LA COSTUMBRE DE JOSÉ
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Por Pablo Vignone Es una buena costumbre. Sus equipos ya habían ganado los mundiales juveniles de 1995 y 1997, el Sudamericano de 1997, el prestigio y el respeto. José Néstor Pekerman vio en ellos no sólo la posibilidad de alegrar a la gente a la que le gusta el fútbol bien jugado, sino también la plataforma para empresas mayores como, por ejemplo, poder dirigir la selección mayor: no son pocos los que piensan que el poderoso, temible, endiablado equipo que ayer ganó el Torneo Esperanzas de Toulon --el más prestigioso de los certámenes juveniles y que la Argentina había ganado por única vez en 1975-- es la base del seleccionado que llegará a jugar la Copa del Mundo del 2002 en Corea del Sur y Japón. Se lo merecen. Porque ponen en la cancha un fútbol que enaltece a la historia, porque rescatan raíces y siembran sonrisas, porque demuestran que jugando bien es más fácil arribar al éxito. Aunque la mayoría de los titulares ya estén diplomados en primera, laboratorio de exigencias y tironeos que quitan aire a la frescura, estos pibes no han perdido ni la picardía ni la desfachatez, y cultivan un amor por la pelota, sentimiento sin duda fomentado por el entrenador, que emociona. La Argentina de ayer fue demoledora, aun cuando flaqueó porque no se cristalizaba su fortuna en la red. En eso reside la fortaleza de estos equipos de Pekerman: en su protagonismo. Hacen jugar su hipotética frustración en contra del rival, que está esperando siempre que el equipo argentino se desespere mientras se contagia esa desesperación cuando los chicos de Pekerman mantienen la calma. Durante los 80 minutos del partido, Francia, el local, el que venía de ganarle 3-0 a la Argentina con el contragolpe como moneda de cambio, no pudo dejar de morirse de miedo. Con jugadores de notable capacidad como Riquelme --elegido el mejor futbolista del torneo-- o el Panchito Guerrero, un delantero que es admirable cuando entra en confianza, el equipo se luce, porque esa clase se contagia. Viene desde el fondo con Samuel --también el pibe Cubero jugó ayer un partido bárbaro-- y se equilibra en el mediocampo con la solidez de Markic para cortar y administrar la pelota. No hay tonos menores. Pekerman le adosa una sintonía al equipo que, entre quien entre, le toque a quien le toque jugar, todos enganchan. Los goles no fueron producto de esa estirpe entusiasta que estos pibes transmiten, pero no por eso fueron menos válidos. Guerrero aprovechó una piolada fallida del arquero francés De Cicco, y la empujó de cabeza. Había pasado más de un tiempo de dominio eléctrico pero sin concreciones. Veinte minutos más tarde, Samuel anticipó un centro a dos defensores franceses para conectar un remate no muy ortodoxo, que superó al golero. ¿Fue éste el último título de la era Pekerman? Si se refiere estrictamente al marco juvenil, todo hace pensar que sí. Pero la alegría puede pretender una segunda era, con futbolistas más mayorcitos... EL ANÁLISIS DE PEKERMAN "EL MEDIO FUE CLAVE"
José Pekerman no ocultó ayer su indudable satisfacción por el nuevo título conseguido por uno de sus equipos, y felicitó a los chicos del Sub- 17 que, dirigidos por su mano derecha, Hugo Tocalli, lograron el título en Salerno. Los jugadores calificaron el partido como "una revancha". "Pensábamos que podíamos ganarle a Francia. Lo necesitábamos para levantar la moral y ahora se disfruta mucho", dijo el entrenador, recordando la goleada en contra que el derrotado de ayer le había infligido a su equipo en la etapa clasificatoria. A la hora de señalar los méritos del equipo campeón, Pekerman destacó "la seguridad del mediocampo" y afirmó que, pese a ir en desventaja, los franceses "no salían a atacar, lo que marca el respeto que nos tenían". El técnico se hizo tiempo para alabar la gran tarea durante el torneo de Juan Román Riquelme, elegido como el mejor jugador del certamen, pese a que no había tenido un gran año con Boca. "Todos los jugadores tienen malos momentos --señaló--, pero él es un gran futbolista y lo merece." Humildemente, Riquelme le restó importancia al galardón. "La verdad es que el premio no me interesaba mucho --aseguró--, lo único que yo quería era ganar la final y pudimos hacerlo." Para Diego Quintana, que fue ungido como el tercer mejor jugador, "el partido fue la revancha que nos debíamos contra Francia y siento un orgullo muy grande por este título". Diego Markic, el capitán del equipo argentino, sostuvo que "la figura fue el equipo, que logró ser muy compacto" y afirmó que esa goleada ante Francia fue fundamental para cambiar la actitud: "La concentración y la mentalidad del equipo fue distinta a partir de allí". Todos coincidieron en que el partido fue muy bueno. "Salió un partidazo --dijo Germán Rivarola--; el grupo estaba confiado en dar vuelta la imagen dejada contra Francia." La alegría era completa: el título en el Esperanzas de Toulon se sumaba al logrado dos horas antes por el seleccionado Sub-17. "Felicito a los chicos --dijo un emocionado Pekerman-- que realizaron con tanto éxito esta primera aventura europea, pero también quiero agradecer a Hugo Tocalli y al profesor Gerardo Salorio, que los supieron conducir."
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