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LA GUERRILLA SUSPENDIÓ SU BOICOT CONTRA LAS ELECCIONES COLOMBIANAS

El ejército afirmó descreer del anuncio de las FARC de que no habrá violencia contra las elecciones del domingo, pero otros lo consideran legítimo. El oficialista Serpa y el conservador Pastrana lideran las encuestas, a considerable distancia de Noemí Sanín y del general Bedoya.

Un policía militar monta guardia en Bogotá.
Detrás, un cartel de la candidata Noemí Sanín.

Aviso: Hace tres semanas, las FARC habían asesinado al ex ministro de Defensa Fernando Landazábal, asesor de Harold Bedoya. Pareció un aviso.

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t.gif (67 bytes)  A tres días de los comicios presidenciales, la situación en Colombia --país donde la guerrilla controla el 40 por ciento del territorio-- es de una tranquilidad relativa. Si bien existirán zonas donde las elecciones no tendrán lugar por el control que ejercen en ellas la organizaciones guerrilleras, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) anunciaron que no boicotearán las elecciones y se limitaron a llamar a la abstención; el ejército dijo descreer del anuncio y dio a conocer un supuesto plan de las FARC, por lo cual acuarteló a 200.000 en situación de máxima alerta. Sin embargo, teniendo en cuenta que las elecciones regionales de diciembre pasado dejaron un saldo de 200 candidatos muertos y 10.000 que no se presentaron por el miedo, y que el mismo candidato oficialista, Horacio Serpa, manifestó hace dos semanas que su mayor aspiración era la de "llegar vivo a la elección presidencial", la inexistencia de nuevos atentados puede ser considerada una noticia, y de las buenas. El candidato conservador, Andrés Pastrana, es el que aparece con mayores posibilidades de ganar, en una segunda vuelta, a Serpa.

Hace tres semanas, las FARC habían asesinado al ex ministro de Defensa Fernando Landazábal, asesor de Harold Bedoya, uno de los cuatro candidatos que disputan seriamente el sillón donde alguna vez se sentó Simón Bolívar. Parecía ser un aviso: más allá del perfil claramente antiguerrillero de Landazábal, el mensaje parecía ser "podemos matar a cualquiera". Quizá por ello Serpa expresó sus temores. Pero los días fueron pasando sin grandes atentados y parece que los perfiles de los candidatos, los debates y los sondeos previos podrán poblar los medios, aunque más no sea hasta el lunes, en lugar de ser tapados por números de muertos e imágenes de edificios destruidos.

La otra organización guerrillera, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), anunció un paro armado desde el viernes en las zonas bajo su control, lo cual significa obstaculizar el tráfico de vehículos e impedir que la gente llegue a los lugares de votación, pero su fuerza es menor que la de las FARC y, de todas maneras, las mismas autoridades prevén este tipo de medidas por parte de la guerrilla. Sin embargo, fuentes de seguridad revelaron planes de las FARC para sabotear las elecciones en municipios de los departamentos de Putumayo, Caquetá, Huila y Mera, a pesar del anuncio de esta organización.

"Nuestra posición es no sabotear las elecciones, sino evitar que los candidatos hagan sus campañas en nuestras zonas de influencia", dijo ayer el vocero internacional de las FARC, Marco León Calarcá. Para el analista político Alfredo Rangel, esto significa que las FARC están más interesadas en consolidar su poder local a través de elecciones regionales y locales, que en intentar aumentar su poderío a nivel nacional. La ofensiva militar que se suponía que iban a dirigir las guerrillas estuvo liderada, en estos días, por los paramilitares que nacieron para combatirlas. El líder del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Carlos Castaño, confirmó ayer que su organización tiene en su poder a 34 personas que secuestraron hace once días en la población de Barrancabermeja, donde mataron a 11 personas.

Hasta el momento, Pastrana aventaja en cinco puntos a Serpa, pero la heterogeneidad de su coalición, que parece unida sólo por el espanto que causa el gobierno del actual presidente Ernesto Samper y no por el amor entre sus componentes, no deja demasiado en claro qué tipo de gobierno encarará. En la Gran Alianza por el Cambio conviven el Partido Conservador --que durante años formó un bipartidismo con su contendiente tradicional, el Partido Liberal--, sectores del liberalismo descontentos con Samper, dos organizaciones socialistas formadas por ex guerrilleros y hasta gran parte de la Alianza Democrática M-19, la organización política de los guerrilleros del Movimiento 19 de Abril que abandonaron las armas.

Según Pastrana, el principal problema de Colombia es la violencia, y, a juzgar por los sondeos, para la mayor parte del electorado también lo es. El candidato conservador es el que más fuertemente se fue perfilando a favor de una solución negociada con la guerrilla para firmar la paz. El delfín de Samper, Horacio Serpa, también pretende aparecer como negociador --de hecho, acepta una de las exigencias de la guerrilla, la convocatoria para una Asamblea Nacional Constituyente-- y fue vocero gubernamental en los procesos de paz, pero todo esto parece no ser suficiente, hasta el momento, para que su imagen se despegue de la de Samper. El gobierno del actual presidente estuvo siempre estigmatizado por la ayuda económica del narcotráfico que recibió durante su campaña electoral y que Pastrana, especialmente, denunció con mayor énfasis. Pero los cinco puntos de diferencia no permiten arrojar mayores certezas; es probable que, en cualquier caso, ambos candidatos tengan que ir a una segunda vuelta. Los votos obtenidos por los otros dos candidatos, la independiente Noemí Sanín y el general Harold Bedoya, que propone continuar los combates hasta derrotar a la guerrilla, serán claves en esa instancia.


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