OYARBIDE SE VA DE VACACIONES
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Por Román Lejtman Ante la ineficiencia que tuvieron sus amigos de la Casa Rosada para frenar el inicio del juicio político en la Cámara baja y aplacar la velocidad de la causa que investiga su presunto intento de amenazas a un empleado gastronómico, Norberto Oyarbide decidió pasar al plan alternativo que diseñó Carlos Corach para evitar que su exposición pública ponga al descubierto la atípica relación que hurdió la cartera del Interior con este magistrado acusado de presunto enriquecimiento ilícito y prevaricato. En este contexto, tras escuchar las sugerencias de su madre, sus abogados y del ministro Corach, Oyarbide bajará hoy en ascensor desde su despacho hasta la Cámara Federal para anunciar que se tomará 45 días de vacaciones ordinarias. Con la licencia en marcha, el Poder Ejecutivo y la defensa del magistrado unificaron su estrategia de mediano plazo para sacar a Oyarbide de los medios de comunicación, relativizar las denuncias que en su contra harán los diputados opositores y prender una vela que permita al juez justificar los voluminosos gastos que hizo con su tarjeta de crédito American Express. Una investigación exhaustiva sobre Oyarbide puede desnudar los favores que su señoría hizo al Poder Ejecutivo y a la Policía Federal, los miles de dólares que gastó en compras de vestuario, joyas y regalos y las relaciones que anudó con ciertos propietarios de conocidos prostíbulos de la Capital Federal. El ministro Corach conoce en detalle cada uno de estos aspectos de la actuación del magistrado y consideró que la mejor alternativa era ponerlo en las sombras hasta después del Mundial de Francia y las vacaciones de invierno. Corach es conocido por su memoria y podría describir las veces que se encontró con Oyarbide en el Hotel Alvear para exigir que se cerraran determinadas causas y se abrieran otras. El magistrado, por su parte, debería explicar cómo hizo para gastar más de 20.000 dólares con su tarjeta American Express, si gana 1500 pesos al mes y no recibió herencia alguna u otra gratificación económica que pueda justificar legalmente. Asimismo, Oyarbide tendría que revelar por qué su teléfono figura en la agenda de los principales dueños de prostíbulos de la Capital Federal, entre ellos uno que tiene como abogado defensor al ex juez de instrucción que propuso su nombre al ministro Corach, cuando la Casa Rosada buscaba un candidato confiable para el juzgado federal que quedaba vacante por el ascenso del actual camarista Martín Irurzun. La pesquisa judicial no apunta únicamente a probar que Oyarbide amenazó a un adicionista del restaurante El Mirasol, sino también a demostrar que incurrió en presunto enriquecimiento ilícito. Oyarbide gastaba muchísimo con su tarjeta de crédito, pero también se manejaba con efectivo cuando se trataba de regalos chicos. Por lo menos, eso es lo que empezó a evaluar el juez de instrucción Fernando Rodríguez Lubary, tras escuchar la declaración de Hernán Cattáneo, el chofer del auto que llevó hasta las proximidades de Zárate a Luciano Garbellano, quien en esa zona sufrió un presunto intento de asesinato. Cattáneo aparece como amigo de Garbellano, aunque a esta altura de la pesquisa se investiga si estuvo en combinación con los que habrían intentado matar al propietario de Spartacus. --¿Es cierto que Oyarbide le regaló una cruz a Garbellano? --le preguntaron a Cattáneo, el viernes pasado cuando concurrió al despacho de Rodríguez Lubary. --Sí. --¿Y por qué se la regaló? --Garbellano cumplía años. --¿Dónde la compró? --En la joyería Homero que está cerca de su casa. --¿Le costó muy cara a Oyarbide? --Mil quinientos dólares. Es de oro. Corach está convencido de que su Señoría puede sobrevivir en el cargo si esta clase de información no llega a los periodistas y no contribuye a consolidar el juicio negativo que se tiene sobre su protegido. El ministro del Interior añade a su análisis político que la falta de información permitirá presionar sobre los legisladores oficialistas, quienes no piensan remar contra la corriente y dejaron en claro que avanzarán sobre Oyarbide, a pesar de los cuestionamientos que haga Corach, si el tema continúa en la agenda mediática. En rigor, todo dependerá de la investigación que complete Rodríguez Lubary, un
magistrado de carrera sin contactos políticos y consciente de las presiones que recibirá
desde la Casa Rosada para evitar que uno de sus jueces más aplicados duerma al lado de
Trovato o Branca. |