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Por Hilda Cabrera La impresión era de que todo transcurría en el mejor de los mundos posibles. La entrega de los premios Trinidad Guevara a la labor teatral, otorgados por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad, se desarrollaba el martes por la noche en el Teatro Presidente Alvear sin que los participantes hicieran alusión alguna a los varios conflictos que mantiene parte del personal artístico y técnico de los teatros oficiales con las autoridades de Cultura. La artista plástica y vestuarista Renata Schussheim dio la nota: al exhibir su estatuilla de ganadora recordó discretamente que algo estaba pasando. Se refirió vagamente a "los problemas que hemos tenido los artistas últimamente", deseando "que se resuelvan y tengamos fuerza para seguir trabajando en esto que tanto queremos". En cuanto a los funcionarios, fue llamativa la brevedad de sus discursos. En su carácter de legislador y presidente de la Comisión de Cultura, Roberto Arellano prometió trabajar por la sanción de una ley de teatro. Proyecto que apoyó el secretario Darío Lopérfido: "Quiero remarcar --dijo éste-- la necesidad de que la ciudad tenga una ley que regule la actividad teatral y no sea sólo ordenadora. Esa regulación debe implicar un apoyo económico". Respecto de la versión que corría estos días sobre la interrupción de la entrega de estas distinciones, Lopérfido se encargó de despejar dudas: "Mientras esté el doctor De la Rúa como jefe de gobierno hay un compromiso ineludible con este premio, que no es una cosa generosa, sino una de las tantas obligaciones que debe tener el Estado para incentivar la actividad teatral". La aclaración era oportuna porque el Trinidad Guevara contempla la entrega de subsidios mensuales (actualmente de 1.075 pesos) y vitalicios para tres rubros (dirección y protagónico femenino y masculino) y dos para trayectoria, reconocimiento que en esta edición recibieron la actriz Elena Lucena y el actor Marcos Zucker. Amenizada con un intermedio musical a cargo del Sexteto Tango, la ceremonia tuvo por momentos carácter televisivo, en parte por el ritmo, y porque los espectadores tenían oportunidad de ver proyectados en una gran pantalla fragmentos de las obras en las que participaron la totalidad de los ternados. La Asociación Argentina de Actores aportó por su lado un dossier, escrito por el ensayista e investigador Teodoro Klein, que historia las luchas del sector. Un regalo para los ganadores, que fueron anunciados por sus colegas, o recibieron la estatuilla de manos de éstos. Entre otros, el dramaturgo Roberto Cossa, las actrices Leonor Manso, Lydia Lamaison e Inda Ledesma, y los actores Jorge Petraglia, Onofre Lovero y Gustavo Garzón. Complementaron esta tarea funcionarios e integrantes del jurado, en representación del Teatro San Martín, Actores, Argentores, Sadaic y Critea. Como sucede en estas ceremonias, los agradecimientos se hicieron extensivos a los contendientes en el mismo rubro, a los integrantes del propio equipo de trabajo y a los familiares. La mención de Andamio 90 como mejor producción del '97 arrancó fuertes aplausos de una platea que demostró sus preferencias respecto de las ternas. Recibió el premio Alejandra Boero, quien destacó ante todo el trabajo en equipo. Ulises Dumont, como mejor en el ciclo Teatro Nuestro, trajo a la memoria de todos la figura de Carlos Carella, mentor de la idea. Sesenta y cinco años en el teatro le significaron a la actriz Elena Lucena recibir el premio a la trayectoria. Agradeció a quienes se acordaron de ella y se asombró ante las palabras que le dedicó Inda Ledesma al ofrecerle el dossier de Klein. Ella también sabía de luchas, dijo. Tal vez por eso, Ledesma cambió su discurso cuando se lo alcanzó a Marcos Zucker: "Esta es la versión escrita, porque la otra lucha la viviste". Aplaudido de pie por sus colegas, Zucker dijo querer parar el tiempo: "Perpetuaría este momento para el resto de mi vida. Cuando me dediqué a esta carrera, lo hice porque sentí que me nacía de muy adentro este gran sentido de la belleza que tienen el teatro, mis compañeras y compañeros. El sentido de la belleza que tenían mis padres, a quienes no olvido, porque yo no tuve maestros. Mis maestros fueron ellos, y eran maravillosos...".
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