TODAS LAS MUJERES DEL PRESIDENTE
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Por Guillermo Ravaschino Todo empezó con una novela anónima, que amenazaba con minar la credibilidad del primer mandatario estadounidense. "Primary Colors, by Anonymous" rezaba la portada del libro que a mediados del '96 se convirtió en un best-seller instantáneo en los Estados Unidos. La historia es la del vertiginoso ascenso de un gobernador sureño, Jack Stanton. Se concentra en la accidentada campaña de 1992, que lo tuvo como protagonista y, a la vez, en el ojo de tormenta de una serie de denuncias sobre affaires non sanctos. Por supuesto que todo parecido con la realidad no es pura coincidencia. Jack Stanton es Bill Clinton. Y la opinión pública norteamericana, ese segmento de la middle class siempre sediento de revelaciones explosivas, hizo crecer al fenómeno como una bola de nieve. Hasta que Hollywood le hizo honor con una nueva "película de presidente", una superproducción en la que un divo con cara de ángel (John Travolta) compone al mujeriego ilustre, y una dama con antecedentes progres y carácter (Emma Thompson, claro) se hace cargo de su esposa Hillary. El próximo jueves, Colores primarios, que así se llama, se estrena en Buenos Aires, apenas 24 horas después de inaugurar una nueva edición del Festival de Cannes. Los estudios Universal concretaron la producción por la módica suma de 65 millones de dólares. El 20 de marzo, Primary Colors picó en punta en 2000 cines norteamericanos. La verdad es que la agenda sexopolítica no podría haber sido más favorable. A la fecha del estreno el affaire Lewinsky todavía estaba candente, y algo más tarde las boleterías se recalentaron con las denuncias de una enésima supuesta víctima, Kathleen Willey. Cifras al margen, Primary Colors hizo derramar ríos de tinta y nutrió interminables polémicas televisivas. Lo que no arroja demasiada luz sobre sustancias cinematográficas, pero ayuda a conocer algunas de las reglas no escritas que rigen al periodismo y al público norteamericano. Como la novela (cuyo autor, el periodista de Newsweek Joe Klein, decidió mostrar la cara cuando la venta del libro arañó el primer millón), Colores primarios está narrada desde el punto de vista de Henry Burton, un joven idealista, negro, que está buscando desesperadamente a alguien en quien confiar. Ahí está el presidenciable Jack Stanton (Travolta), que enseguida lo convierte en uno de sus capitanes de campaña. Burton está interpretado por Adrian Lester y representa a George Stephanopoulos, mano derecha de Clinton en el '92: este es el personaje que quedó mejor parado en la película. Pero no el único. Jack Stanton rige con mano progresista a un estado sureño indeterminado. Sus amoríos ilícitos a la larga quedan en anécdotas. Pecados veniales de un líder que, por lo demás, es dueño de un instinto innato para conectarse con el "pueblo" y luce un carisma discursivo capaz de ablandar al interlocutor más cínico. Por supuesto que, además, es la versión más parecida a Clinton que pudo obtenerse de los gestos y los rasgos de Travolta. "Realmente lo estoy interpretando a él", confesó el astro de Tiempos violentos. "Estudié horas de discursos del presidente, su lenguaje corporal, el acento de Arkansas. Sería un falso ejercicio de relaciones públicas que yo niegue eso". Otra fue la posición de Emma Thompson, que negó las evidencias con un "yo no quise en absoluto personificar a Hillary, mi personaje no es Hillary sino una combinación de varias personas". ¿Pero a qué otra persona podría remitir aquella "suma de personas", si su personaje es la cónyuge de Jack? Kathy Misery Bates, en tanto, se hace cargo de la jefa de gabinete Betsey Wright. En el film se llama Libby Holden, y es esa mujer de armas llevar, capaz de corregir las líneas de un discurso como de calzarse una Browning en la cintura. Holden también encarna al típico personaje equilibrado que se ocupa de llevar la voz cantante cuando los otros balbucean. Y sus dictámenes nunca se apartan demasiado del camino elegido por Jack. Como puede verse, Primary Colors se perfila como algo muy parecido a un retrato rosa. Sin embargo, la aprensión del entorno presidencial se hizo notar poco antes del estreno. Como para matizar tantos affaires de Jack, una escena del film iba a permitir el desquite de Hillary (en fin, de Susan), quien se tiraba una canita al aire con el joven Burton. Esto llegó a oídos de la primera dama, a la que no le resultó nada gracioso verse en la cama con un afroamericano. Hillary activó ciertos contactos y los ejecutivos de la Universal decidieron eliminar el fragmento en el montaje. Stu Zaks, vocero del estudio, argumentó que buena parte de lo que se filma normalmente queda afuera en la compaginación. Lo que no dijo es que Mike Nichols, el director del film, quería que esta escena quedase. "Hubiera servido para humanizar a Susan", argumentó el director de El graduado, "y al mismo tiempo para revelar la complejidad de su relación matrimonial, jalonada por la infidelidad de Jack". La banda incidental del film, en tanto, había sido encomendada a Carly Simon, una de las grandes amistades que cosechó Clinton en el ambiente musical. Pero la intérprete de "Let the River Run" se bajó del caballo prematuramente. "Fue una decisión artística que no tiene nada que ver con la política", declaró. "Y la película me gustó, aunque no guarda ninguna relación con la realidad." Si ella lo dice...
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