![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
|
THE GUARDIAN Por Nick Cumming-Bruce desde Bangkok
El autoritarismo brutal del general Ta Mok agotó la fortaleza de lucha del Khmer Rojo más efectivamente que las fuerzas del gobierno mal pagas, pobremente entrenadas y sin motivación. El amargo disenso interno y las deserciones masivas del mes pasado lo obligaron a huir de su antigua base en la remota e inexpugnable jungla de Anlong Veng. Los cuadros del Khmer Rojo siguen declarando que él controla a unos 10.000 guerrilleros, la misma cantidad que hace un año. Si esta cifra fuera cierta, representaría una fuerza capaz de sostenerse durante años en la jungla y en el escarpado terreno de las montañas Dangrek a lo largo de la frontera con Tailandia. Pero trabajando con relatos de desertores, los analistas llegaron a la conclusión de que sus fuerzas son de, a lo sumo, mil hombres, entre los cuales la mayoría sucumbirá a la moral que se derrumba. "Esas son personas que están ahí porque tenían que estar o porque pensaron que estaban heredando algo formidable", dice el erudito camboyano Steven Heder. "Ahora están descubriendo que heredaron algo que está lejos de ser formidable, que no puede garantizar su futuro político o su supervivencia física." La disminución de la fuerza es igualada por una creciente hostilidad externa. La muerte de Pol Pot puede haber engañado a aquellos que buscaban enjuiciarlo por crímenes contra la humanidad, pero las palabras de la administración Clinton de perseguir a sus sucesores les está dando un impulso extra a las agencias internacionales, incluyendo las Naciones Unidas, y está aumentando la presión sobre Tailandia, el país que, más que cualquier otro, es crucial para los sobrevivientes del Khmer Rojo. Los desertores de Anlong Veng hacen pensar que la rivalidad interna sobre el acceso al comercio y a las fuentes de recursos controlada por el general Ta Mok incentivó el disenso que llevó a las deserciones del mes pasado. La reciente negativa de Tailandia de abrir la frontera para la venta de madera hubiera cortado los ingresos y aumentado la presión. Para los guerrilleros, cansados de la guerra y sin la fuerza de su fervor ideológico de antaño, el achique económico y militar sólo puede aumentar la tentación de desertar, sobre todo teniendo en cuenta que algunos de los líderes del Khmer Rojo fueron comprados --con dinero y con puestos políticos-- por el coprimer ministro de Camboya, Hun Sen. Al respecto, el analista Heder vaticina: "Aquellos que no pueden o no quieren hacer un trato con el gobierno terminarán, o bien muertos o en Tailandia". Traducción: Celita Doyhambéhère |