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ALEXANDR LEBED YA DESAFIA A UN YELTSIN CADA VEZ MAS ERRATICO

UN GENERAL CARISMÁTICO PARA RUSIA

Tras su arrollador triunfo en la región siberiana de Krasnoyarsk, el general Lebed mira a Yeltsin cara a cara.

Lebed explica a los periodistas sus planes para Krasnoyarsk y el resto de Rusia.
Esos planes excluyen decididamente a Yeltsin y ponen énfasis en la pacificación
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El País de Madrid
Por Luis Matías López
Desde Moscú

t.gif (67 bytes) Alexandr Lebed ha pedido ya a Boris Yeltsin una entrevista para negociar las relaciones entre el gobierno central y la gigantesca región siberiana de Krasnoyarsk, de la que se convirtió en gobernador el domingo tras barrer en las urnas al anterior ocupante del cargo, Valeri Zubov. El general se ganó limpiamente el derecho a tratar de igual a igual al líder del Kremlin, a quien aspira a relevar el año 2000. Ahora tiene que demostrar que no sólo sabe combatir e incluso parar guerras (como las de Moldavia y Chechenia), sino que también tiene madera de gobernante. Su tarea es la opuesta que la de Yeltsin, que ayer mismo estrenó una novísima y original interpretación de la Constitución que él mismo hizo aprobar en el pasado: la ley establece que el presidente puede presentarse como candidato para dos mandatos, pero Yeltsin arguye que su primer mandato data de la época de la Unión Soviética y sostiene que puede presentarse una tercera vez en las elecciones del 2000. Por un lado, esto muestra el nerviosismo del Kremlin ante el ascenso de Lebed; por otro lado es inseguro que Yeltsin, estragado por el alcohol y los problemas de salud, pueda siquiera llegar vivo a esa fecha.

El mundo político ruso todavía no ha salido del pasmo producido por la victoria de Lebed quien, en una agotadora campaña, ejecutada como una operación militar, derrotó contra los pronósticos iniciales no sólo a su rival, sino también a cuantos lo apoyaban: comunistas, ultranacionalistas e incluso el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov. El ex comandante de paracaidistas se dedicó ayer a explicar que no es tan fiero como lo pintan. Afirmó que sus posiciones son "compatibles con la democracia" y que lo importante no es hablar de democracia sino construirla. Se pronunció contra los extremismos radicales ("ya se agotó el límite del derramamiento de sangre") y defendió un "centro del sentido común" que se interese por el presente y no por promesas de construir un futuro radiante como hicieron los comunistas y quienes les sucedieron. Aseguró que ya pasó la era de las dictaduras, con lo que desechó toda comparación con Pinochet, a quien siempre defendió. Y se pronunció por desmontar un sistema "en el que la vida no vale la pena". "Ahora trabajaré para promover una redistribución del poder", declaró. "Las personas que me temen tienen que ver con la creación de un sistema inservible para que la gente pueda vivir, y que nosotros vamos a desmontar de forma legítima, sin luchas ni revoluciones".

Lebed declinó pronunciarse sobre si será o no candidato al Kremlin en el año 2000. Primero tiene que levantar Krasnoyarsk, una región de impresionantes riquezas naturales, pero en la que muchos de sus tres millones de habitantes sufren los efectos de una salvaje crisis económica.

Si fracasa en Siberia, será inútil que intente ser presidente. Pero sus rivales en la carrera hacia el Kremlin ya lo ven como el candidato a derrotar. Como el comunista Guennadi Ziuganov, para quien su victoria del domingo fue "una desgracia para Rusia". Lebed le contestó llamándolo cadáver político y pronosticando un sombrío futuro como líder del mayor partido del país. Una de las reacciones más llamativas y anticipatorias fue la de Alexandr Shojin. Según el líder parlamentario de Nuestra Casa es Rusia (partido del ex primer ministro Viktor Chernomirdin), la irrupción de Lebed puede decidir a Yeltsin a presentarse a un tercer mandato con el pretexto de que "hay que salvar la democracia".

Fue entonces que el vocero de Yeltsin, Sergei Yastrjembski, contestando una pregunta de un periodista de la radio Eco de Moscú sobre si Yeltsin estaba legalmente autorizado a presentarse a un tercer mandato en las elecciones presidenciales del 2000, afirmó: "Sí, esa posibilidad existe. Esa es mi opinión personal". Sin embargo, el vocero no aclaró si Yeltsin se volvería a presentar. La Corte Constitucional deberá fallar antes de fin de año sobre si el presidente puede presentarse a un tercer período.

