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PRELLEZO ROMPE EL SILENCIO Y DECLARARA SOBRE EL ASESINATO DE CABEZAS

UNA VERSIÓN QUE SALVA A TODOS

El policía Prellezo contará una historia ante el juez José Luis Macchi en la que quedan exculpados tanto los altos mandos de la Policía Bonaerense como el empresario Alfredo Yabrán. "Iba a ser sólo una paliza", dirá.

Gustavo Prellezo tiene una versión sobre el asesinato en la que muy pocos quedan comprometidos.

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Por Raúl Kollmann

t.gif (67 bytes) En su primera declaración ante el juez José Luis Macchi --que se concretará el viernes, a las 10 de la mañana--, el policía Gustavo Prellezo presentará el asesinato de José Luis Cabezas como el resultado de una interna policial y de la venganza de un hombre de la fuerza contra la revista. Una versión con la que zafarían tanto los jefes de la Bonaerense como el empresario Alfredo Yabrán.

Esto es lo que dirá Prellezo: "Efectivamente yo preparé el operativo contra José Luis Cabezas. La instrucción que les di a los horneros fue que lo golpearan, pero Horacio Braga se volvió loco y le metió dos disparos en la nuca cuando estaban dentro del coche. ¿Por qué contra Cabezas? Por varias razones. Una semana antes yo había hablado con Gregorio Ríos por el asunto de las alarmas. Ríos me dijo que no podía hacer el negocio conmigo porque yo ya no estaba en Pinamar, me habían cambiado a Mar de Ajó. El que me borró de Pinamar fue el jefe de policía de la ciudad, comisario Gómez, así que yo decidí hacer algo que le cueste el puesto. Elegí una paliza a Cabezas por tres cosas. La primera, que estaban investigando el asunto de los robos en la zona y en eso terminarían encontrando algo en contra mío. La segunda, el artículo de Noticias, 'Maldita Policía', en el que nos escrachaban. La tercera, una paliza a alguien de Noticias iba a hacer mucho ruido".

Los detalles de esta declaración le fueron revelados a Página/12 por un familiar del policía preso. Habrá que ver qué pruebas presenta Prellezo para fundar una historia que tiene muchos puntos oscuros (ver aparte).

En primer lugar, el oficial de la Bonaerense sostendrá que no estuvo en Pinamar en el momento del crimen y negará rotundamente su presencia en la cava. "Llegué a eso de las seis de la mañana, básicamente para llevarme a los muchachos. Justamente porque preparé el apriete, es que no quería estar. Yo ya sabía que iba a haber una operación contra Cabezas", dirá Prellezo.

Aunque sostiene no haber estado en la cava, el ex policía le va a asegurar a Macchi que sabe que fue Horacio Braga el que mató al fotógrafo. "Parece que estaba borracho o drogado y estando en el auto disparó dos veces sobre la nuca del fotógrafo". Esto es lo que le habrían contado los horneros en el viaje de vuelta. La versión obviamente llevará a un choque directo con los ladrones que él mismo contrató y que mantenía robando en la zona de Pinamar.

Según Prellezo, la orden que les dio a los horneros era darle una paliza a Cabezas, quemarle el auto y dejarlo desnudo en medio del campo. Con eso --dice-- estaba garantizado el escándalo y el desplazamiento del comisario Gómez. El odio al jefe de policía de Pinamar creció al máximo porque pidió que lo trasladen de esa ciudad a Mar de Ajó, sacándolo de un centro en el que mantenía contactos con varios empresarios, entre ellos Alfredo Yabrán. Prellezo fue subjefe de Pinamar y hacía negocios con custodias especiales y favores de todo tipo. Al mismo tiempo, tenía a ladrones trabajando para él.

Lo que le va a decir a Macchi es que una semana antes del crimen habló por teléfono con Gregorio Ríos, el jefe de la custodia de Yabrán, a quien intentaba vender unas alarmas. Según dice, Ríos rechazó la compra diciéndole: "Yo tengo que tratar con la gente que está en Pinamar. Vos ya no estás". La razón por la que el arreglo debía ser hecho con policías de la ciudad es que en realidad la venta de alarmas encubría una especie de seguro contra robos: como los ladrones eran manejados por los policías, el que no quería alarma, sufría un robo, obviamente por orden de los uniformados. La respuesta de Ríos --sostendrá Prellezo-- lo enfureció y por eso planeó la venganza contra Gómez, el hombre que celoso por los contactos y negocios que hacía Prellezo, lo sacó de Pinamar.

