HAY MÁS NOTICIAS BOMBA EN LA INDIA
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El plan atómico del gobierno fundamentalista hindú sigue con sus grandes éxitos. Ayer hizo estallar otras dos bombas en el desierto de Pokhran, donde el lunes habían explotado tres para plena satisfacción de los nacionalistas. Fue la respuesta del primer ministro Atal Behari Vajpayee a las críticas y amenazas de sanciones que le infligieron por el empeño en llevar a buen término su programa nuclear. "Las explosiones completan la primera serie programada de pruebas, y obtienen los datos adicionales para conseguir la capacidad de seguir llevando a cabo experimentos", según el comunicado oficial de la oficina de prensa del gobierno de Nueva Delhi. Científicos pakistaníes anunciaron ayer estar dispuestos a hacer sus pruebas en una semana, si el gobierno fundamentalista islámico no se opone. El presidente norteamericano Bill Clinton anunció en su reunión con el canciller alemán Helmut Kohl que Estados Unidos suspenderá toda ayuda y la exportación de tecnología, mientras el Senado norteamericano deploraba que la CIA no les hubiera anticipado las pruebas nucleares. Pero Francia se opone, y Rusia y Gran Bretaña se mostraron reticentes, a la aplicación inmediata de sanciones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La bomba atómica convirtió a la India en un paria mundial, pero dentro del subcontinente unió a las castas y a los partidos en una misma emoción de euforia nacionalista que no conocía límites. Las multitudes de las clases medias salieron a las calles para unirse con los que viven allí en una celebración espontánea de la grandeza india, que superó en brío a las de 1997 por los 50 años de independencia del imperio británico. Ajit Jogi, portavoz de los más importantes opositores al gobierno, el Partido del Congreso fundado por el pacifista vegetariano Mahatma Gandhi, compitió con el oficialismo en las autocongratulaciones: de nada puede estar tan "orgulloso" el país como de las explosiones atómicas triunfales. Japón, el único país del mundo que en toda la historia sufrió ataques nucleares, estaba ayer en la vanguardia de los reclamos para hacer sentir a la India la fuerza disuasoria de sus sanciones. El gobierno de Tokio anunció la decisión de suspender la ayuda a la India, superior a 1.000 millones de dólares. El presidente Clinton aprobó ya una amplia serie de sanciones económicas: suspensión de toda ayuda bilateral (salvo la humanitaria) y de toda venta militar, congelación de los préstamos y créditos, prohibición de préstamos privados y de la exportación de tecnología. Pramod Mahajan, consejero político del primer ministro Vajpayee, declaró a la prensa que tales sanciones ya habían sido debidamente previstas hacía tiempo, que por supuesto en Nueva Delhi se conoce la ley de Estados Unidos, y que ni el gobierno ni el pueblo tenían miedo a tales penalizaciones. "Ningún país sobrevive con la ayuda y las inversiones del extranjero", subrayó ayer, cuando los valores indios caían en las bolsas mundiales como resultado del shock de desconfianza resentido por el gobierno de las bombas. El primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif, dijo ayer en una conversación telefónica a Bill Clinton que su país aceptará gustoso el reto indio, y que la ciencia musulmana está preparada para hacer inexpugnable a su país. De este modo respondía al presidente norteamericano, quien había llamado por teléfono para recomendar toda la moderación que esperaba del régimen de Islamabad. El ministro de Relaciones Exteriores pakistaní Gohar Ayub Khan advirtió a la prensa que "las consecuencias serán responsabilidad directa de la India y de aquellos que hayan confabulado y consentido el desarrollo de su programa nuclear". Los científicos insisten en iniciar las pruebas en una semana. China ha sido tradicionalmente acusada de poner a Pakistán como escudo para protegerse de una India nuclear y demográficamente hiperactiva. Tanto la India como Pakistán se negaron a firmar a fines de 1996 el Tratado de Prohibición Total de Ensayos Nucleares. Los dos países se enfrentaron en tres guerras fértiles en muertos desde 1947, cuando ocurrió la partición de la India inglesa en India y Pakistán. Dos de esos tres conflictos tuvieron lugar a causa de Cachemira, un territorio musulmán en el Himalaya cuya soberanía continúan disputándose ambos países. La reincidencia india en esta segunda vuelta de pruebas nucleares y la oposición de Francia demoraron la aprobación de una resolución por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Francia indicó que las condenas pueden ser contraproducentes, y recomendó explorar el camino de las sugerencias. Otro tanto había hecho el martes el presidente ruso Boris Yeltsin, cuando dijo que lo mejor era que la comunidad internacional esperara a su visita a la India de fin de año para que los fundamentalistas hindúes cambiaran su manera de pensar.
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