"SOY UN AGITADOR CULTURAL"
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Por Hilda Cabrera El director español Guillermo Heras no podía ser más oportuno. Está en Buenos Aires desarrollando un seminario sobre gestión cultural en la Facultad de Ciencias Económicas, justo cuando se renuevan las autoridades de la ciudad en esa materia, precisamente porque los funcionarios locales parecen no conocer a fondo esa disciplina. Heras cree haberla aprobado hace tiempo. Lo avala su abultado currículum de gestor y dramaturgista, de actor, autor y director que ha realizado puestas y talleres en diversas ciudades de Europa, Asia y Latinoamérica. En España ejerció durante diez años, a partir de 1984, la dirección del Centro de Nuevas Tendencias Escénicas y fue el principal responsable de la renovadora programación del Teatro Olimpia de Madrid, espacio que desde el '94 pasó a ser sede del Centro Dramático Nacional. Bastante antes, durante el franquismo, creó y condujo al independiente Grupo Tábano que, como Les Comedians y Els Joglars, encaró con nuevas armas la producción de sus espectáculos. En una entrevista con Página/12, el director sostiene que la mayoría de los grupos alternativos siguen sin plantearse en profundidad el tema de la gestión cultural, que lo relegan como si fuera materia exclusiva de lo que en política se denomina liberalismo. "Estos grupos están equivocados --dice--, porque ahora, más que nunca, las estrategias estéticas pasan por la dialéctica con el entorno." El modelo no es hoy la autogestión, opina Heras, actualmente director del grupo El Astillero y de la muestra anual de nuevos autores de Alicante, asesor del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, y organizador de los programas de la Casa de América. Lo era en su país en tiempos del franquismo, cuando los independientes españoles rechazaban las ayudas que el gobierno ofrecía, sencillamente porque lo cuestionaban. Después, con la democracia, las subvenciones fueron fundamentales para las artes escénicas, pero la ayuda mermó a partir de 1992. --¿Por qué cree que se dan estos procesos críticos en lo económico? --En España, porque se gastó por encima de las posibilidades reales. Se produjeron gastos suntuarios, como los de la Expo de Sevilla, las Olimpíadas, el Madrid Capital Cultural... Se invirtió mucho dinero en productos efímeros que no dejaron memoria ni raíces. El '92 marcó una frontera, a partir de la cual empezó a haber una menor inversión en la cultura. --¿Cree se es un buen gestor cultural? --Más que un gestor soy un agitador cultural en el sentido amplio del término. Me apasiona de igual manera dirigir una obra como producir espectáculos y armar programaciones. Ahora estoy en tratativas para realizar una muestra de intercambio de nuevas dramaturgias española y argentina. En los diez años que estuve en el Centro induje 360 coproducciones con nuevos autores y creadores de danza contemporánea. Pero soy también un director preocupado por el fenómeno general de la escena. Me interesa la danza, la ópera, el texto contemporáneo. Creo ser un gestor atípico. Entiendo el teatro como punto de unión del discurso estético y del productivo. El teatro es un producto que, como tal, requiere de una estrategia. En esto me siento Dr. Jeckyll y Mr. Hyde. El gestor tiene que tener una parte sensata, analítica, y otra un poco loca para entender que hay proyectos artísticos que parecen utópicos pero pueden ser concretados. Esto que parece una obviedad, lo lleva realizando el teatro inglés desde hace 30 años. --¿Y el latinoamericano? --Yo diría que no sólo en el latinoamericano sino en el latino en general el gestor ha sido a menudo un contable o un rebotado de la compañía. --¿Qué hacer entonces? --Abrir una vía de reflexión sobre la propia dramaturgia y tener una personalidad específica, bien definida, frente a los avances tecnológicos. El teatro debe indagar sobre la esencialidad del actor, del texto y de la comunicación directa con el público sin olvidar la nueva tecnología. Encauzar la energía para sacar adelante los proyectos, liberando de esta tarea de marketing al creador, y especializar los espacios. El teatro de investigación tiene que ser presentado fuera de los programas convencionales para no quedar subsumido. Investigación y renovación no es sinónimo de hermético o raro, como se piensa, sino una manera de reconducir el lenguaje.
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