El ex policía le dirá al juez las razones por las que eligió a Cabezas para vengarse de Gómez. En aquella época --sostiene Prellezo--, la jefatura de la Bonaerense había mandado un escrito para que fuera firmado por los oficiales. Se trataba de una querella por calumnias e injurias contra la revista Noticias por el artículo "Maldita Policía", una amplia nota en la que se enumeraba el increíble enriquecimiento de buena parte de los jefes policiales y los fabulosos negocios ilegales que manejaban los hombres de la Bonaerense. En la tapa de ese número aparecía el entonces jefe, Pedro Klodczyk, en una foto tomada por José Luis Cabezas. Según Prellezo, el odio a Noticias recorría la fuerza en el momento en que ideó la supuesta paliza al fotógrafo.

Además, Cabezas y el periodista Gabriel Michi estaban investigando por esos días la ola de robos que sufría Pinamar y --ahora se sabe-- Prellezo era uno de los que estaban detrás de los asaltos. Por esa razón, el ex oficial aparentemente pensó que la investigación de los periodistas iba a terminar detectando la llamada conexión policial de los robos. Esta fue la segunda razón por la que pensó que Cabezas era un buen objetivo para una paliza.

Por último, estaba la cuestión de que la golpiza a un hombre de la revista iba a crear gran escándalo, provocando el desplazamiento de Gómez. En este punto no queda claro si Prellezo va a decir que también quería vengarse de Ríos, que le había rechazado el negocio, o que la operación sólo tenía como objetivo la vendetta contra el jefe de policía de Pinamar.

En resumen, la dudosísima versión de Prellezo apunta a describir el crimen de Cabezas como un "accidente" --lo mataron sin querer--, el resultado de un "error" en un operativo de la interna policial, el producto de los negocios ilegales de la fuerza --los robos y las alarmas-- y el odio a una revista que en su momento los denunció. La historia es más que dudosa, pero habrá que verla junto con las pruebas que Prellezo le aporte al juez Macchi el viernes.

 


 

EL ARMA Y LA CÁMARA

Por R. K.

Gustavo Prellezo hablará de dos de las piezas claves de la investigación, el arma y la máquina de fotos. Respecto del arma, el ex policía sostiene que sólo "mandé a golpear a Cabezas y no les di ningún arma a los horneros. Por lo tanto, ellos se las consiguieron solos". El familiar que dialogó con este diario no sabía qué ocurrió después del crimen con la pistola 32 que mató al fotógrafo. Parece que Prellezo guarda absoluto silencio sobre el tema y se lo dirá a Macchi el viernes. Respecto de la máquina de fotos, Prellezo niega categóricamente que haya sido desarmada y afirma que no la tiraron en el canal. Es más, sostiene que el aparato encontrado no es el que verdaderamente tenía Cabezas. Todo indica que el ex oficial insistirá con que el hallazgo a través de la rabdomancia fue sólo un show montado por los investigadores policiales. Prellezo también niega terminantemente haber cobrado por el crimen. Por esa razón embistirá contra el suboficial Capay, que es el que declaró en la causa que a Prellezo le pagaron un millón de dólares.

 

CONFUSIÓN

Por R. K.

El hombre se llama Julio Vaz. Es policía y está destinado en Dolores desde hace varios años. La semana pasada llegó al juzgado de Macchi y, todavía sin hacer una declaración oficial, dijo allí que le parece que fue él la persona que pidió los datos de "un tal Cabezas" en la oficina de la obra social de la Bonaerense. En ese lugar revistaba la esposa del imputado Gustavo Prellezo, la también policía Silvia Belawsky, que está detenida por esa razón. La sospecha del juez Macchi es que Belawsky averiguó datos de José Luis Cabezas que luego Prellezo iba a utilizar en la operación del asesinato. Vaz relató así a Página/12 cómo fueron los hechos ocurridos en diciembre de 1996: "Yo tengo un hijito que nació con una ceguera por mala praxis en el hospital. Fui a la obra social porque necesitaba un crédito y allí me atendió una mujer. No sé si fue Belawsky, porque yo no la conozco. Le expliqué el caso y ella, que se conmovió mucho, me leyó los requisitos para conseguir un crédito. Mi sueldo ya estaba comprometido por otra deuda y entonces pedían una propiedad. En ese momento, yo pregunté si el oficial Jorge Cabezas, que es amigo mío, me podía salir como garante. La mujer me dijo que averiguaría cuál era la situación de Cabezas en los archivos".

