LO QUE VENDRÁ
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Por Horacio Verbitsky Después de la asombrosa muerte de Alfredo Yabrán el gobernador de Buenos Aires Eduardo Duhalde teme ser víctima en las próximas semanas de una operación de Inteligencia encaminada a causar un estado de conmoción y promover la intervención federal a la provincia, dijeron fuentes de la gobernación. La noticia, que los duhaldistas dicen haber recibido de los servicios de informaciones de Francia, menciona entre los eventuales protagonistas a expertos estadounidenses y al ex presidente de ese país, George Bush. La operación consistiría en vincular a Duhalde con el comercio de sustancias estupefacientes de uso prohibido por las autoridades sanitarias. Pero las fuentes de La Plata también sostienen haber conocido otra información originada en un coronel de la Drug Enforcement Agency de los Estados Unidos (DEA) , según la cual se habría descubierto un circuito ilegal de psicotrópicos y de dinero lavado, entre Colombia y la Argentina, a través de Yabrán. Es decir que también el presidente Carlos Menem tiene motivos para preocuparse por lo que vendrá. Si la confrontación entre Menem y Duhalde marcó buena parte de la última década, su intensidad se acrecentó luego de las elecciones del año pasado. Los dos grandes derrotados del 26 de octubre no se resignan a ceder el centro del escenario a otras figuras del Justicialismo que fueran capaces de iniciar un proceso de renovación partidaria equivalente al que ellos y otros dirigentes como Antonio Cafiero y Carlos Grosso protagonizaron luego de los sucesivos fracasos electorales de 1983 y 1985. "Es el fin de la impunidad. Se derrumbó cuando vio que toda la gente a la que había tenido a sueldo en el gobierno lo abandonaba", interpretan en La Plata. La señal en ese sentido habría provenido del Procurador General Nicolás Becerra (con un dictamen en contra del recurso de amparo para que la causa de Dolores pasara al juzgado del converso juez federal Hernán Bernasconi), y de la Corte Suprema de Justicia, que habría hecho saber su coincidencia con el Procurador. Pero ahora habría que esperar la represalia del Polideportivo de Olivos, añaden. Desde el miércoles, la parálisis por estupor a la que es tan afecto este país de noticias fuertes y excluyentes tendió una cortina de olvido. Muerto el único malo de la patria virtuosa, el juez Norberto Oyarbide, el comisario Roberto Rosa y su amigo Luciano Garbellano podrían haber ido a celebrar a Spartacus sin que nadie se enterara o le importara. Hasta podrían haber invitado a Augusto Alasino, cuya causa por enriquecimiento ilícito fue archivada gracias a la falta de acusación de una fiscal que le debe su cargo, y a Erman González, que consiguió media sanción del Congreso para su ley laboral. El gobierno ni siquiera oculta que una vez asegurado el apoyo de la CGT para la demolición de Duhalde, volverá a endurecer su articulado al paladar del G-8 y el FMI.
El grado de veracidad de las referencias cruzadas al comercio de narcóticos tiene una importancia sólo relativa: lo que cuenta es que quienes las difunden las creen y a ellas adaptan su comportamiento. La conexión con los franceses fue establecida por Duhalde durante la gestión como Secretario de Seguridad de Luis Lugones, y provocó roces con la DEA. Lugones disolvió la Dirección policial de Narcotráfico, lo que no fue del agrado de los norteamericanos, sobre todo cuando el asesor Alberto Binder hizo saber que se intentaría delimitar el accionar de la DEA en la provincia para "cortar de raíz a las mafias policiales vinculadas al narcotráfico y también a los grupos de poder que las sostienen". Una réplica desde ese sector no sería descabellada. La exposición por la DEA de los presuntos narconegocios de Yabrán también sería coherente con la decisión del jefe de la agencia federal estadounidense, general Barry McCaffrey, quien hace pocos días denunció por sus vínculos con el comercio ilegal de las mercancías malditas al Yabrán peruano, el también misterioso asesor del presidente Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos. Siempre que Yabrán hubiera tenido esos tratos. Pero ante una consulta de este diario, una fuente indudable de la embajada estadounidense negó que les constara algo semejante. Dijo que Yabrán ha sido objeto de constante atención por parte de la misión diplomática, que mantuvo informado al Departamento de Estado sobre todas las alegaciones que han circulado en Buenos Aires respecto del canoso de los ojos celestes. Pero que ningún órgano del gobierno de su país comprobó que Yabrán hubiera violado leyes federales. "Era lo que nosotros llamamos un hombre de strong arm tactics [literalmente: tácticas de brazo fuerte] y no muy limpio en sus negocios, pero no más que eso. Muy pequeño para batear en las grandes ligas, donde juegan los carteles de Cali y de Juárez". De otro modo sí lo hubieran investigado a fondo, como en el caso de la Operación Casablanca, que permitió desbaratar una vasta red de lavado de dinero en el sistema financiero de México y que emite una fuerte señal hacia toda América Latina, agrega. La embajada en Buenos Aires incluso espació los contactos con Domingo Cavallo cuando el ex ministro comenzó a sugerir que sus denuncias sobre una mafia contaban con respaldo de los Estados Unidos, y tampoco ve con simpatía la denominación de una de las comisiones de la Cámara de Diputados como "antimafia". La función de la embajada es defender los intereses de los Estados Unidos, no los de Cavallo, que de todos modos merece comprensión, porque se siente acosado y teme perder su libertad, concluye.
