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"ART", UNA OBRA PARA EL DEBATE

CUANDO EL ARTE ATACA

El inglés Mick Gordon logra una notable puesta de la pieza de la francesa Yasmina Reza, en que tres amigos, Ricardo Darín Oscar Martínez y Germán Palacios, se pelean ¡por un cuadro!

Oscar Martínez brilla entre tres actores esta vez muy parejos.


La obra incluye una cuota de sarcasmo sobre el arte moderno.

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Intérpretes: Oscar Martínez, Ricardo Darín y Germán Palacios.

Traducción y adaptación: Fernando Masllorens y Federico González del Pino. Escenografía: María Julia Bertotto.

Música original: Gary Yershon.

Dirección: Mick Gordon.

Lugar: Teatro Blanca Podestá, Corrientes 1283, de miércoles a domingo en horarios diversos.

Por Cecilia Hopkins

t.gif (67 bytes) Las amistades de años suelen ser el resultado de un delicado juego de equilibrio. Y, si la relación es cuestión de tres, la búsqueda del contrapeso se complica aún más. Sobre este motivo, la francesa Yasmina Reza describe en ART el movimiento continuo de las alianzas celebradas por un terceto de amigos, con tal puntería que en su primera versión la comedia logró reunir en su elenco figuras del porte de Jean Louis Trintignat y Jean Rochefort, después de lo cual se constituyó en éxito de público y crítica, tanto en Londres como en Broadway. En esta pieza, un hecho aparentemente inofensivo repercute en la relación que desde hace 15 años une a tres amigos íntimos, sacando a la superficie antiguos y recientes resquemores, disimulados en aras de la camaradería.

Dirigida por el inglés Mick Gordon sobre el mismo esquema de la puesta londinense de Matthew Warchus, la obra se inicia con un suceso que en principio parecería no exceder la esfera de lo privado: Sergio (el dermatólogo interpretado por Germán Palacios) decide comprarse un cuadro a un precio elevadísimo. Pero el hecho más inesperado es la reacción de su amigo Marcos (el ingeniero a cargo de Oscar Martínez) que se siente traicionado porque creía que su amigo era inmune a todo esnobismo. Amante de las formas clásicas, el hombre no comprende los méritos artísticos de esa tela pintada de blanco en toda su superficie.

Entre ambos, en el papel del mediador, se ubica el inseguro de Iván (Ricardo Darín) que termina llevando la peor parte en el asunto. Sin duda, lo más turbador del incidente es la forma violenta en que los personajes se ven enfrentados a los reconcentrados sentimientos de intolerancia e inseguridad que hasta el momento venía soportando cada uno con mayor o menor eficacia. El resultado es un minucioso catálogo de los más diversos modelos de la histeria masculina en un impecable juego escénico que alterna el diálogo con la expresión del pensamiento interno de los personajes y la exposición al público de la situación. Es cierto que el trío luce sólido en todo momento, pero Martínez se lleva las palmas por la organicidad con que construye al obcecado personaje que le toca interpretar.

La autora expone ciertas ideas referidas al arte moderno con un tonito socarrón que se hace oír como una melodía de fondo, acompañando los entreveros de la comedia. Esta cuota de sarcasmo es posible porque cada una de las opiniones --a favor o en contra del cuadro-- no se expresa en igualdad de condiciones. Aunque esquemáticos y terminantes, los razonamientos del amante de las formas clásicas resultan mucho más convincentes que los absurdos argumentos que esgrime Sergio, el militante de los movimientos de ruptura. Situación que recuerda en alguna medida el debate que originó en 1918 la pintura del plástico ruso Kasimir Malevitch, hoy propiedad del Museo de Arte Moderno de Nueva York. El artista había expresado entonces de modo radical la autonomía de la pintura respecto de la naturaleza. En Art, el personaje de Sergio va más lejos, insiste en que el cuadro no es blanco, que tiene colores, sólo que sus amigos no lo advierten. Y cada vez que lo dice, el público suelta la risa, clásicos y modernos por igual.

 

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