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ENTREVISTA A NICHOLAS CAGE, DE EXCENTRICO A SUPERESTRELLA
"TODOS CREÍAN QUE YO ERA UN DEMENTE"

El sobrino actor de Francis Coppola es el protagonista de una remake estadounidense de "Las alas del deseo" de Wim Wenders.

En "City of Angels" sólo hay semejanzas con el original de Wenders.
"Aparte de los ángeles observando a la gente, es una historia distinta."

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Por David Eimer  
desde Los Angeles

t.gif (67 bytes) La historia de Hollywood en la remake de clásicos europeos no es buena. En la pantalla ya estuvo Sharon Stone con su versión de Diabolique, que le hizo gala a su nombre, y La asesina, que convirtió a Nikita en un thriller mundano. ¿Qué esperanza hay entonces para la próxima película de Nicholas Cage, City of Angels, que toma Las alas del deseo de Wim Wenders y traslada la historia del Berlín de posguerra a Los Angeles de fines de los '90? City of Angels tiene poco parecido con la original, y precisamente por eso Cage aceptó hacer el papel de Seth, el ángel que abandona su existencia etérea por vivir el amor en la tierra con Meg Ryan. "Aparte del concepto de los ángeles escuchando los pensamientos de la gente, es una historia diferente", dice Cage con voz deliberadamente lenta. "Creo que Las alas del deseo es básicamente sobre lo que sucede en la mente de la gente en Berlín después de la guerra, mientras que en City of Angels es sobre este gran amor entre dos energías".

Cage ya no es el entrevistado desprevenido que alguna vez fue. La fama, en la forma del Oscar que ganó en 1996 por Adiós a Las Vegas, tuvo un efecto, como lo logró su reciente credibilidad taquillera. Hace un tiempo Cage era más conocido por comer una cucaracha viva en El beso del vampiro. Pero la trilogía de La roca, Con Air y Contracara, a la que Cage se refiere como "mi álbum triple de acción", cambió todo, y ahora recibe 20 millones de dólares por película. El rastrea su transformación de actor chiflado a protagónico a 1995, año en que se casó con Patricia Arquette y filmó Adiós a Las Vegas. "Parecía como una convergencia armónica en mi vida," dice. "Todo me sucedió de golpe. Las cosas empezaron a funcionar más suavemente. Todo cambió, y me sentí mucho más en control de mi instrumento". La metáfora musical es importantes para él, que compara su acercamiento a la actuación con un músico de jazz improvisando alrededor de una melodía, pero que en el pasado no lograba un efecto consistente.

Cuando hizo Peggy Sue-Su pasado la espera bajo la dirección de su tío Francis Ford Coppola, su actuación era tan excéntrica que casi lo despiden. Su papel de yuppie que cree que es un vampiro lo llevó al infame episodio de la cucaracha. "Realmente tenía que romperme para lograr el efecto deseado", dice. "Pero creo que era necesario porque sólo haciendo algo uno se da cuenta que no hay que hacerlo. Hoy, como un actor más maduro, siento que tengo una apertura que no tenía antes, que soy muy sensible a lo que me rodea y que puedo llegar ahí en términos de actuación sin dañar mi estilo de vida". Pero actuar de ángel presentaba sus propios problemas. "No existe un ángel a quien pedirle datos. Pero fue delicioso caer en la Tierra y despertar humano. Es un ejercicio de gran actor experimentar la vida por primera vez. ¿Cómo transmitir eso? Quería que fuera un psicótico al borde, sintiendo todo esto por primera vez, adrenalizado por la vida".

Funciona. Hay una calidad hipnótica en Cage en City of Angels, una quietud que estuvo ausente en sus trabajos previos, por lo menos hasta que las exigencias de Hollywood hicieron girar la película a un típico drama sentimental. Eso, sin embargo, atrae su propio sentido del romance. "Creo que cualquier amor verdadero involucra el sacrificio, uno tiene que dar algo para que el verdadero amor prospere. Tomemos el simple concepto que el matrimonio son dos partes que entregan algo, su libertad, si ustedes quieren, para estar juntos". Cuando conoció a su actual mujer, Cage ya tenía un hijo, Weston, de una relación previa con la actriz Kristina Fulton. Aunque se le declaró a Arquette casi inmediatamente, ella fue más circunspecta. Exigió prueba de su devoción: solamente después que él hubiera comprado una orquídea negra y un autógrafo de J. D. Salinger (que ella perdió casi enseguida), recién consintió en casarse. Tres años después, Cage parece más que contento.

"Siempre sentí que el estar enamorado era una experiencia maravillosa, pero que eventualmente tiene que ser reemplazada por un sentido de propósito y de dirección para que un matrimonio dure, especialmente cuando hay hijos de por medio. Hay que hacerse más científico para saber cuáles son las necesidades de la familia. Pero por suerte para mí, todavía estoy enamorado y espero estarlo siempre". Enviado por su amada a hacer una búsqueda, atrajo su sentido de hidalguía. Hay una cualidad antigua en Cage, a quien le gusta hacer papeles que los públicos puedan admirar. Por eso estaba tan entusiasmado con la posibilidad de ser el protagonista del Superman reborn de Tim Burton, proyecto que por el momento se encuentra bloqueado por cuestiones contractuales. "Para mí, Superman es un mito estadounidense. Los ingleses tienen a Shakespeare, los griegos a Zeus y los estadounidenses tienen a Superman y a Batman, de manera que considero eso como una oportunidad para usar una voz muy poderosa y tratar de hacer algo responsable y positivo y diferente", dice. "Quiero redefinir todo el mito de Superman. Tomar a este personaje y saber que va a afectar a chicos de todo el mundo, y utilizar sus sentimientos de ser diferente, una especie de extraño fuera de lugar. Quiero que ese niño de escuela lo piense dos veces antes de burlarse de un chico raro, porque Superman está ahí y es diferente. Esa es la idea".

Con sus próximos films, 8 mm --sobre un detective que busca a un director de películas clase B-- y Snake eyes de Brian de Palma, Cage parece determinado a seguir cambiando de género, de la misma manera que su estilo de actuación varía de una película a otra. "Cuando recién comencé, haciendo películas como Corazón salvaje y Educando a Arizona, tenía la fantasía de ser un actor surrealista. Eso no funcionó bien, y la gente creía que era un demente. De manera que tenía que cambiar y decir "un minuto, también puedo hacer cosas así", y resultó claro que todo era actuación".

Traducción: Celita Doyhambéhère


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