 


 

LAS PIEZAS QUE NO ENCAJAN

SEIS DUDAS PARA UNA HISTORIA

Por R. K

La versión del crimen de Cabezas que da Prellezo resulta más que dudosa:

1. Es una historia que beneficia a todos, salvo a Horacio Braga. Le mejora la situación a Prellezo, porque ya no se convierte en autor o instigador de un crimen sino de una golpiza, que después devino "por error" en asesinato. A Yabrán le viene de perillas, directamente lo desvincula del crimen. A los ex jefes de la Bonaerense también les cae como anillo al dedo: fue una interna policial, pero ellos no tuvieron nada que ver y mucho menos ordenaron el crimen. Aparecen negocios policiales sucios y un asesinato, aunque todo se mantendría en el nivel de los oficiales de la zona. A tres de los cuatro horneros tampoco los complica más de lo que ya están, sobre todo teniendo en cuenta que naufragó la ley del arrepentido. El que quedaría peor situado es Horacio Braga, que en la versión de Prellezo es el que lo mató, pero bajo el efecto del alcohol o la droga. En suma, el asesinato pasaría a ser casi un hecho involuntario, casual, y no un plan preciso para matar al reportero.

 

2. La gran pregunta es para qué compraron el bidón de combustible si no iban a matar a Cabezas. En la versión de Prellezo fue porque la idea era golpearlo y quemarle el auto. Esta historia no se sostiene: los expertos consultados por este diario afirmaron que no recuerdan un solo caso en el que se quemara un auto como forma de amenaza. En primer lugar, porque se ve desde lejos y es muy riesgoso. Además, porque en todos los casos anteriores, lo que se buscó fue borrar las huellas de un asesinato: está el caso del joven Campos, en Mar del Plata o el de los fabricantes de ladrillos en San Martín. Quemaron los cadáveres para borrar los rastros. Por otra parte, los asesinos actuaron con el rostro descubierto, no tuvieron ni la menor precaución, justamente porque sabían que la víctima no sobreviviría. Por último, si el asesinato fue involuntario, hubieran enterrado el cuerpo para que no se encuentre más. En cambio, hicieron algo que deja una marca clara: quemar el auto y dejar el cadáver quemado. En realidad es un mensaje, ya sea contra la revista, contra el gobernador o un guiño siniestro en la interna policial.

 

3. En la historia de Prellezo, él actúa prácticamente solo. Apenas usa a los cuatro ladrones. No hubo zona liberada, no contó con la ayuda de compañeros como Camaratta o Luna, que evidentemente tuvieron un grado de participación en la planificación del crimen. Sobre esto hay pruebas contundentes y esa parte del cuento no resiste el menor análisis.

 

4. Está claro que frente a la casa de Andreani hubo un operativo previo al secuestro. Allí fueron identificados --por testigos-- varios vehículos estacionados en los alrededores. Esto tampoco aparece en la versión de Prellezo y, por lo tanto, aparece como básicamente mentiroso.

 

5. Hay pruebas concretas de que en la cava estaba la llamada camioneta de los pajareros. Existen incluso identikits de quienes eran sus tripulantes, uno de ellos más que parecido al suboficial Carlos Stoghe, aquel que fue a declarar a Dolores con un revólver en la cintura. Esa camioneta y sus tripulantes son una clave del asesinato y una demostración de que no actuaron cuatro o cinco personas que se movían solas. Lo que sí resulta creíble es que a Cabezas lo mataron dentro del auto, con dos tiros en la nuca, y no en la cava. Allí nunca se encontraron los charcos de sangre que hubiera producido el fusilamiento que relataron los horneros.

 

6. La estrategia parece clara: Prellezo se inculpa levemente y permite que zafen todos los demás, salvo Braga. Es una historia que encaja tan pero tan bien en lo que necesitan los que estuvieron en el crimen, que parece estar armada justamente para eso, para que todos se libren o reduzcan sus culpas. Habrá que ver qué aportes de pruebas hace el ex oficial. El tema del arma y la máquina de fotos son fundamentales, pero en todo caso Prellezo tendrá que presentar evidencia material contundente.

 


 

LA VENTANA INDISCRETA

A pesar de la cada vez más impresionante publicidad que la rodea, no todas son sonrisas en la empresa de promociones Hard Communications donde las atípicas relaciones entre el ex montonero Rodolfo Gabriel "El Loco" Galimberti y su jefe, socio, amigo y antiguo secuestrado Jorge Born no pasan por su mejor momento. La cosa empezó a deteriorarse cuando Galimberti, gracias a su amigo Jorge Rodríguez, capturó el negocio de las llamadas telefónicas a Susana Giménez y ha seguido de mal en peor. A tal punto que lo escucharon a Born diciendo del Loco: "Me va a cagar; yo sé que me va a cagar".

 

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