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Por Cecilia Bembibre La que para muchos es la cantante en actividad más importante de la historia del tango, vive actualmente en París, pero para el público nunca se fue. Llegó a Buenos Aires casi como una estrella importada, para realizar tres presentaciones --la última hoy-- de su espectáculo Tangos de una noche, en el espacio del café y librería Clásica y Moderna. Su labor como intérprete, los misterios del tango, y las impresiones que tiene de la Argentina desde París constituyeron los ejes de la entrevista que mantuvo con Página/12. --Cuando llega desde París a Buenos Aires, ¿cuál es su primera impresión? --Antes que nada, espero una sonrisa, que casi nunca recibo. Se puede vivir de acuerdo con esa frase tan horrible de "hacé la tuya", pero a mí me hace sentir mal. De todos modos, siempre estoy volviendo. Concretamente, esta vez me sorprendí como ciudadana: un casamiento mantuvo en vilo a la sociedad argentina, se cortaron las calles...¿Quién contempla mis broncas? Cuando un casamiento y su correspondiente rating tienen tanta importancia, así como también los anunciantes que tuvieron el privilegio de tomar a tiempo el beso de los contrayentes, todo lo demás queda descalificado... ¿acaso vamos a hablar de verdad y de justicia?
--¿Qué características convertirían a su espectáculo en distinto a los pocos que hay en Buenos Aires? --En principio, que es un homenaje a mi generación. Yo trato de interpretar siempre a mi generación, que es bastante sufrida, que estuvo cacheteada por el antes y el después. Tiene la fuerza incomparable de conocer bien ciertos valores con que se ha formado, y que hoy ya difícilmente se ponen de manifiesto como una tarjeta de identidad, pero que nos sirven para tener presencia. Esto no se dice desde mi espectáculo, es apenas la intención, pero se nota desde los distintos andariveles con que se armó este show. El cuidado está puesto en el armado del repertorio, en las palabras intercaladas entre canción y canción. La gente que viene a escucharme no quiere sólo verme cantar, sino constatar que la credibilidad está presente, y la relación que lo que canto tiene con el momento en que vivimos. En lo posible trato de no defraudar.
--¿Cómo evalúa el reconocimiento que se le expresa hoy, en relación a otras épocas? --Creo que viene de parte de los hijos. Son ellos los que están interesados en descubrir que, después de todo, esta vieja no es tan vieja. Me hace mucho bien. Creo que sería terrible dedicar mis esfuerzos sólo a mi generación. Creo que el intento de todo artista es perdurar en las miradas y en las orejas de los que siguen.
--¿Cambió la actitud de la gente joven hacia el tango? --Observo que no se acercan generalmente desde la disciplina de la danza, sino que les atrae el tango canción. Están atentos a la poesía, la versificación. Lo veo a través de mi hijo, que es quien ha recogido el guante dentro de la familia tanguera, y desde los jóvenes que estudian teatro, lenguas vivas, o incluso ciencias exactas. Me importa descubrir, e incluso redescubrir elementos de este patrimonio cultural.
--¿Por qué cree, según expresó, que el lenguaje es lo que impide que el tango se integre como algo cotidiano? --El lunfardo cambia todos los días, por eso es lunfardo. Hoy está entre los yuppies. Un canto popular suma a la buena poesía clásica el mal de amor, y la obligación de marcar las diferencias según las épocas. El cinismo de los años 50, la expectación de los 60, la represión de los 70, la continuidad democrática de los 80...van cambiando el esquema de la canción, necesariamente. Hay un tango que testimonia los 90, y nos está incitando a los intérpretes a revisar esta realidad. Porque si nos quedamos toda la vida cantando "Sur, paredón y después", sonamos. En todo caso, los paredones son otros.
--¿Cuál es la tarea del intérprete en esa revisión? --El intérprete tiene la obligación de analizar la historia y trasladar la realidad en que fue escrito el tango a nuestra realidad. Esto que parece difícil e incongruente, no lo es. Un intérprete es un tocado de los dioses para advertir en profundidad lo que ocurre a su alrededor, y dar otra mirada. Tengo que pedirle a los intérpretes que no se queden con los esquemas.
--Así como identificó la tendencia del tango según las décadas ¿qué características le confieren los 90? --Es una época de ruido, de fanfarria para tapar realidades. El tango pareciera pertenecer a un anacronismo que no corresponde. Pero si tomás la conducta a través de la cual yo llegué al tango, la de denuncia social, sirve para entender e interpretar esta realidad. |