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Por Martín Pérez Suena el teléfono en Río de Janeiro, y el que atiende es Luca. Simpático y explosivo, el primogénito de la familia Vianna --que se hizo merecedor del nombre porque suena igual en portugués y en inglés, el idioma de su madre, Lucy-- corre en busca de su padre, que espera el llamado de Página/12. Herbert Vianna, líder de Paralamas, está contento por partida doble. El trío acaba de editar un flamante álbum, titulado Hey na na, que en un par de semanas lleva vendidas la friolera de 300 mil copias en Brasil. Y, además, con la realización del primer video del disco Santorini Blues, su segundo álbum solista, ese trabajo casi amateur decuplicó las humildes 5 mil copias que llevaba vendidas desde el lanzamiento. Y hay un detalle más de satisfacción, por si hacía falta: cada disco termina con un tema dedicado a sus hijos, que se dejan escuchar desde Río detrás de la voz de su orgulloso padre. Luca para el disco solista, e Izabel en el de Paralamas. "Habrá que tener más hijos", bromea Herbert, al que le costó aprender que no es imprescindible sufrir para poder crear, como parece sugerir un lugar común de los artistas vinculados con la cultura-rock. "Ese era mi problema hace un tiempo", confiesa. "A tal punto que boicoteaba todos mis momentos de felicidad por miedo a no tener más inspiración. Pero, con el tiempo, me di cuenta de que no era necesario sufrir. Temas como 'Halagados', por ejemplo, surgieron en momentos felices de mi vida. Tratando de no caer en la ceguera del que se mira todo el tiempo el ombligo, ahora sé que uno puede retratar los momentos de su vida cotidiana y que eso es válido en tanto y en cuanto esos momentos sean comunes a los de toda la gente. Así que ya no me arrastro borracho por las calles. Al menos no lo hago más para poder escribir canciones", concluye el hombre que escribió que, a través de sus hijos, "todo es nuevo para sus ojos viejos". La última vez que Vianna se arrastró fue sobre un escenario. Y lo hizo compartiendo un show con Charly García, a fines del año pasado en Porto Alegre. El bigote bicolor tenía que realizar un show allí, e invitó al Paralama a abrir su show. Allí viajó Herbert sólo con su guitarra, tocando cuatro o cinco temas de Santorini Blues antes del show propiamente dicho de la estrella de la noche. "Fue la primera vez que hice algo así", recuerda. Cuando llegó el momento de los bises y las zapadas, Herbert por supuesto que subió al escenario. Y, en un momento de silencio, recitó la letra de una de las perlas de Hey na na: una versión en portugués de "Viernes 3 AM". "Charly se sorprendió, y no dijo nada. Cuando terminé de cantar apenas me dio un beso. Eso me dio a entender que tenía su bendición para grabar mi versión", explica. "Aquí la gente de las radios más roqueras está loca con el tema. De hecho, aunque la compañía quiere que el segundo simple sea el reggae 'El amor no sabe esperar', un dueto con Marisa Monte, ellos quieren el tema de Charly. Y eso es algo que me llena de orgullo", dice de su maravillosa versión de un tema que parecía imposible de versionar. Grabado de la manera más artesanal posible entre septiembre y diciembre del año pasado, Hey na na es definido por el baterista Joao Barone como un "Severino, pero con actitud". Barone se refiere con esa frase al álbum más experimental de la banda durante los 90 --que en la versión castellana se llamó Dos margaritas--, muy criticado por la prensa brasileña. "Algo de eso hay", explica Herbert. "Nuestra ambición con este disco era encontrar un término medio entre la experimentación de Severino, y el pop de Nueve lunas. Y pienso que lo logramos". Lo que también lograron los Paralamas, y desde el lanzamiento de Nueva luna, su anterior disco --un bello álbum pop que pasó casi desapercibido en la Argentina--, es volver a encontrar su lugar dentro de la escena musical brasileña. Un lugar que había sido indiscutido durante los ochenta, pero que desde comienzos de la década les había valido críticas que aumentaban conforme el grupo crecía en el mercado internacional, sobre todo en la Argentina. "El del músico es un trabajo muy jodido", resume Herbert porteñísimamente. "Nos acusaron de ser un obstáculo en el camino de las nuevas generaciones, y se quejaron de una supuesta poca evolución en nuestra