ser una de nuestras prioridades. Después se produjo la aparición de un millón de dólares falsos, en San Fernando. También me iba a ocupar de ese tema, en el que seguramente hay algo detrás. Le insisto: no querían alguien como yo metido en investigaciones. Recuerde que yo soy radical y aunque Raúl Alfonsín era para mí una especie de ídolo político fui el primer juez que le declaró inconstitucional la ley de Obediencia Debida. O sea que está claro que yo iba a investigar a fondo. --En La Plata hay quienes ahora lo acusan de haber puesto gente dudosa en el área de narcotráfico. --La única designación que yo pude hacer fue la del comisario Catarrazo, un hombre que, cuando yo era juez, intervino conmigo en divisiones tan delicadas como la Inteligencia y Toxicomanía. En el área de narcotráfico designaron por debajo de Catarrazo a un comisario Martínez, que ahora parece ser que está muy cuestionado. Yo no lo designé de ninguna manera. Pero todo esto tiene que ver con lo mismo: sigue habiendo bolsones muy profundos de corrupción en la Bonaerense y Duhalde lo único que quiere hacer es un maquillaje. Le doy más ejemplos: no hay inventarios y se roban los equipos de comunicaciones, no se hacen ni siquiera prácticas de tiro. Este estado de cosas es intolerable. Me preocupa la situación de Arslanian: tiene absoluta buena fe y espero que la gente lo apoye y lo proteja, porque la supuesta reforma a fondo no se está haciendo, está bloqueada por hombres de las anteriores líneas de la Bonaerense que tienen buena llegada al gobernador o a su gente.
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