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El novelista italiano Antonio Tabucchi sorprendió al mundo de la literatura al leer ayer en Granada un relato inédito, llamado "19 de agosto" en homenaje al asesinado literato español Federico García Lorca. El marco no pudo ser más propicio: Tabucchi anticipo el texto que publicará en el marco del congreso internacional "Federico García Lorca. Clásico y Moderno (1898-1998)". En su cuento, Tabucchi urde una venganza contra uno de los asesinos del poeta granadino, según un original argumento. En la ficción ubicada en 1936, durante la Guerra Civil Española, dos gitanos se encuentran con un coche negro, seguido de una camioneta militar. Ambos se detienen. De la camioneta descienden unos soldados y, del automóvil, un joven suboficial y un hombre alto con una chaqueta blanca al que llaman, de modo despectivo, "poeta de los rojos". Uno de los gitanos murmura: "Es él, nuestro amigo. ¡Qué silencio, Dios!". Los soldados preparan sus armas, apuntan al hombre, disparan y regresan a la camioneta. Sólo queda el coche negro y el oficial que mira el cadáver. El gitano se aproxima al joven y lo acuchilla. Es el l9 de agosto. El relato del autor de Sostiene Pereira fue un golpe de efecto de los organizadores, ya que su lectura abrió el congreso internacional sobre el poeta granadino, que reúne a más de 200 participantes. La idea central del texto --la venganza por el asesinato de Lorca-- arranca de lo que poco después de la lectura el novelista explicó así: "A veces la literatura pertenece al universo de lo posible. Es distinto de lo real, pero no menos verdadero, tiene algo de verdad". Las dos últimas líneas del relato confunden el tiempo y permiten, efectivamente, que la literatura se vengue de la historia. "Hoy es 10 de agosto, día de San Lorenzo. Sucedió dentro de nueve días", escribe el autor de La cabeza perdida de Damasceno Monteiro. El relato de Tabucchi presenta algunos tópicos lorquianos: los protagonistas son dos gitanos que caminan desorientados a una cita que no conocen; la luna, "tendiente al rojo", la guitarra que toca uno de ellos o el cuchillo que guarda el otro. El salto final en el tiempo también "es un homenaje al universo lorquiano porque es un universo mítico que prescinde del tiempo y tiene una dimensión distinta", comentó el italiano poco antes de referirse a su filiación literaria con el poeta granadino. "Yo pertenezco a aquellos escritores que recogen la tradición de una civilización literaria que es muy larga y pesada, pero es la nuestra a final del siglo XX y nos sentimos como los que recogen y tienen en sus palabras las palabras de los otros. Pienso que hay una afinidad electiva, como los átomos y las células. Es un factor afectivo, como decir `este escritor me conviene y el otro menos'. Es una declaración de amistad". Para Tabucchi la pluralidad de las interpretaciones artísticas es la característica principal de los clásicos. "Los clásicos --y García Lorca, como dice el lema del congreso, es clásico y moderno-- son los autores sobre los que se juntan muchas lecturas e interpretaciones. Crecen en el tiempo. Son autores que crecen y crecen en la edad, con las generaciones, con las épocas. Cada generación hace una lectura distinta pero no excluye a las otras. Con García Lorca está ocurriendo eso. Las interpretaciones que se dan ahora son ligeramente distintas de las precedentes." "Detrás de un texto siempre hay una persona", expresó el narrador que no dudó en revelar: "Yo leo a Lorca por el gusto y la reverencia de los textos, pero me doy cuenta de que quien los escribió es el Federico García Lorca que nació en un preciso contexto político y cultural y que murió en aquel contexto. Mi posición no es impositiva. Se puede admirar el Guernica de Picasso prescindiendo del bombardeo. Pero yo, cuando lo miro, siento una emoción según la cual es imposible cortar el hilo entre el cuadro y lo que sucedió. Un texto, ya sea literario o pictórico, tiene muchas lecturas y significa muchas cosas, pero siempre es un testimonio y una memoria".
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