Pasión de multitudes La fuerte incredulidad social sobre el desenlace de Yabrán no fue inducida por los medios de comunicación que, por el contrario, trataron el tema desde el primer minuto como un caso de suicidio, incluso con un exceso de candor ante las por entonces contradictorias informaciones que llegaban. Es en ese clima general de descreimiento que deben interpretarse dos gestiones de las primeras horas posteriores a la noticia. El gobernador de Buenos Aires pidió al de Entre Ríos, Jorge Busti, que impidiera la cremación del cadáver, y el comisario Víctor Fogelman recibió un llamado de un colega de la Policía Federal, sugiriéndole la conveniencia de asignar una custodia al féretro ya depositado en el cementerio: "No vaya a ser que alguien se lo robe y nos lo carguen a nosotros", argumentó. La combinación de ambos episodios permite sospechar que Yabrán no escapará a la necrofílica pasión de multitudes argentinas de no dar más sosiego a los muertos que a los vivos, ni a la proverbial incapacidad del aparato burocrático del Estado para que una autopsia tenga más valor que el de una conjetura y un certificado de defunción consigne al menos los datos de filiación del muerto. Pese a que dos veces la comisión policial debió rehacer los 80 kilómetros entre la estancia y la ciudad porque se habían olvidado documentos cruciales, el testimonio del registro civil no dice Alfredo sino Alberto Yabrán. Como para que el país entero no dude.
Además de la hostilidad entre Menem y Duhalde, el escopetazo de Gualeguaychú también incrementó algunos conflictos internos del menemismo. Aunque ninguna información oficial aclaró el punto, la impresión predominante es que Yabrán fue localizado por Hugo Anzorreguy, su vecino de campo y uno de los abastecedores de Domingo Cavallo para sus denuncias (otros serían ex militares del Ejército dedicados a la venta de información a empresas y especialmente enconados con los ex marinos del batallón amarillo). Anzorreguy teme que esto precipite su desgracia, y observa con aprensión los movimientos de un hombre que no proviene de la política pero que ha ganado espacio en las preferencias de Menem, hasta el punto que su nombre llegó a ser considerado como eventual jefe de gabinete: el secretario de medios Raúl Delgado. Quienes acompañaron a Yabrán hasta el final atribuyen los periódicos señalamientos en su contra a una historia de cooperación y competencia con la familia Yoma, una lucha de carpas o cajas, con batallas, pactos y treguas. Yabrán usó a Emir Yoma como mediador en varias crisis, con Menem, Cavallo o Anzorreguy, pero en la intimidad le reprochaba haber lanzado su nombre a la luz pública cada vez que necesitó disminuir la exposición del propio, a partir de 1991, cuando se hicieron famosos los apellidos Al Ibrahim y Al Kassar. Esto no quiere decir, tampoco, que Yabrán y Anzorreguy hayan sido enemigos. De hecho, el coordinador general de todas las causas legales de Yabrán fue hasta el último día un abogado satélite de Anzorreguy, el ex fiscal Pablo Medrano, que se mantuvo en las sombras mientras Wenceslao Bunge, Guillermo Ledesma y Pablo Argibay Molina recibían los bofetones públicos. El mayor reaseguro de Anzorreguy es, sin embargo, su lapicera de firmar muchos cheques por valor de 300 millones de dólares al año y un solo recibo.
