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LA MANÍA DE DISPARAR A MANSALVA VOLVIÓ A UNA ESCUELA DE EE.UU.

Un chico de 15 años que fue expulsado el miércoles por llevar armas a la escuela se vengó ayer descargando las balas de un rifle en la cafetería del colegio. Hubo un muerto y casi 30 heridos. El adolescente está detenido. En su casa se encontraron dos cadáveres, al parecer de sus padres.

Tontería: Algunos amigos revelaron que el joven lo tenía todo planificado: "Voy a hacer una tontería", les había anunciado poco después de su expulsión.

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Los padres de los estudiantes llegaban al colegio en medio de graves crisis de nervios.
En la cafetería había entre 300 y 400 personas, entre estudiantes y profesores que desayunaban.


t.gif (67 bytes)  El miércoles, un alumno de 15 años de un liceo secundario de una ciudad del noroeste estadounidense fue expulsado por llevar un arma al colegio. Rápido para los trámites, ayer mismo llevó a cabo su venganza. Se vistió ropa militar y, primero, mató a sus padres. Luego se fue a la escuela, entró a la cafetería, se subió a una mesa y, sin más, empezó a disparar a mansalva en el horario de entrada de sus ex compañeros. Hubo un muerto y unos 30 heridos. Y una conmoción en todo el país --que incluyó hasta a Bill Clinton-- por un episodio que se agrega a la impresionante seguidilla de violencia escolar. En los últimos siete meses llegan a quince las muertes en esas circunstancias. Se calcula que una de cada diez escuelas públicas fue escenario de graves hechos violentos durante 1997.

La sorpresa aumentó aún más horas después del hecho, cuando la policía, luego de detener al chico, allanó su casa y encontró allí dos cadáveres. Aunque todavía no está confirmado, todo indica que se trata de sus padres.

El episodio ocurrió en la "Thurston High School", de Springfield, a unos 170 kilómetros de Portland, Oregón. Faltaban pocos minutos para las ocho de la mañana y los 1.700 estudiantes del colegio se disponían a ingresar a las aulas. En la cafetería había entre 300 y 400 personas, entre alumnos y docentes que participaban de un desayuno en honor a los estudiantes de los últimos cursos.

Allí, el adolescente empezó a disparar con un rifle semiautomático, de calibre 22. Era sólo una de las tres armas que cargaba. Una persona cayó muerta al instante, otras siete fueron alcanzadas en la cabeza, el pecho y el estómago y unas veinte fueron heridas por las esquirlas y los cristales que estallaban. Vaciado el cargador, el muchacho no quedó conforme con la faena y se dispuso a cambiar de arma. Pero eso resultó su perdición. Varios de las estudiantes que no habían sido alcanzados por los disparos se le tiraron encima y lograron inmovilizarlo hasta que llegó la Policía.

"Había sangre en toda partes", relataron los testigos del hecho. Las decenas de ambulancias no pudieron llegar tan urgente como era necesario por la densidad del tránsito a esa hora.

El chico, que concurría al noveno año y cuyo nombre no fue difundido por tratarse de un menor, había sido expulsado el día anterior, justamente por llevar un arma al colegio. Los compañeros señalaron que se trataba de un aficionado a las armas: idéntica situación a la ocurrida en marzo en una escuela de Arkansas, cuando otros dos chicos criados entre balas y olor a pólvora produjeron también una masacre (ver aparte). Algunos amigos, además, revelaron que el muchacho lo tenía todo planificado: "Voy a hacer una tontería", les había anunciado poco después de su expulsión de la escuela. Ninguno se imaginó que la "tontería" tendría semejante magnitud.

Según informó la Policía, el joven había sido detenido recientemente por posesión de una arma robada. "Tengo entendido que tenía un pasado de actos violentos", confió una fuente policial. El adolescente podrá --según la Ley del estado de Oregón-- ser acusado formalmente, probablemente por asesinato, pero no puede ser condenado a la pena de muerte.

Anoche, del total de internados, cuatro se encontraban en estado "crítico" y cinco en situación "grave". Springfield es una población de unos 200 mil habitantes. El establecimiento en el que ocurrió el trágico episodio está considerada allí como "una buena escuela".

El presidente Bill Clinton afirmó que todos los estadounidenses tienen "el corazón herido" tras el episodio. "Sé que todos se sienten desgarrados por el terrible tiroteo. Nuestros pensamientos y nuestras oraciones van a las familias de los que fueron asesinados y heridos, y con toda la comunidad de Springfield", añadió.

Clinton insistió luego en la necesidad de que se tomen medidas para que actos de esta naturaleza no vuelvan a repetirse. El hecho de ayer se suma a una larga espiral de violencia que parece no tener fin en las escuelas norteamericanas.


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