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EN HUNGRÍA GANARON LOS SOCIALISTAS CON GULASH

El Partido Socialista húngaro que se impuso ayer en las elecciones sigue la tradición del "comunismo gulash": izquierdistas que aman el mercado, la OTAN y la UE. La sorpresa fue que los neonazis entraron al Congreso.

Un confiado primer ministro socialista Gyula Horn vota con su esposa.
Dicen que es un criptocomunista. Pero esto en Hungría no es lo peor.

Peculiares: Hungría es un país donde derecha e izquierda coinciden en sus opciones: europeísmo, monetarismo, inversiones y economía de mercado.

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t.gif (67 bytes) Las elecciones húngaras enfrentaban a un joven liberal y a un socialista de 65 años. Pero las proyecciones de ayer le daban una limitada ventaja al socialismo reformista del primer ministro Gyula Horn que modernizó a Hungría, la convirtió en una aliada de la OTAN y consiguió más inversiones occidentales que ningún otro país de Europa del Este. El retador es el sociólogo Viktor Orban, 31 años más joven. Su partido Fidesz, que encabeza la coalición derechista, era un liberalismo ortodoxo que fue perdiendo su extremosidad hasta convertirse en el preferido de la moderación de las clases medias. Hungría es un país donde derecha e izquierda coinciden en sus opciones: europeísmo y economía de mercado. La novedad, que se empieza a hacer frecuente en el Este, es que la extrema derecha, el Partido de la Verdad y Vida Húngara, entró por primera vez al parlamento con más del 5 por ciento de los votos.

El Partido Socialista superaba por escaso margen, con el 32, 69 por ciento de los votos a los liberales de Fidesz que encabezan la coalición de derecha, con un 26, 19 por ciento. El Partido Socialista, en el poder desde 1994, llevó a Hungría a las puertas de la Unión Europea y de la OTAN. Vio cómo las inversiones extranjeras se incrementaban en un 40 por ciento desde el fin de la era soviética, y cómo Hungría recibía el 40 por ciento de la inversión occidental en el Este. Esto sentó las bases de un crecimiento económico sostenido, y del control de la deuda y de la inflación. De donde su complaciente eslogan electoral: "Oportunidades, crecimiento y seguridad". A esta situación diferencial entre los países del Este contribuyó el llamado "comunismo gulash", amigo del mercado y de la empresa, que Janos Kádar había promovido ya desde 1970.

Hungría es el país más prooccidental de Europa Central. Fueron los socialistas los que lo llevaron a esta posición, a la que no era ajena su pasado de máxima moderación en el contexto del comunismo. En 1989, Horn fundó el Partido Socialista húngaro, reuniendo a los ex comunistas reformistas del antiguo partido estatal pro-soviético. Pero el mismo año se ganó el respeto occidental cuando, como ministro de Relaciones Exteriores, permitió que decenas de miles de alemanes del Este huyeran al Oeste a través de Hungría, abriendo el camino a la reunificación de Alemania. Horn, el nuevo apóstol del mercado y de la ortodoxia monetarista necesaria para la integración a Europa que espera en el 2002, estudió planificación económica en la Unión Soviética.

El Partido Socialista era el favorito para las elecciones. El avance de la derecha, también proeuropea, sorprendió a los observadores. El adversario derechista, Viktor Orban, tiene un perfil que lo acerca a la centroizquierda juvenil del presidente norteamericano Bill Clinton o del premier británico Tony Blair. Estudió derecho en Budapest y Oxford. La Fidesz fue creada a la caída del comunismo en 1989 por unos pocos estudiantes. En las elecciones de 1994 obtuvieron sólo el 9 por ciento de los votos. Hoy atraen a muchos electores jóvenes por su habilidad política y oportunismo pragmático. Atacan al gobierno con repetidas acusaciones de corrupción y de conservar usos y costumbres del comunismo prosoviético. En los últimos años, Fidesz evolucionó convenientemente desde una derecha que ya no resultaba simpática en el anticlímax que siguió a la caída del Muro, hasta una posición menos heroica, pero más firme, de bastión de las clases medias ávidas de progresar.

La mayor alarma de las elecciones fue la victoria del partido ultraderechista Partido de la Verdad y Vida Húngara, que con más del 5 por ciento de los votos logró una representación parlamentaria que los analistas políticos no le auguraban. Fue fundado en 1993 por Istvan Czurka, ideólogo antisemita y amigo personal de líder ultranacionalista xenófobo francés Jean-Marie Le Pen. Su programa es simple, y convincente para los suyos: no a la OTAN, no a los extranjeros, no a las inversiones extranjeras "indiscriminadas" que consiguieron los socialistas.


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