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Con una declaración de sólo cinco renglones, el Consejo Europeo anunció en Bruselas el histórico nacimiento del euro, después de una reunión extraordinaria. "Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda, Italia, Luxemburgo y Portugal reúnen las condiciones necesarias para la adopción de la moneda única el 1º de enero de 1999", se limita a indicar la lacónica comunicación. Que no incluye la designación del holandés Wim Duisenberg como primer presidente del primer Banco Central Europeo. Las discusiones entre grupos por la presidencia, que concluyeron en un compromiso que desatiende al tratado de Maastricht, fueron el punto polémico de la reunión. El camino hacia la moneda única europea fue una larga sucesión de regateos apasionados y debates bizantinos. Pero siempre respetando estrictamente el calendario. La "zona euro" que quedó consolidada ayer incluye a los 11 países calificados (Grecia quedó fuera) y posee la mayor parte de las reservas mundiales de oro y divisas (20, 6 por ciento), y es la campeona indiscutida en el comercio internacional, con un 20 por ciento en las exportaciones mundiales. Pierden frente a Japón y Estados Unidos es el desempleo: el porcentaje trepa al 11, 7, según datos también dados a conocer ayer por Eurostat, la oficina europea de estadísticas. El canciller alemán Helmut Kohl declaró ayer haber vivido "la hora más difícil de la construcción europea" para lograr el doloroso compromiso que hizo posible el nombramiento del holandés Wim Duisenberg como primer presidente del Banco Central Europeo (BCE). Cuando el presidente francés Jacques Chirac defendió durante 11 horas a su candidato, el funcionario francés Jean-Claude Trichet, introdujo el debate en una cumbre que había sido preparada como fiesta institucional de lanzamiento del euro, y no como escenario de discrepancias entre los estados miembros. El compromiso hizo declarar a Duisenberg, "por su propia voluntad", que llegará a la mitad de su mandato de ocho años. Otro arreglo "violaría el carácter sagrado del tratado de Maastricht", dijo el premier británico Tony Blair, presidente de turno de la UE, y defensor de la "independencia" del BCE.
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