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Por Julio Nudler Viajó varias veces a Estados Unidos para giras con su cuarteto, y luego con su quinteto, haciendo música propia y de Astor Piazzolla, hasta que surgió la propuesta que le planteó Sony Classical a través de Ettore Stratta, con quien había grabado Synphonic Tango en 1991. El resultado fue Los tangueros, un CD de 1996 con el concertista Emanuel Ax, traduciendo para dos pianos doce temas de Piazzolla, con quien Pablo Ziegler tocó durante años. El próximo compacto, llamado Asphalt, tiene en cambio como protagonista a su quinteto, integrado por Héctor del Curto en bandoneón, Oscar Giunta en bajo, Quique Sinesi en guitarra y Horacio López en batería. A excepción de "Soledad", de Carlos Gardel, y "La cumparsita", de Matos Rodríguez, el resto de los temas pertenecen a Piazzolla o a Ziegler. Este grabó recientemente un disco con la Orpheus Chamber Orchestra, la más célebre formación camarística de Estados Unidos, que se distingue por tocar sin director. Cuando estuvieron en Buenos Aires apalabraron a Ziegler, quien durante todo el año pasado estuvo escribiendo los arreglos. El CD contendrá una suite de Astor (con Tangata, Fugata y Soledad, compilada por Ziegler como si fuera un concierto para piano y orquesta), y otra del propio Ziegler, llamada Buenos Aires Trilogy, también para piano y orquesta. El año próximo saldrá de gira con Orpheus tocando esas obras. En diálogo con Página/12, Ziegler contó que viene de firmar contrato en Nueva York con BMG por varias producciones discográficas dedicadas a su propia música. Según asegura, "se está haciendo más renovación en el tango allá que en Buenos Aires, porque aquí las productoras no apoyan al músico". El graba allá, tiene allá su manager y supone que debería estar viviendo allá, pero se reparte porque su familia permanece aquí.
--¿Por qué el desinterés de los productores argentinos? --Yo los entiendo. Si tuviera un sello aquí, ¿qué grabaría? Me da bronca ver a Salgán en el Club del Vino no pudiendo tocar su música, siendo él un creador y un intérprete de tanta dimensión. No hay lugares para hacer nada nuevo. Lo que se ve por ahí es lo mismo que veíamos hace tantos años.
--¿Quiénes forman en Estados Unidos su público? --Por un lado es el de la música clásica, que abarca festivales y salas de concierto, mientras que con el quinteto trabajamos más en festivales de jazz, como ya hacíamos con Astor. --¿Acá no existe público para mostrar algo nuevo? --Sí, existe, pero nadie se juega. A lo sumo le dan a uno las paredes y le dicen que ponga todo, hasta la publicidad. Uno tiene que ser su propio productor. El Gobierno de la Ciudad, que tanto se llenó la boca con el tango, hizo lo del Palais de Glace, ¿pero llevó a algún intérprete discreto? No. No les importa, o no saben. Se fueron los otros, los menemistas, y vinieron éstos, los radicales, pero todo sigue igual. Como en lo demás, en la cultura vale lo del pariente, el amigo o el amigo del amigo.
--¿Y entonces? --Toda la gente termina yéndose. El país los echa. Si uno no produce para el circuito comercial-comercial, lo echan. Lo echaron a Piazzolla, y nos echan a los que venimos remando detrás. Tengo mi casa en San Isidro. Vengo para estudiar, escribir, pero para trabajar me voy a Estados Unidos. Si de vez en cuando toco acá es pour la galerie. Ofrecí acá lo de los duetos de pianos. Me dijeron que claro, que por supuesto, que era algo adecuado para el Mozarteum, para Harmonia, pero ésos no quieren tango. Pienso que no vendremos nunca. Nos verán por video, como al Quinteto de Astor. --En los ambientes de la música clásica subsiste ese rechazo al tango, entonces... --Acá solamente. Afuera están chochos. No existen esos prejuicios. |