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La Bolsa no pudo soportar tanta presión. El temor a que en el sudeste asiático se instale una nueva ola de la crisis, sumado a malas noticias provenientes de Indonesia, Rusia y Brasil provocaron ayer un derrumbe de las acciones. El índice MerVal, que agrupa a los papeles líderes, cayó un 4,8 por ciento. La inestabilidad política y económica que atraviesan algunos países emergentes alimentó la desconfianza entre los inversores locales y entre los fondos de inversión extranjeros, que en momentos de turbulencias no dudan en volcarse a los mercados desarrollados. Después de varias jornadas en las que el caos social en Indonesia pasó desapercibido, ayer la Bolsa se hizo eco de los insistentes rumores que dan por inminente el alejamiento del presidente Suharto del poder. En Yakarta, la bolsa cayó 4,2 por ciento y la rupia se devaluó a mínimos históricos, arrastrando a las demás bolsas de la región. Operadores consultados por Página/12 señalaron que la principal incógnita pasa por saber si se está en presencia de la tercera ola de la crisis que desde julio del año pasado azota a los tigres y tigrecitos asiáticos, y que primero tuvo como epicentro a Tailandia y después a Corea. En este marco, el yen japonés se deprimió a su mínimo valor en los últimos siete años: 135 unidades por dólar. La Bolsa de San Pablo --con una caída del 6,4 por ciento-- fue la que más sufrió en América Latina. Mientras en la Convención de Adeba un director del Banco Central brasileño, Francisco Lafaiete de Padua Lopes, mostraba la rápida recuperación de la economía tras la corrida cambiaria de noviembre último, en el recinto paulista los inversores remataban las acciones ante la posibilidad de que se prorrogue la anunciada privatización de Telebrás, el gigante de las telecomunicaciones. El papel de Telebrás, que también cotiza en Buenos Aires en certificados denominados Cedear, bajó más del 7 por ciento. La pérdida de confianza en los mercados emergentes sumó ayer un condimento adicional: fue cuando Rusia anunció una sorpresiva suba de las tasas de interés, del 30 al 50 por ciento anual, para evitar la devaluación del rublo. En México, la bolsa perdió 3 por ciento y en Chile sólo el 1. Ante este panorama, el dinero que manejan los inversores institucionales encuentra refugio en los mercados menos volátiles. Por eso, la bolsa de Nueva York bajó apenas el 0,5 por ciento. En Wall Street, la noticia que sacudió a los inversores fue la determinación del Gobierno de Bill Clinton --y de veinte estados de la Unión-- de querellar a Microsoft por presuntas prácticas monopólicas con su flamante producto Windows 98. En Estados Unidos, los operadores presumen que la demora en el lanzamiento del nuevo programa de Bill Gates golpeará a la economía norteamericana. "Es como si acá las terminales automotrices interrumpieran la fabricación durante un par de semanas. Sin dudas, esto resentiría a toda la industria", dijo a este diario Eduardo Zuccotti, analista de la casa bursátil Mercado Abierto. El clima vendedor en el recinto hizo "olvidar" a los inversores que hoy la Reserva Federal (banca central estadounidense) debe decidir si eleva las tasas de interés, aunque la mayoría de ellos da por descontado que, al menos por esta vez, las cosas seguirán igual. Las acciones que más retrocedieron ayer fueron Astra (7,9 por ciento); Sevel (7,5); Sol Petróleo (7,3) y Siderar (7,1). No hubo alzas. Pese a las pérdidas, algunos operadores no pierden el ánimo. Sostienen que los actuales precios de las acciones son bajos, y que esto, tarde o temprano, convocará a los inversores a ingresar nuevamente en el negocio.
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