Pero esto puede resultar académico, en función de los problemas de salud del primer mandatario. En caso de muerte, la presidencia debería ir a parar a manos del vicepresidente, del que Yeltsin carece desde que el que tenía, Alexandr Rutskoi, se le rebeló en un episodio que terminó con el bombardeo del Parlamento sobreviviente de la época comunista en 1993 y su reemplazo por una Duma del Estado (Cámara baja) de poderes severamente recortados. Después de eso, Yeltsin estableció que, en caso de muerte, la presidencia sería asumida por el premier que esté a cargo en ese momento, lo que significaría el joven e inexperto Sergei Kiriyenko (35), una opción que hace temblar a los mercados.

Que, incidentalmente, bajaron ayer un 12 por ciento por la crisis económica. El Banco Central decidió entonces una abrupta suba del 30 por ciento en las tasas de interés, una medida que probablemente agravará la recesión en que se encuentra el país.

 

POR EL HOMBRE QUE PUEDE CAMBIAR EL PAIS
ESCALOFRÍOS EN EL KREMLIN

THE GUARDIAN DE GRAN BRETAÑA
Por James Meek
Desde Moscú

t.gif (67 bytes) Alexander Lebed, el general retirado que cree que el destino lo eligió para salvar a Rusia, parece a un paso del Kremlin tras su victoria en las elecciones para gobernador de la rica y estratégica región siberiana de Krasnoyarsk. Fue una de las campañas más raras, caras y peleadas en la corta historia democrática de Rusia, entre el viejo veterano de la fuerza aérea de 48 años y el actual gobernador Valery Zubov, apoyado por el establishment. La victoria de Lebed causó una seria alarma en ese establishment y brinda una base segura desde la cual el general puede lanzar un asalto al Kremlin para las elecciones presidenciales del 2000. Además, confirmó un giro cardinal en el voto desleal y anti estabishment lejos de los nacionalistas extremos y los comunistas tradicionales hacia las soluciones neo gaullistas de patriotas como el general Lebed y el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov.

El general Lebed, un ruso del sur que nunca vivió en Siberia, hizo la campaña a lo largo y a lo ancho del territorio de Krasnoyarsk para vencer las sospechas del duro y cínico electorado. El viernes último, hasta había negado que planeaba entrar en la carrera presidencial para el 2000. Desde el Artico hasta la frontera mongol, Lebed pronunció discursos en incontables palacios de Cultura y polvorientas plazas públicas. A menudo rígido y torpe, muchas veces agresivo con los provocadores, estaba más grave que inspirado, y se apoyaba en una corriente de retóricas frases ocurrentes que lo ayudaban en las largas reuniones. "Estoy hecho de tal manera que cuando tomo la decisión de verme comprometido en una lucha, no pienso en la derrota", le dijo al Guardian en un momento de descanso.

Detrás del sencillo estilo del general hay un grupo de poderosos que lo apoyan, lo que lleva a muchos a preguntarse qué compromisos habrá tomado a cambio de tal apoyo. Entre ellos figuran el desenfadado magnate y ahora secretario de la Comunidad de Estados Independientes, Boris Berezovsky; Vladimir Gusinsky, un magnate de los medios; y Anatoly "El Buey" Bykov, un banquero de quien se dice que es uno de los mayores accionistas en un escándalo sobre la planta de aluminio en Krasnoyarsk. En un momento, la ex estrella del Zorro, el arrugado rompecorazones francés, Alain Delon, grande en Rusia, voló a Krasnoyarsk en un jet privado para apoyar a su "amigo" el general Lebed.

Entre sus partidarios es visto como un patriótico hombre de acción que hizo algo para tratar de salvar la Unión Soviética y a Rusia en lugar de llorar por ellas. Oficial del ejército durante 26 años, logró definir sus giras soviéticas en Afganistán, el Cáucaso y los Bálticos como paradigmas de servicio desinteresado a la patria por parte de un honesto soldado que, enojado pero obedientemente, lleva a cabo las órdenes de los tontos del Politburó. Ganó la gratitud nacional en 1996, como secretario del consejo de seguridad del Presidente, extrajo a Rusia de la guerra con Chechenis que era imposible de ganar. Pero durante su tiempo en uniforme nunca hizo el tipo de tarea política de trastienda que involucra ser negociador, forjador de alianzas, persuadir y hacer que los grupos se peleen entre sí, en lo que Yeltsin sigue siendo el maestro.

Traducción: Celita Doyhambéhère.



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