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"LOS FEDERALES", DE STUART BAIRD

EL OTRO FUGITIVO

Aun sin el encanto de la historia de Richard Kimble, el film en el que Tommy Lee Jones vuelve a calzarse el traje del sabueso Samuel Gerard consigue despegar por sobre la media actual de Hollywood.

Tommy Lee Jones, el federal implacable, vuelve a estar en su salsa.
El debutante Stuart Baird logra un film clase B, pero atractivo.

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Los federales 6 puntos

("US Marshalls") Estados Unidos, 1998
Dirección: Stuart Baird
Guión: John Pogue, basado en personajes creados por Roy Huggins.
Fotografía: Andrzej Bartkowiak
Edición: Terry Rawlings
Música: Jerry Goldsmith
Intérpretes: Tommy Lee Jones, Wesley Snipes, Robert Downey Jr., Irene Jacobs, Joe Pantoliano, Kate Nelligan y otros.
Estreno de ayer en los cines Ocean, Maxi, Atlas Santa Fe, Patio Bullrich, Cinemark 8, Paseo Alcorta, Multiplex Belgrano y General Paz.

Por Martín Pérez

t.gif (67 bytes) En El fugitivo, el Dr. Richard Kimble escapa de su destino de cárcel emergiendo de entre los restos del ómnibus que lo lleva a su encierro, que termina siendo embestido por un tren. Los federales, anunciada como la continuación del film estelarizado por Harrison Ford, dobla la apuesta. En ella, Wesley Snipes --el nuevo Kimble-- viaja a su destino entre rejas en un avión que --créase o no-- desbarranca al costado de una ruta, y se hunde lentamente en un ignoto río. Pesadilla de cualquier fóbico de los viajes aéreos, con todo un avión repleto de delincuentes engrillados y policías idiotas practicando un aterrizaje de emergencia, la escena es clave para comenzar a comprender el film del debutante Stuart Baird. Atrapado hasta aquí en un destino de mediocre telefilm estilo Comandos Azules, a partir de esta bravata/homenaje el guión de John Pogue toma el mando, sobreviviendo a todos los convencionalismos porque --lejos de aceptarlos como inevitables-- los aborda con decisión y destreza. Y manteniendo la postura de doblar la apuesta. Con lo que la obra de Baird, que bien podría ser apenas un mero vehículo para el protagonismo de los federales encabezados por el tenaz sabueso federal Samuel Gerard, termina calificando como un sorpresivamente efectivo film de acción, de lo mejorcito que el escaso rigor del Hollywood actual puede entregar al espectador entregado al género.

Todo comienza con un torpe accidente en Chicago, en el que un anónimo conductor de una grúa termina hospitalizado y con cuello y un brazo enyesados. Claro que el hombre resulta no ser tan ignoto, sino que es buscado por doble homicidio y, cuando es enviado a Nueva York para ser juzgado por el supuesto crimen, comienza su extraña huida. En el avión siniestrado está Tommy Lee Jones, que ha comenzado el film disfrazado de Pollo Gigante, en una operación destinada a capturar a una peligrosa familia de hampones. El resultado del accidente nocturno es un único fugitivo, con lo que Jones está en su salsa. Claro que recibe una carga: la ayuda obligada del agente Royce, de la CIA. Semejante esquematismo, además de ser sobrellevado por un guión que demostrará su buen tino en cada golpe de timón, se sostiene también gracias a sus protagonistas. No tanto por la obviedad de la francesa Irene Jacob (tan forzada como novia de Wesley Snipes como una española en un film argentino de coproducción hispana) pero sí por la dupla de Lee Jones y Robert Downey Jr., que encaja a la perfección dentro del juego de contrarios que se atraen que deben interpretar sus personajes.

Por momentos apenas Comandos Azules, y en otros una de James Bond pero en serio, Los federales es, entonces, una película extraña. Que se olvida al comienzo de darle una razón al público para preocuparse por el destino de prófugo de Snipes y, aún más importante, de entregar razones para apasionarse por el implacable accionar de obsesionados agentes federales. Algo que en El fugitivo fascinaba por la posibilidad de respetar al cazador aun cuando se estuviese incondicionalmente del lado de la presa. Pero, aún sin esas razones, Los federales importa cuando el espectador --al no ser subestimado-- se da cuenta de que, entre el peor esquema marketinero de Hollywood, tanto director como guionista están tratando de hacer una buena película. El primero haciendo honor a sus antecedentes de editor premiado, y el segundo reivindicando un prontuario como el mejor guionista inédito de Hollywood. Ambos seguramente tendrán posibilidad de revalidar sus méritos cuando lleguen a primera. Por ahora los defienden en un digno producto Clase B, corazón y pases cortos.


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