Matemáticas y fantasías La ocasión para saber si el clima seguirá cargado de ponzoña o los protagonistas políticos comenzarán a respirar más tranquilos se producirá en un par de semanas, cuando ambos bandos intenten reunir la mayoría de los 1150 congresales del Partido Justicialista. Duhalde hizo saber que cuenta con 630, aunque en la intimidad reduce el cálculo a 500 que, descontadas las habituales ausencias, le permitiría controlar la asamblea. Pero el ex asesor de José Luis Manzano y Domingo Cavallo, Juan Carlos Mazzón, ahora devenido en puntero del ministro del Interior Carlos Corach, se jacta de que su facción ya tiene 780 congresales asegurados. Tanto Menem cuanto Duhalde perciben que la reyerta constante los deteriora a ambos. Al asociar su nombre con justicia, transparencia y peronismo, (en contraste con un Menem que simbolizaría impunidad, corrupción y neoliberalismo), Duhalde mellaría aún más al presidente. Pero el beneficio no sería para él, poco creíble en esos roles, sino para la Alianza opositora, cuyos conflictos parecen desdeñables en comparación con la guerra de los mundos justicialista. Octubre lo demostró y nada esencial parece haber cambiado desde entonces. La conflagración parece inscripta en los genes de todos los bandos del justicialismo, propensos a dirimir sus diferencias desde el aparato estatal, que reducen alegremente a escombros por la ilusión de tirarse con los cascotes. Tanto Alberto Pierri como Osvaldo Mércuri se alejaron de Duhalde para acercarse a Menem, como ya había hecho antes Eduardo Bauzá, lo cual ha dejado a los dos bandos sin un puente a mitad del cual puedan encontrarse, con muchos que quisieran pero no pueden, y uno que puede pero por ahora no quiere, como Antonio Cafiero. Mientras, el menemismo elabora una propuesta de tratado de paz: que el Congreso partidario levante una nueva candidatura presidencial de Menem, de modo que sea el PJ el que la presente a la Corte Suprema de Justicia. Una vez que la mayoría automática lo habilitara --sigue la fábula de Anillaco-- Menem renunciaría a presentarse y, como presidente del partido, propondría la candidatura de Duhalde. Recluido en San Vicente, el gobernador deja saber que ni siquiera consideraría discutir semejante fantasía. En el ocaso del menemismo, el PJ comienza a parecerse a la UCR posterior al derrumbe, con liderazgos que aún son fuertes hacia el interior de cada partido, pero ya incapaces de concitar algún fervor fuera, según se refleja en el 14 por ciento de aprobación que hoy concita Menem, aún menos que el Alfonsín de la hiperinflación. La diferencia es que unos huelen a tabaco y los otros a pólvora.
DISCULPAS
Por H.V. Uno de los escritos presentados por el abogado Pablo Argibay Molina en su intento de retirar de la justicia provincial la causa por el asesinato de José Luis Cabezas y ubicarla en el fuero federal, mencionó una afirmación del fugaz Secretario de Investigaciones Judiciales de la provincia de Buenos Aires, el ex juez federal Juan Ramos Padilla. Según Argibay, Ramos Padilla habría dicho que no iba a revelar lo conversado durante la reunión entre el juez José Luis Macchi y el ministro de Justicia y Seguridad provincial, Carlos Arslanián, porque era un secreto de Estado. En ese encuentro, sostuvo el abogado, se habría acordado el arresto de su cliente, que Macchi ordenaría diez días después. Este diario entrevistó a Ramos Padilla, quien contestó así: --¿Qué se habló en esa reunión? --Formalidades. Fue un encuentro puramente protocolar, en el que Arslanián le ofreció apoyo institucional a Macchi y le dijo que pidiera lo que necesitara. Nos impresionó la falta de recursos del juzgado que es muy chiquito. --¿Qué pidió el juez? --Nada. Dijo que no necesitaba nada. --¿Arslanián o usted realizaron visitas protocolares a otros jueces? --Yo estuve con varios jueces y fiscales. --¿Cuáles? --Makintach, Hooft, el fiscal de cámara de Campana cuyo nombre no recuerdo ahora. --¿Y Arslanián? --Que yo sepa no. Pero le aseguro que aquella fue una reunión totalmente intrascendente. Arslanián fue para hacer prensa. Por eso invitó a los periodistas, que esperaban afuera, y al salir hizo anuncios, como el del pase a retiro del comisario Vicat. Además, no estaban a solas. Asistí yo, el secretario y el prosecretario del juzgado. No me parece que sea la mejor ocasión para discutir algún arreglo. Le aseguro que en esa reunión casi no se habló de la causa. El juez le dijo 'Usted habrá venido a ver como marcha esto'. Arslanián le contestó que no, que sólo quería transmitirle el apoyo institucional, y su respeto por la independencia de los jueces. --¿Nada más? --El juez también mencionó sus dudas sobre la interpretación que le daba la Cámara a la afirmación de los peritos. Arslanián le dijo que no conocía el expediente, que sólo lo seguía por los diarios, por lo que no podía opinar, no le dio pie para hablar del caso._ Y eso fue todo. --Si es así, ¿por qué dijo usted que no podía revelar los secretos de Estado que se trataron en la reunión? --Nunca dije tal cosa. Aclaré que iba a hablar de todo, salvo de secretos de Estado y de la causa Cabezas. Ya se lo dije a Argibay Molina, quien me pidió disculpas. --¿Que le dijo? --Que son cosas que se dicen para la defensa de un cliente. --¿Usted aceptó sus disculpas? --Le dije que las aceptaría si las hacía públicas y extensivas a Arslanian. --¿Lo hizo? --Hasta ahora no. Era el miércoles al mediodía, poco antes de que se conociera el hallazgo del cadáver de Alfredo Yabrán.
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