LA VACUNA A PRUEBA
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Por Pedro Lipcovich Uno de los ensayos más delicados en la historia de la medicina está por comenzar: la fase 3 de experimentación sobre seres humanos para cuatro vacunas preventivas contra el virus del sida. Delicado experimento, porque su éxito depende de que los voluntarios se expongan a situaciones de riesgo pero los médicos, en su ética, deben instarlos a prevenirse de ese mismo riesgo. Esta cuestión, incluida en el más completo panorama de la investigación sobre vacunas, se planteó en Buenos Aires en el Segundo Simposio Internacional de Sida --organizado por Fundai--, donde figuras relevantes anticiparon lo que se discutirá dentro de dos meses en la Conferencia Mundial de Ginebra. Hay 75 proyectos de vacuna en curso, se prevé que habrá éxito pero realmente no se sabe cuándo. En cuanto a los tratamientos, el célebre especialista Clifford Lane ratificó la vigencia de las combinaciones de tres medicamentos, anunció una cuarta droga en fase avanzada de investigación y aseveró que "los tratamientos deben continuar indefinidamente porque no erradican el virus". Desde 1987, 40 vacunas "candidatas" --así las llaman los investigadores-- consiguieron pasar de los animales de laboratorio a la investigación, sobre seres humanos, pero sólo cuatro --dos en Estados Unidos y dos en Tailandia-- están en condiciones de pasar a la crucial fase III. Las fases I y II evalúan cuestiones como el riesgo de toxicidad y trabajan con grupos pequeños de voluntarios, sanos y a los que se considera con bajo riesgo de contraer el VIH. Pero la fase III, que evalúa la eficacia de la vacuna, trabaja con miles de personas, también sanas pero "en alto riesgo de infectarse", según las palabras de Willam Heyward, coordinador de Vacunas de HIV-AIDS del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos. "Eticamente, hacemos todo lo posible para que no se infecten --aseguró Heyward--: les impartimos todas las pautas sobre prevención, incluido por supuesto el uso de preservativos y la entrega de jeringas para que, si son adictos, no las compartan. En general, la incidencia de la infección por VIH disminuye en el grupo en relación con la que hubiera habido si no se los hubiese enrolado para el estudio." Sin embargo, admitió Heyward, "existe el peligro de que la persona piense que la vacuna que recibió va a protegerlo, aunque se le haya explicado que sólo está en experimentación: el peligro es que la persona aumente sus comportamientos de riesgo, y por eso monitoreamos el comportamiento de los voluntarios a lo largo del estudio". Existe ya consenso entre los investigadores sobre cómo debe ser la vacuna: servirá para las distintas cepas del VIH, otorgará inmunidad por tiempo prolongado y será oral, para su mejor administración. Hace 14 años, cuando comenzó el desarrollo de vacunas contra el VIH, se trabajó con el único subtipo que entonces se conocía, el B, predominante en Estados Unidos, Europa y también en la Argentina. Pero en las regiones donde la epidemia es más severa, como el Africa subsahariana, predominan otros subtipos. La vacuna deberá servir para todos. El problema ya presentó con otras enfermedades: la vacuna Sabin es en realidad un conjunto de tres vacunas contra los subtipos del virus de la polio; la vacuna contra la hepatitis B resuelve el mismo problema de otro modo, actuando sobre una parte del virus común a todas las cepas. En el VIH, además, dentro de cada cepa el virus muta permanentemente: "En la fase 3 de investigación se podrá examinar este problema", anticipó Heyward. Los 4 estudios de fase 3 que empezarán en los próximos meses demandarán entre uno y tres años. Pero no conviene suponer que alguno de ellos conduzca por sí mismo a una vacuna: son sólo una parte de los "75 conceptos de investigación" en curso, cuyos éxitos y fracasos generarán, algún día, la vacuna. Ese día no está cercano: "Faltan quizá 10 años", dijo Heyward, con el tono de quien preferiría decir "no sabemos". Anticipó, sí, que "una vacuna efectiva requerirá muchos estudios de eficacia en distintos países, con decenas de miles de voluntarios". El hecho es que "hay motivos de optimismo", según Heyward: "Algunas personas infectadas han pasado ya muchos años sin contraer la enfermedad: y hay datos de personas que, habiendo estado expuestas a la infección, no enfermaron. Cuando conozcamos bien las razones de todo esto, habremos avanzado fuertemente en el camino de la vacuna preventiva". Entretanto, y para los que ya contrajeron el VIH, el célebre especialista Clifford Lane --director de Investigaciones Clínicas del National Institute of Health de Estados Unidos-- ratificó que "el tratamiento actual se basa en la combinación de tres distintas drogas, una de las cuales debe ser un inhibidor de la proteasa. Y debe mantenerse indefinidamente: no hay ningún estudio serio de pacientes que hayan dejado la medicación y no les haya vuelto a subir la carga viral".
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