música. Hasta que finalmente parecen haberse dado cuenta, y nosotros también tomamos conciencia, que ya formamos parte de la vida cotidiana de más de una generación. Encontramos nuestro lugar, y estamos cómodos en él". Ese lugar reencontrado en el Brasil tal vez explique su silencio argentino, un mercado del que están ausentes desde hace ya tiempo. "Nuestro disco anterior pasó casi desapercibido, y no lo pudimos apoyar yendo a tocar en vivo porque ningún empresario quiso arriesgarse a contratarnos", dice Herbert, que está convencido de que las discográficas no venden discos sino que apenas contabilizan las ventas. "Pero igual confío en que Hey na na tenga mejor suerte en Argentina", dice Herbert, que parece extrañar Buenos Aires. De hecho, antes de comenzar con la nota, apenas atendido el teléfono, quiere tener noticias frescas de Fito Páez y de Charly García. Además de su versión de "Viernes 3AM", y del dúo con Marisa Monte, Hey na na funciona como una velada crónica de las últimas tragedias del rock brasileño: contiene una letra de Chico Science, que murió hace un año en un accidente de auto y en tres temas toca Dado Villa-Lobos, guitarrista de Legao Urbana, grupo mítico que desapareció al fallecer su líder, Renato Russo, víctima del sida. "Es verdad que con sus muertes el rock brasileño pasó por una tragedia similar a la que sufrió el rock argentino con las muertes de sus estrellas de los ochenta al terminar esa década", concede Herbert, que fue amigo de Russo desde los once años, y tuvo una relación muy cercana con Science --Paralamas giró por Europa con Chico Science & Nacao Zumbi durante 1996-- antes del accidente. "La gran diferencia entre ambas tragedias es que, mientras Renato había dado todo lo que tenía para dar, Chico apenas si estaba comenzando a mostrar su verdadero potencial", alcanza a elaborar antes de dejar un silencio en la línea. Cuando le regresa su habitual verborragia, Vianna aclara que --además de tocar en el disco-- el guitarrista Dado Villa-Lobos forma parte del nuevo proyecto de Paralamas: los conciertos acústicos sorpresa. "Dado que siempre amó tocar en vivo, pero con Renato era algo difícil y siempre se quedaba con ganas. Así que ahora se sumó a estos conciertos acústicos, que son en lugares chicos y casi sin promoción. Nos estamos divirtiendo mucho", cuenta Vianna, cuyo álbum solista --Santorini Blues-- fue importado casi en secreto en el país por la EMI Argentina. "En realidad es un demo, que grabé en Estados Unidos con el ingeniero de Neil Young, Jerry Napier. Fue cuando estábamos terminando Nueve lunas", dice de un disco prácticamente acústico, Herbert y su guitarra cantando sus temas preferidos, grabado en apenas un día y medio. En él se destacan las versiones de "Por siete vidas (Cacería)" de Fito Páez; "Annie", de Clapton y George Fame y los clásicos Paralamas "Dos margaritas", "Unos días" y "Pólvora". "En principio quedó como demo, y sólo lo escuchaba en casa. Pero finalmente me decidí a editarlo y, cuando hicimos un video de dibujos animados para el tema 'A palabra certa', llegó rápidamente al puesto número uno en MTV Brasil. Fue una sorpresa". Semejantes satisfacciones y seguridades le permiten a Vianna plantarse ante el mismísimo Caetano Veloso cuando de polémicas se trata. "No recuerdo haber tenido ninguna polémica con Caetano, pero bien podríamos comenzarla ahora", dice Vianna cuando se le menciona el tema. "Pero en realidad el problema no es con Caetano, sino con la forma canónica con que la opinión pública brasileña responde a cada uno de sus proyectos. Y con Fina Estampa fue el colmo. Boleros sentidos como 'La barca', que han interpretado magistralmente incluso Luis Miguel, en Brasil han sido sistemáticamente menospreciados. Pero es entonces cuando aparece Caetano y los caetaniza, haciendo versiones que para mí son casi como una burla, pero todo el mundo dice que son geniales. Y eso es algo que me rebela", señala. Con ironía, confiesa que no ha leído aún Verdade Tropical, el libro de las memorias del Tropicalismo de Caetano. "Hacia Navidad, entre los integrantes del grupo bromeábamos con respecto a eso. Si uno se portaba mal, venía la amenaza: mirá que te regalo Verdade Tropical", se ríe Vianna, el músico que encontró su lugar. Antes de cortar, vuelve a preguntar por Buenos Aires, por Fito Páez y Charly García. |