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OCHO PALESTINOS MUERTOS POR ISRAEL EN UNA REVUELTA

RECORDAR UNA TRAGEDIA CON UNA MASACRE

Ayer los palestinos conmemoraron el 50 aniversario de la pérdida de su tierra. Hubo violencia e Israel mató a ocho de ellos.

Policías y manifestantes palestinos se refugian mientras los israelíes abren fuego.
El recuerdo de "anakba", o "la catástrofe", desembocó en choques muy graves.

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Por Ferrán Sales  desde Gaza

t.gif (67 bytes) El pueblo palestino celebró ayer con un baño de sangre el 50 aniversario de la creación del Estado de Israel. Ocho personas resultaron muertas y más de 200 fueron heridas --10 de ellas en estado de coma-- en el transcurso de los enfrentamientos que se registraron en todos los territorios autónomos palestinos, donde jóvenes enarbolando banderas y lanzando piedras trataron de acercarse a las tropas israelíes que custodiaban los puestos fronterizos o las colonias judías.

Los incidentes más graves tuvieron como escenario los alrededores del asentamiento de Nisanit, en la frontera de Israel con la Franja de Gaza --365 kilómetros cuadrados-- donde al mediodía confluyeron centenares de jóvenes, provenientes de la ciudad de Gaza, quienes trataron por todos los medios de acercarse a los muros de la ciudadela, acosando a los soldados israelíes que la guardaban. "Nosotros lanzábamos piedras, pero ellos nos dispararon balas reales y de caucho", aseguraba ayer uno de esos jovenzuelos mientras, cansado y sudoroso, trataba de reponerse de una dura refriega e intentaba eludir las órdenes de la propia policía palestina, que quería desalojar en camiones del ejército a todos los muchachos del lugar, levantando así el cerco impuesto al enclave judío.

En sólo este punto de Gaza fallecieron ayer por la mañana cuatro jóvenes --entre ellos un enfermero y un niño de 8 años-- como consecuencia de las balas disparadas por los militares israelíes, quienes alternaban el lanzamiento de los proyectiles reales, con balas de caucho y bombas de gases lacrimógenos. Los otros cuatro muertos de la jornada se produjeron también en tres diferentes puntos de Gaza, en los alrededores de distintos asentamientos, en los que se repitieron las escenas de acoso.

Las ciudades autónomas de Nablus, Ramalha, Belén y Hebrón, entre otras localidades de la Cisjordania, como el propio Jerusalén oriental, vivieron asimismo durante toda la mañana de ayer momentos de tensión y violencia, registrándose en total más de 150 personas heridas, la mayoría de ellas por disparos efectuados por los soldados israelíes contra los jóvenes que se les acercaban.

"Consideramos al gobierno israelí el único responsable de la muerte de civiles y la utilización de balas reales contra gente que conmemoraba su catástrofe --"la anakba"-- y la de sus abuelos", aseguraba ayer el ministro de Información palestino Yasser Abded Rabbo, mientras trataba de tranquilizar a la población y recordaba las consignas de calma y tranquilidad impartidas por su gobierno en los últimos días al preparar los actos oficiales de este 50 aniversario.

Mientras tanto, James Rubin, portavoz del Departamento de Estado norteamericano, sostuvo que "este brote claramente refleja un deterioro de las relaciones entre israelíes y palestinos y resalta la necesidad de romper el estancamiento en las negociaciones de paz". Rubin hizo esta declaración antes de la reunión del premier israelí Benjamin Netanyahu con la secretaria de Estado Madeleine Albright, la segunda en dos días, diseñada precisamente para reactivar el proceso de paz, empantanado por la negativa de Netanyahu a un retiro significativo de las tropas israelíes de Cisjordania. Tampoco esta vez los interlocutores superaron sus divergencias, pero la violencia en los territorios le sirvió a Netanyahu para reclamar acciones enérgicas de los dirigentes palestinos y bravatear: "Este tipo de presiones no tendrá más que un efecto nefasto y no nos afectará".

De vuelta en Gaza, el estampido de los disparos y los gritos de dolor de los jóvenes no impidieron ayer al presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, pronunciar un emocionado y emotivo discurso en Ramala, desde donde fue difundido por radio y televisión al resto de la nación. "Exigimos el retorno del exilio de nuestro pueblo y la creación de un Estado Palestino en nuestra tierra, como hacen todos los seres humanos", aseguró tembloroso el presidente Arafat, quien a continuación reclamó el derecho de su pueblo a tener "un lugar bajo el sol".

Las palabras de Arafat fueron seguidas con indiferencia por una población que a aquella hora había empezado a abandonar las concentraciones pacíficas de las calles y, desoyendo las consignas de su gobierno, trataba de buscar donde fuera a los soldados israelíes. "Al principio nos dimos a conocer al mundo con una pistola y una rama de olivo, porque no luchamos en nombre de la guerra, sino en nombre de la paz", continuó clamando Arafat por los micrófonos. En ese momento los incidentes habían ya empezado a estallar en todo su territorio.


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