|
Por Claudio Zlotnik Existe un sector industrial que escapa a lo que en los últimos años pareció una regla general: el ingreso de capitales extranjeros en empresas argentinas. Los fabricantes de artefactos a gas son un caso aparte, una especie de isla en medio del incesante pase de manos de paquetes accionarios de los privados locales a las multinacionales. Orbis, Longvie, Emegé --los más grandes del rubro--, pero también Eskabe, Domec y las más pequeñas están en poder de familias nacionales desde principios de siglo. Y ahí están, participando de un mercado que mueve más de 300 millones de dólares anuales, y resistiendo ofertas de compra. La negativa a dejar el negocio tiene una explicación técnica. Pero también otra emotiva, según le contaron a Página/12 los dueños de estas compañías. "Por la tecnología que utiliza, el sector gasífero genera mercados muy específicos. En la Patagonia, por ejemplo, existe una presión de gas muy distinta a la de Salta. Y cada país, a su vez, impone determinadas reglas técnicas que haría muy costoso el ingreso de las multinacionales a este sector. Existe una especie de barrera de entrada", explicó Juan Carlos López, gerente general de Emegé, la compañía que desde su fundación, hace 65 años, está en manos de la familia Gak. "La barrera tecnológica existe, sin dudas", coincidió Raúl Zimmermann, titular de Longvie, la que más factura en esta industria: 70 millones de dólares anuales. "Pero también es verdad que cada país tiene sus propios gustos respecto de los artefactos a gas", añadió. El empresario, un descendiente de los Zimmermann --que en 1928 iniciaron el negocio--, contó que, por ejemplo, sólo las cocinas argentinas poseen parrilla y que ese único detalle haría fracasar cualquier intento de fabricarlas bajo parámetros internacionales. "Las familias que manejan el negocio han realizado un gran esfuerzo por desarrollar el sector renovándolo tecnológicamente. Lo pusieron bien arriba, por encima incluso de otros países. Y por eso también sus dueños rehúsan desprenderse de las empresas", expuso Mario Rupar, el gerente comercial de Orbis, la marca líder en la venta de calefones, que desde su creación, hace 77 años, administra la familia Mertig. Aunque ningún empresario lo admita abiertamente, lo cierto es que las líderes del sector ya han recibido ofertas de compra por parte de las multinacionales. Pero hasta ahora estos ofrecimientos no alcanzaron para tentar a las familias locales. La norteamericana Whirlpool y Electrolux serían dos de los gigantes que están siguiendo de cerca el sector, según pudo testear Página/12 en el mercado. "Ya nos va a llegar la hora. Más tarde o más temprano, nuestras compañías también van a pasar a manos extranjeras", reconoció ante este diario un alto directivo de una de las fábricas más grandes. A su vez, Zimmermann puso como ejemplo al mercado brasileño, donde las multinacionales -- Bosch-Siemens, General Electric y Electrolux -- se instalaron en los últimos seis años. "No descarto que aquí suceda lo mismo dentro de algún tiempo", apuntó el dueño de Longvie. La rentabilidad del negocio llega al 20 por ciento anual. "Es un muy buen margen. Por esto también a las familias les cuesta largar. Antes de vender, las empresas que más facturan están pensando en absorber a las más pequeñas. A diferencia de lo que ocurría hasta hace unos años, ahora el mercado se muestra muy competitivo", comentó ese mismo directivo. Detrás de las líderes, en el sector existe un pelotón de cinco o seis compañías medianas y, por detrás, otras veinte regionales. En total, la industria produjo 1,3 millón de unidades durante el año pasado, con una facturación cercana a los 300 millones de dólares. La mitad de ese total se los reparten Longvie, Orbis y Emegé.
|