UNA BALA EXPLOSIVA
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Por Miguel Bonasso La misteriosa muerte de Alfredo Yabrán, lejos de calmar la puja por el poder en el oficialismo, puede potenciarla hasta extremos peligrosos para todo el sistema político. Hay en marcha operaciones de prensa y de inteligencia y duros ataques del ultramenemismo contra los que están o aparecen "en medio" de los contendientes, como el secretario de Inteligencia del Estado Hugo Anzorreguy. Los duhaldistas temen que los agentes y gatilleros puedan pasar de las palabras a las provocaciones y hablan de "banditas muy pesadas". Tanto entre los seguidores del gobernador bonaerense, como en las filas de la Alianza en el pesado Gran Buenos Aires, hay rumores inquietantes sobre el "regreso" de algunos elementos ligados a la represión militar y a la Alianza Anticomunista Argentina, la siniestra Triple A. "En cualquier momento hay otra boleta", es una frase que este cronista ha escuchado con inquietante insistencia en las últimas 48 horas. Aunque los principales protagonistas, Carlos Menem y Eduardo Duhalde, han guardado un espeso silencio público sobre el escopetazo de San Ignacio, los colaboradores y exegetas de los rivales dejan trascender su pensamiento. Duhalde, asegura un intérprete, no descartaría que Yabrán haya sido asesinado y que pese sobre la Argentina la sombra de una poderosa organización criminal de carácter internacional como corresponde a los tiempos de la globalización. Una tesis casi idéntica a la reiteradamente sostenida por Domingo Cavallo, que el jueves volvió a recordar los nexos de la cúpula menemista con el conocido traficante de armas Monzer Al Kassar. Los menemistas, por su parte, se aprestan a satanizar, citando a su jefe, a todos "los miserables" (de afuera y adentro del PJ) que pretendan "hacer política con los muertos". Ese mismo intérprete augura que el "efecto Yabrán" no tardará en producir bajas y relevos en la cúpula de poder y menciona concretamente al secretario de la SIDE, Hugo Anzorreguy, a quien algunos prominentes "amarillos" (funcionarios de la cúpula ligados a Yabrán) acusan de haber "entregado" al empresario a la policía entrerriana. Aunque el Señor Cinco desmiente categóricamente esa versión, adelantada ayer en estas páginas, y asegura que la SIDE no interfiere en terrenos específicos de "las fuerzas de seguridad", el rumor está lejos de haberse extinguido. Y es curiosamente Alberto Kohan, el ultramenemista que desmintió públicamente la participación de la SIDE en el intento de capturar a Yabrán, quien estaría proponiendo el relevo de Hugo Anzorreguy por el juez de San Isidro Roberto Marquevich. El magistrado en cuestión, a quien Cavallo señaló en agosto de 1995 como vinculado a Yabrán, es el juez que tuvo la deferencia de atender de madrugada al célebre abogado Mariano Cúneo Libarona y tomarle declaración a sus protegidas, la inolvidable Samantha Farjat y la menos conocida Julieta Lavalle, cuando éstas decidieron cambiar sus declaraciones iniciales que condenaban a Guillermo Coppola y apuntarle los cañones a Hernán Bernasconi. Que en aquel acto de la tragicomedia nacional jugaba para Duhalde. Una fuente cercana al titular de la SIDE negó que el relevo de su jefe fuera inminente y manifestó ignorancia ante la versión que ubica al juez de San Isidro como candidato a sucederlo. Pero admitió que "Marquevich y Daniel Hadad están operando para sacarlo" y que el cerebro que los conduce es el secretario general de la Presidencia, Kohan. "Uno de los que continuamente le llena la cabeza a Menem diciendo que Anzorreguy es duhaldista o cavallista", agregó. Y remató, con un dejo de pesimismo: "es como la táctica de sugerirle al marido celoso que su mujer le es infiel. Al final Otelo se la cree y termina estrangulando a Desdémona".
Por M. B. Hace menos de un mes el juez de San Isidro Roberto Marquevich, al que algunos sindican como posible relevo de Hugo Anzorreguy en la SIDE, libró al finado Alfredo Yabrán de ser imputado en otra causa criminal: la que inició el fiscal Pablo Lanusse por amenazas a su persona y su familia procedentes de la mafia del oro. Una decisión apelada por el fiscal amenazado. La causa estuvo inicialmente a cargo del juez Conrado Bergesio, que evaluó la posibilidad de procesar al empresario por un indicio sugestivo: el identikit de uno de los matones que agredieron a la hermana del fiscal Lanusse resultó muy parecido al retrato hablado de otro matón que perpetró un ataque contra una empresa de correo privado que competía con las de Yabrán. Con reflejos ágiles, el abogado del empresario postal, Pablo Argibay Molina, presentó un pedido de recusación contra el juez Bergesio "por falta de imparcialidad". Que se habría evidenciado, según su óptica, desde abril del año anterior, cuando Domingo Cavallo se presentó como testigo. Argibay Molina cuestionaba, por ejemplo, que Bergesio hubiera recibido en su domicilio y en horas de la noche, documentos que le suministraron los abogados del ex ministro de Economía. A fines de febrero, la Cámara Federal de San Martín hizo lugar a la recusación de Argibay Molina y sacó a Bergesio de la causa. Marquevich sucedió al juez recusado y, a pedido de Yabrán y su letrado, solicitó al ex secretario de Seguridad de la provincia de Buenos Aires Luis Lugones todos los informes de Inteligencia que se hubieran producido sobre el empresario sospechado de mafioso en el ámbito de su jurisdicción. Lugones los remitió y Argibay Molina los utilizó --según relató Horacio Verbitsky en Página/12-- para afirmar que faltaban folios que contenían escuchas telefónicas que luego se habrían utilizado para hacer público el vínculo de Menem con su cliente y para sostener una tesis audaz: que el fotógrafo José Luis Cabezas fue asesinado para frustrar la carrera política de Carlos Menem. A fines de abril, a un mes de haberse hecho cargo de la causa, Marquevich resolvió la nulidad de la investigación que había llevado a cabo su antecesor y liberó a Yabrán de toda sospecha. |